DOY FE
Una amiga me dice que últimamente mis poemas parecen "de notario". Por lo visto en los poemas doy fe de la realidad que me rodea, a veces sin implicarme demasiado; otras veces echa en falta determinadas emociones, sentimientos, una cierta sentimentalidad romántica; encuentra que a menudo no le llegan, que le parecen demasiado conceptuales, no termina de entenderme, encuentra mis versos duros, cerebrales... en fin, todo eso.
Yo no quiero llevarle la contraria; es posible que tenga razón y tengo que aceptar sus críticas; le digo también que todo poema, cualquier poema, está en realidad inconcluso, que tiene que terminarlo el lector; el lector se convierte así en re-creador del poema y, por mucho que el autor haya querido decir algo, en realidad, lo que llega, es la interpretación, la lectura del lector.
No sé si se ha ido convencida, pero yo sigo dando vueltas a sus palabras y no me parece mal el papel de "notario", de "fedatario público", cronista o escribano, de alguien que da fe de lo que ocurre a su alrededor, de alguien que no es indiferente, sino que lo ve de modo diferente.
"Confieso que he vivido" es el título de las memorias de Neruda y también, de entre todas las definiciones de la poesía que recuerdo, me interesan las palabras de María Zambrano que dice:
" Una forma de la palabra es una forma de vida, y de la vida humana lo decisivo es el tiempo. Y de ahí la irresistible nostalgia que obliga a crear en cierto modo el tiempo perdido, la unidad de tiempo en que la existencia encuentre su plena actualidad." (María Zambrano, "algunos lugares de la poesía" Ed Trotta)
Escribo para no morir en el intento
Gime la palabra
con dolores de parto
y la esperanza aprisionada
no rompe sus barrotes:
el hueco y el vacío acechan
como abismo
como boca
siempre prestos a devorar,
a enterrar al hombre
en la inanidad
en la no existencia
... en lo oscuro de la nada.
Mariano Ibeas