LAS CONSIGNAS...
4.- LAS CONSIGNAS
En la Escuela mixta unitaria se obedecían las consignas, rara vez se cantaba el ”Cara al sol”, pero se cantaba… y se cumplían las instrucciones de la Inspección Nacional de Enseñanza, del Magisterio Nacional Español, o como se llamase, a rajatabla. Doña Prudencia, agradecida sin duda al régimen que le había permitido dar clase apenas sin ninguna titulación, estaba seguramente a bien con todas las autoridades__ incluido el alcalde__ y eso le permitía con cierto desahogo alimentar su numerosa prole. Evitaba por tanto los problemas o los indicios de problemas; era su norma de conducta. Me referiré sólo a dos ejemplos.
Todos los días repetíamos los saludos “buenos días tenga usted”, “buenas tardes tenga usted” y las despedidas “Usté lo pase bien” que, gritadas a la puerta, apenas si se entendían, claro, y menos a la salida, las consignas__ si las había__ se repetían aún con mayor apresuramiento y, casi ya en la calle, repetíamos los gritos de rigor. Guardábamos las fiestas y las conmemoraciones: Día de la Raza, del Estudiante caído, de la Hispanidad, de la Unificación, del Alzamiento, de la Victoria, del Caudillo…, no había día que no fuese día de algo y había que escribirlo en el cuaderno, al lado de la fecha.
Pero no debía de ser suficiente. Una orden de la Inspección del Magisterio decía que había que escribir todos los días en el cuaderno, además de la fecha y otros datos una frase, un lema, una consigna:
Ese año __ debió ser hacia 1954__ , se inscribió en la pizarra una frase que debía durar todo el año, que no había que borrar y que había que escribir a diario en el cuaderno después de la fecha:
“AÑO SANTO MARIANO Y JACOBEO”
Mira por dónde aparecía mi nombre,__ aunque yo eso lo supe más tarde y el significado no me lo explicaron hasta muchos años después__ , tampoco me explicaron lo de “jacobeo”, aunque en 1965, y terminado el Bachiller, participé en un concurso de redacción sobre el tema organizado por el Frente de Juventudes. Me concedieron un ácesit a nivel provincial.
No debía de ser un trabajo demasiado bueno el mío, el de los demás tampoco, porque no hubo primeros premios. Pero me dieron un premio a la participación de 1.000 pesetas, de las de entonces, y me compré una máquina de afeitar Phillips eléctrica; me debió salir, al mismo tiempo o un poco más tarde, más espesa la barba.
Del himno nacional, ya hablaremos también.
Mariano Ibeas
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