DÍA DE LA POESÍA
AL – Mutanabbi saludaba cada árbol que veía.
Un día, frente a un manantial,
algunos lo vieron tendiéndole la mano,
no para beber, sino para saludar el reflejo de un sauce
que se inclinó ante él.
La anécdota circuló y algunos, perplejos, interrogaron.
Él prefirió desaparecer, y mientras tanto, según se cuenta,
agitó la mano, volviendo la cabeza hacia su amigo al- Maarri.
Se decía que sus manos parecían dos pájaros pequeños
que se posaban en los hombros de un arbusto joven,
o, según otra versión, en los hombros del horizonte.
A al-Maarri también se le atribuye haber dicho:
Las palmeras de Bagdad memorizaban su poesía,
a veces la recitaban a orillas del Tigris, cerca del Éufrates a veces,
y muy a menudo, a pesar de la luz y del viento.
Cada vez que su camello buscaba la sombra de una palmera,
apoyaba el cuello en su tronco,
como si añorara algo que hasta la poesía ignoraba.
ADONIS, “Adoniada”, pág. 129, ed. Vaso Roto
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