PEDRO HORRILLO... SE RECUPERA
A Pedro Horrillo más vale no decirle cosas muy graciosas, pues la risa es peligrosa. La carcajada que empieza a asomar bajo la opresora máscara de oxígeno se convierte enseguida en una máscara de dolor. Le duelen las costillas, por tantos sitios rotas, le duelen los pulmones. Le duelen de tanto reírse cuando se le cuenta que Menchov, su líder, su amigo, por puro espíritu ruso se negó a poner un desarrollo ligero el día del repecho de Pinerolo en el que Di Luca les dejó clavados a Sastre y a él mismo. "Dijo Menchov que para 500 metros no iba a cambiar el desarrollo", se le cuenta. Y Horrillo, aguantando la risa, aguantando el dolor, responde: "Es que este ruso es muy suyo".
Horrillo, absolutamente despierto, lúcido y parlanchín pese a la máscara de oxígeno, sigue el Giro de oídas y de manera entrecortada desde la UVI del hospital de Bérgamo en la que ayer cumplió una semana. Se lo cuentan Lorena, su mujer, y Ángel, su suegro. Se lo contaron, ayer, su masajista, Joseba El Potro -"aún andan buscando el parapente", fue su saludo por el vuelo de 80 metros de Horrillo el sábado pasado hasta el fondo de un barranco-, y el médico de su equipo, el belga Geert Leinders. "Seguro que Denis aguanta y gana", dice. "Está muy concentrado y muy fuerte".
También habla Horrillo de una experiencia de la que empieza a ser consciente. "Lo he pasado muy mal, muy mal", dice. "Cuando desperté y vi dónde estaba, vi los enfermos que tenía a los lados, me asusté. Yo estaba corriendo el Giro y de repente abrí los ojos en una UVI. No sabía lo que tenía, nadie me lo decía..." Se lo habían dicho al despertar de la sedación, pero aún no había podido procesarlo. Ayer se lo dijo Leinders, le recordó lo de la fractura del fémur, lo de los pulmones, las vértebras tocadas, y el húmero, y también le dijeron que el jueves o el viernes, lo trasladarán a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde le operarán del fémur y pasará el verano. En el fondo de sus ojos, una sombra de duda. "Ahora sólo pienso en ponerme bien, en andar, en correr, en jugar con mis hijos, con Abai, con Hori, en Abadiño, lo de volver a la bicicleta no lo pienso, no es el momento", dice. Antes llegará otro momento importante, el de estrechar la mano a los médicos que le salvaron, Sergio Levi, que descendió con una cuerda, y Stefano Alberti, desde un helicóptero. Le cuenta Lorena el rescate y se le abren los ojos. Cuando atardecía en Bérgamo una maglia rosa colgaba de una percha en la que normalmente cuelgan sueros y medicación sobre la cabeza de Horrillo. Estaba firmada por el Rabobank con la dedicatoria "Te hechamos de menos", con la hache tachada (ay, las dudas de El Potro). La maglia que puede que lleve Menchov a Roma pero que Horrillo ha ganado para siempre.
http://www.elpais.com/articulo/deportes/ruso/elpepidep/20090524elpepidep_23/Tes
0 comentarios