FERNANDO VALLEJO ÁGREDA...
El frio marmol
se transformó
en el lecho
de nuestras palabras.
El tiempro
freno
su curso habitual.
Quería descubrir
en el negro iris
de tus ojos tantas palabras.
Tus manos eran
pacientes,
delicadas,
precisas en sus movimientos.
Escuchabas espectante
la voracidad de mis poemas corrompidos.
Sonreias.
Al ponerte en pie
me dí cuenta del hombre que eras.
Tu calle preferida
se convirtiò para mis pisadas
en camino deseado y perdido.
No quería que acabase la calle.
Tu andar me tranquilizaba.
Quería asesinar el reloj de los atlantes de piedra.
Tu adios fue cercano.
Marchaste con Rimbaud bajo el brazo
y la cabeza sin sombrero
repleta de hojas amarillas.
Fernando Vallejo Ágreda.
(Tomado de aquí: https://www.facebook.com/fernando.vallejoagreda)
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