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AL ALBA, AL ALBA...

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Si te dijera, amor mío,
Que temoa a la madrugada,
No sé qué estrellas son estas
Que hieren como amenazas,
Ni sé qué sangra la luna
Al filo de su guadaña.
Presiento que tras la noche
Vendrá la noche más larga,
Quiero que no me abandones
Amor mío, al alba.
Los hijos que no tuvimos
Se esconden en las cloacas,
Comen las últimas flores,
Parece que adivinaran
Que el día que se avecina
Viene con hambre atrasada.
Presiento que tras

05/04/2020 08:49 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

LA PESTE...

La peste que asoló Burgos en 1599

R. PÉREZ BARREDO
 - sábado, 4 de abril de 2020

La epidemia fue una de las más virulentas de la historia de la ciudad. Su regidor en esa época, Andrés de Cañas, recogió con detalle por escrito aquel infierno

La peste que asoló Burgos en 1599

 

No hay lugar grande ni casi aldea donde no haya mayor mal que en Burgos». Así de tajante se mostraba Andrés de Cañas Frías, regidor de Burgos en 1599, año en el que la peste asoló buena parte de España, cebándose especialmente en Burgos y propiciando un declive económico y social del que no se recuperaría en siglos, si bien es cierto que su época de máximo esplendor ya era, a aquellas alturas, cosa del pasado. Andrés de Cañas recogió por escrito cuanto vio y observó en aquellos meses infernales en un texto que vio la luz en el siglo XX gracias al hispanista Francis Brumont. El regidor había formado parte desde el brote de la epidemia, en 1597, de la llamada Junta de Salud, que tenía la misión de impedir que la peste se colara en la ciudad.
Cuenta en esa suerte de diario el regidor Cañas que «este mal» se descubrió en las inmediaciones de la Albardería de San Esteban, después de que en el hogar de la familia Lerma falleciesen el marido, la mujer y los dos hijos. Recoge dos posibles versiones del contagio: que a estos se lo pudo transmitir un conocido «que andaba a buscar trapos» y vivía «a la puerta de San Martín» y que había a su vez fallecido, o que pudo ser el propio Lerma el que llevó el mal a la ciudad a través de unas mantas que había adquirido en la zona de Villadiego, donde ya campaba a sus anchas la malhadada enfermedad.
Resolvieron entonces los médicos, señala el regidor, «cerrar las casas y quemar la ropa» tanto de los Lerma como de los vecinos contiguos que fallecieron al cabo. Así, se pidió a «diez pícaros» que sacaran las ropas de todos los difuntos para llevarlas a quemar, pasando después estos una cuarentena a costa del erario público mientras que a otros vecinos de la zona de la Albardería se les llevó extramuros. Sin embargo, la semilla de la peste ya había germinado (sospechaba Cañas que por culpa de que alguien pudiera sustraer algunas ropas de los finados), provocando su expansión «y empezó a salpicar este mal en el Hospital de los Ciegos, y luego hacia Santa Gadea y hacia SanAndrés y en estas partes murieron más que en ninguna otra».
Contaba el regidor 400 muertos entre enero y mayo de 1599. «Toda gente pobrísima y necesitadísima».De poco o nada sirvió que la ciudad nombrara a cuatro comisarios regidores para «guardar la ciudad»: Antonio de Salazar, para las puertas de San Gil ySan Esteban; Diego de Salamanca para San Pablo y San Juan; Alonso de Santa Cruz para Santa María, las Carretas y la Merced; y el propio Cañas para las puertas de San Martín, Vieja y San Lázaro.
En vista de que «la enfermedad salpicaba y se pegaba, aunque en gente sumamente pobre» se decidió levantar una suerte de hospital de campaña o enfermería fuera de la muralla, en Nuestra Señora de Rebolleda; pero pronto se saturó. Y se fueron ocupando casas y posesiones vacías a disposición de los enfermos, e incluso se trasladó a quienes vivían en la zona a otras de la ciudad para dar cabida a los contagiados. El Concejo hizo esfuerzos ímprobos por dominar la situación, poniendo todos los medios a su alcance.Los dominicos arrimaron el hombro, destinando a varios hermanos a arriesgar su salud para administrar los últimos sacramentos. Varios mesones dieron jergones y también el Hospital de la Concepción puso camas al servicio delConsistorio. Alguaciles y pícaros hacían rondas por las calles y se llevaban las ropas de los enfermos y muertos de las casas para después picarlas y enterrarlas «muy ondas con cal». Anotaba el regidor el coste diario de la crisis sanitaria: 80 ducados del ala.
Con el beneplácito del rey se tomaron 3.000 fanegas de trigo de la Alhóndiga y se repartió pan cocido para los pobres y enfermos; las limosnas obtenidas en cada jornada también se destinaban a los menesterosos. Alababa en su crónica el regidor el papel del arzobispo, don Cristóbal de Vela, que lejos de huir de la ciudad -como al parecer sí hicieron otros curas, clérigos y canónigos. «Son tantas las limosnas que hace y da que no se puede significar porque él, sin duda, ha gastado más de 12.000 ducados en cuatro meses, y da médicos y botica de balde, y anda su limosnero a visitar con médico y barbero y dos acémilas cargadas de comida y regalos para los enfermos, dando cuanto ha menester, y mucho más, a los sanos pobres que acuden a pedir; y a casas que no piden y sabe que tienen necesidad, les da gruesas limosnas en trigo y dineros».
el aislamiento. «Muchos lugares al derredor de Burgos se han comenzado a guardar de los de Burgos, y no dejado que vengan ellos a la ciudad», escribía Andrés de Cañas. La mayor parte de los burgaleses de posibles, en vista del avance inexorable de la epidemia, puso pies en polvorosa en cuanto pudo. La autoridad no puso reparos a aquella huida: «de suerte que de 15 de abril a 15 de mayo se fueron, de tres partes de la ciudad de gente principal y honrada, más de las dos». Quienes permanecieron intramuros tomaron todas las precauciones posibles «para preservación y remedio de este mal»: confinamiento en las casas, quema de ropas, quemando enebro y otras leñas «para purificar el aire» y asistiendo a que médicos y cirujanos hagan sus oficios y visiten «a quienes está mandado no salgan de la ciudad so graves penas».
La enfermedad «apretó mucho en Burgos desde San Pedro adelante hasta hoy 20 de julio que lo escribo», recoge Cañas, «y hubo días que murieron 40 personas en el casco de la ciudad» sin contar los que lo hicieron en Rebolleda. En una misiva enviada al mismísimo rey Felipe III, el simpar regidor de la ciudad Andrés de Cañas le hace al monarca, entre otras, una consideración que denota su conocimiento, preocupación y visión ante la crisis. «Una de las cosas más convenientes para la conservación de la salud de esta ciudad es que se ayuden a sustentarse los pobres, por ser tan grande el número que hay de ellos, así vecinos como forasteros (...) padecen extrema necesidad y es forzoso ayudarlos, socorrerlos, porque de lo contrario se seguirían grandes enfermedades y peligros».
En otro de los textos, Andrés de Cañas defiende una postura clara: «que la justicia y regimiento de esta ciudad no haga ausencia de ella, por los grandes e irreparables daños que lo seguirían».En el diario del regidor hay asimismo anotaciones breves respecto de las visitas que éste hacía a sus convecinos, recogiendo el panorama desolador que se encontraba en todas ellas. Valga esta como ejemplo: «En casa de Sánchez, detrás de Vieja Rúa, murió ayer tarde su mujer; una hija suya esta noche; hay otra mala: hay necesidad de que luego se saque y se cierre la casa».

05/04/2020 09:53 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS I

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                I

                              HUIS CLOS

 

Huis clos,

Campo cerrado

Hortus conclusus

 Encierro, entierro, encerrado y enterrado

En la torpe geografía

De mí mismo

Clausura

Númerus clausus, nadie más, ninguno, solo

Que nadie pueda cercenar

El cordón umbilical

Que te ata a los demás objetos

A la tierra y a los árboles,

Al aire y a los pájaros

A las aguas y a los peces.

No tienes escamas, ni plumas, ni hojas verdes

Tu tronco sin corteza no te aísla del calor

Ni de los fríos

Eres un pobre humano

Miserable e indefenso.

¿Quién te va a salvar de tu miseria?

Quién vendrá a buscarte,

A enjugar tus lágrimas,

A obedecer tus deseos

Estás solo frente a ti, encerrado y concluso

Tú,  en tu laberinto

 

08/04/2020

 

 

MARIANO IBEAS

 

08/04/2020 09:17 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS II

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II

 

                              ALFAGUARA

 

Yo, limpia fuente,

Manantial y nacedero

Alfaguara, hontanar, venero,

nacer y renacer

Un punto, vagido y grito

Solo de soledad sonora a veces

Golpeando las paredes

Rasgando los silencios,

De nada te sirve arañar los muros

Escuchar despacio el rumor de tus pasos,

La lluvia en las ventanas

El rumor del viento

Todo te lleva a ti

Golpe a golpe, al golpe de la sangre

Agolpada en los conductos bajo la piel

Escultura de hielo

Bocado al corazón y freno a los deseos

Claustro, enclaustrado

Por límite el sol y el cielo

Por suelo las arenas

Y por cielo el firmamento

Cuando llegue la noche

Ni siquiera esto

Llamarás al sueño

Y no querrá venir a verte.

09/04/2020

Mariano Ibeas

09/04/2020 09:39 MARIANO IBEAS #. sin tema Hay 1 comentario.

HUIS CLOS III

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               III

                              GINECEO

 

Gineceo,

Vuelve adentro:

Vuelta al génesis,

Al surco, a la mancera y al lendel

La besana de hoy será tu cuerpo

Y tu siembra

La semilla en tierra fértil

Deseosa de acogerte entre sus brazos

Olvida de una vez el tiempo del desierto

Y tu vagar por los caminos polvorientos,

Se terminó

Pátina, óxido y alumbre

Tierra parda, cal, rodeno

Siéntate, toma ya tu tiempo

El que te deben y no podrán pagarte nunca

Su deuda en un pozo sin fondo,

Una vida que era tuya,

que te robaron en la infancia,

que nadie podrá devolverte,

ni  te podrán saldar…

Han muerto los contables

Y los guardianes de los sellos

Nadie da cuenta ya

De portazgos y alcabalas

Y el viento golpea cada noche

Los postigos batientes del fielato…

 

10/04/2020 09:29 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS IV

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               IV

                              SEMILLA

 

Vuelta a la semilla

Al útero materno

Debes volver;

Es tu guarida y tu refugio

Tu cueva original, tu santuario

Allí puedes acogerte seguro y a sagrado

Nada te turbará,

ni el día se hará más largo

ni alimentará las sombras de la noche,

al planear de los murciélagos

Antes de que existiese el ser

Y el tiempo

Antes de que tu leve paso

Contase sobre las arrugas de la tierra

Ya tenías trazado el surco y el sendero

Vuelve a ti

Y a tu momento ido

A la eterna geografía del instante

A la nube y el agua de tormenta

A la lluvia y a la piedra,

Al llanto del rastrojo

Al fruto de la espiga

Cella y encella resuelto el misterio

Del templo

Sanctasantórum

Ara y altar, alzado del suelo, alterado

Alto lizo

túmulo

Betilo

Piedra sacrificial

11/04/2020

Mariano Ibeas

 

El grabado es de David Girao

11/04/2020 09:05 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS... V

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                              V

                              CENOTAFIO

 

Cenotafio                         

Vacía, tumba vacía

Monumento funerario de la nada

Hueco donde rompe seco el vacío

De los huesos,

La médula, el tuétano, 

el fangal de los silencios

la rabia sorda,

el crepitar, el murmurio débil

y el temblor de la piel,

los gusanos del deseo

el golpe sobre el cuero denso y sonoro

ronca la voz,

rota la garganta

tensas las cuerdas

mudo el grito

asaltas sin descanso

la ruda escalada que te lleva

al templo de los dioses

y caes sin remedio

remedo de Sísifo

y su piedra.

 

               12/04/2020

Mariano Ibeas

12/04/2020 09:05 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS VI

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VI

                              ALACENA

 

Arca, cofre, alacena

Lote, suerte, lugar de donde crece el azar

Golpe de dados, cubilete,

Todo al negro donde se juega

Nunca la vida y la muerte estuvieron tan cerca

Pasa y pesa

Pasa la laguna y el dios que pesa en la balanza

Tu corazón, no encontrará

Ni un ardite  para equilibrar la balanza

Es tu medida:

Abre la boca y muestra la moneda:

Nada, ni el más mínimo crédito para el más allá

Negro impar y pasa…

Consulta los hados, la suerte, la ruleta que gira:

Todo al negro

Y a la triste oscuridad

Y se alimenta el silencio

 

13/04/2020

Mariano Ibeas

13/04/2020 08:25 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS VII

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VII

                              MAJUELO

 

La tierra que te espera está ya presta:

Cigarral, majuelo, lote

Tu suerte echada

Hundida la semilla en el surco

Sólo queda esperar la primavera

Puede ser propicia

O sucumbir bajo la mordedura

de la escarcha o de los hielos

débil puede surgir

un atisbo de esperanza

a la luz del secarral

de las calizas implacables

de la piedra que vino de lo alto

de las langostas

y no podrás esperar el corte

traicionero de las hoces,

y oirás decir

con resignación:

la suerte está echada

De nada valdrán los llantos y oraciones,

Las ofrendas

Los dioses están sordos

Y no entienden tus plegarias

Son de barro, madera,

Materia como tú

Y nada pueden hacer contra el polvo

el silencio de la nada.

14/04/2020 10:15 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

HUIS CLOS VIII (Y FINAL)

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VIII

                              ESPADAÑA

 

Junto al río aneas y espadañas

Y un ventear triste

De jilgueros y zorzales

Y el sonido de la alta tarabilla

Con ritmo cansino y constante

Trapiche que muele

Y muele el canto cereal

De los tiempos del hambre

De las encías rotas y sangrantes

Del agua hosca y agitada

Sobre el rodete de los sueños

Sangre y harina

Sudor y sacrificio

De la piedra y del agua

Camposanto

Huerto del francés

Molino indiano

Del sudor y del duelo y del quebranto

No has de olvidar el surco de tus sueños

Ni el amor regado en el sembrío

Es tu vida que ya no es

Eres tú

Que te moriste

Y no volverás

De nuevo al nido.

 

15/05/2020

MARIANO IBEAS 

15/04/2020 09:10 MARIANO IBEAS #. sin tema No hay comentarios. Comentar.


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