Y alargas la mano
buscando donde asirte y encuentras
la sábana.
¿Qué desfile de rostros
será ante tu cama
el del último día?
Tal vez vengan a verte
aquellos que no amaste.
O tal vez estés sola
y te laven el cuerpo
manos que nunca
acariciaste.
Si al menos
pero no:
tan sólo es el tacto
de la sábana.
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MARIANO IBEAS -