Raimundo Salas...
CUANDO MUERA ENTERRADME CON LOS OJOS ABIERTOS.
Cuando muera enterradme con los ojos abiertos
Entonces, cuando el buzo baja más,
cuando los ojos quedan fijos en el rostro de la dama,
y el ternerillo lame las manos que sostienen el cuchillo
y el elefante -que siguió avanzando
porque no comprendía qué era aquel resplandor entre sus ojos--
al fin pesadamente se desploma.
Entonces, cuando el libro
cae al suelo, cuando desciende el buitre,
cuando los peces buscan los ojos del ahogado,
cuando las manos quedan al fin quietas,
y salen todos, todos murmurando lo mismo,
y en el cuarto de al lado hablan toda la noche de Dios o de política,
sin preguntarte tu opinión, sin dejarte participar,
y estás solo, estás solo,
y entra un amigo de tu infancia,
y te cierra los ojos que tanto te costó entreabrir,
y te vacía los bolsillos,
y te quita el reloj (sin pensar que quizá lo necesites).
Entonces, o más tarde, todavía más tarde:
el día que te excluyan,
el día que al fin pongan tu retrato de cara a la pared.
Entonces, sólo entonces, sólo por un instante,
podrás saber si has muerto, si vivías,
si tienes que seguir eternamente así,
en tu actitud heroica o cobarde,
apretando el gatillo eternamente,
cayendo eternamente (como aquel elefante de estupor)
o condenado a estar de cara a la pared eternamente.
Entonces, sólo entonces,
podrás al fin saber si tú eres tú,
si puedes descansar en ti o en la tiniebla,
o tienes que salir aún otra vez,
otra vez, otra vez, todavía otra vez,
a otra luz, a otros brazos gigantes que de nuevo te mezan.
( De Raimundo Lalas, en la Revista "Poemas", 1 de Junio de 1962, Edición facsimil de la D.G.A., Zaragoza, Diciembre de 1990)
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Mariano Ibeas -
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