VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
VIII .- El huevo se sumerge (II)
**
Buscó un claro en el bosque, lo suficiente para la madera disponible. Habitualmente se utilizaba leña verde, de encina o roble con preferencia, pero no había mucho donde elegir.
Con ayuda de una cuerda trazó un círculo de tiza. Retiró con una azada rectángulos de hierba, con sus raíces y tierra aún fresca, que colocó cuidadosamente fuera del círculo.
Con lajas de piedra construyó una rudimentaria chimenea en el centro del círculo y una galería o canal de alimentación orientada hacia el Norte, para que el viento dominante avivase el fuego.
Poco a poco, de forma sistemática fue acarreando los troncos de madera, la leña, los palos, apoyando las piezas de los montajes escultóricos alrededor del eje de la chimenea, en posición casi vertical, en círculos concéntricos... y luego en capas sucesivas.
Apenas tenía material para completar dos o tres pisos; había sido demasiado ambicioso; redujo el diámetro del círculo y debió recurrir de nuevo al bosque; de las cortas y entresacados de madera, de pino, de los restos de poda de haya o eucalipto, de los materiales deleznables antes rechazados, consiguió la materia suficiente para cerrar el círculo, o mejor dicho, completó la semiesfera, el medio huevo primitivo.
Recubrió el conjunto con ramas de boj, y luego con los rectángulos de hierba y tierra, procurando apelmazarlos bien con la pala, sin dejar ningún hueco, ni un solo resquicio, sólo la chimenea que podía cerrarse fácilmente con unas lajas de piedra.
Sólo quedaba llenar el canal de alimentación con hierba y leña seca y prenderle fuego...
Mariano Ibeas
0 comentarios