JORGE OTEIZA
Oteiza
Jorge Oteiza murió hace veinte años (2003). Lo recuerdo todos los días. Cuando cumplí 33 años me regaló el bastón que ahora me acompaña y guía. Escribí en el día de su muerte, en un pronto, en la cafetería de la gasolinera de Zarautz, tres sonetos, que pronto verán la luz en un libro, "El bosque no es un árbol repetido [Sonetos y soñetos], en Huerga & Fierro, prologado por Valentín Valentin Martin .
[El libro ya está en las librerías].
La obra fundamental de Oteiza está en el Museo que lleva su nombre, en Altzuza de Navarra. Su poesía y pensamiento, en sus libros.
La fotografía se la hice en Zarautz, un día de 1992, cuando éramos jóvenes y felices. Oteiza me hizo varias fotografías a mí a su vez.
Frío trance
Ha muerto Jorge Oteiza, como un río,
como instante que de su hora huye,
como ese rayo azul que se diluye
en el extenso mar, en trance frío.
Ha dejado los trastos, su vacío,
apóstoles y tizas. Se construye
su inmensa soledad. La nada arguye
su caja metafísica, el envío
de todo aquello que el morir engulle:
La playa de quietud que se evapora,
las dudas que plantea el nuevo viaje,
sobre cielo marcado en que confluye
la tristeza que él viera en otra hora:
“Yo siento la tristeza de un paisaje”.
© F. M. /Félix Maraña)
1 comentario
aurea Samper Martin -
Morir engulle; evapora y el alma que llora sola espera su hora.