11 DE MARZO DE 2004
11 DE MARZO DE 2004
Sólo el dolor acude cuando intento
buscar esa palabra que podría
-no sé, quizá,- tocar la luz del día,
dejar en ella impreso mi lamento.
Sólo el dolor. No tengo otro argumento.
Voy y vengo por él. Sólo él me guía.
Consumo el pan que brinda a la agonía.
Subo a sus torres. Grito a contraviento.
Oigo a lo lejos, otra vez, la vida.
Se yergue de la muerte, decidida,
pero no hay tiempo ya para el olvido,
ni voluntad, ni espacio. Roto el canto
sólo mi voz, desordenada en llanto,
es cuanto tengo de lo que he perdido.
Angelina Gatell
Sólo el dolor acude cuando intento
buscar esa palabra que podría
-no sé, quizá,- tocar la luz del día,
dejar en ella impreso mi lamento.
Sólo el dolor. No tengo otro argumento.
Voy y vengo por él. Sólo él me guía.
Consumo el pan que brinda a la agonía.
Subo a sus torres. Grito a contraviento.
Oigo a lo lejos, otra vez, la vida.
Se yergue de la muerte, decidida,
pero no hay tiempo ya para el olvido,
ni voluntad, ni espacio. Roto el canto
sólo mi voz, desordenada en llanto,
es cuanto tengo de lo que he perdido.
Angelina Gatell
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