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ENRIQUE BUMBURY

ENRIQUE BUMBURY

A Enrique Bumbury "le han pillao con el carrito del helao"

Mi amigo Pepe Montero estaba muy ofendido a propósito de un artículo de Manuel Vicent, según él, copia o "intertextualidad manifiesta" de un tal José Luis Alvite. Yo le respondí en su blog http://pepemotero1.blogspot.com de este modo:

Efectivamente... aquí copia todo dios.. e incluso Dios copia.
¿No se dice en la biblia que hizo el hombre a su imagen y semejanza?
¡Qué vergüenza!
Todo un Creador y ya estaba con los plagios, menos mal que con Eva, o con la costilla, la cosa le salió rana, porque desde entonces ya no salió nada a derechas.
Un saludo
y copia*.
de abrazos

* ("copia" en latín=abundancia)
Mariano Ibeas

Hoy aparece este artículo en el periódico "El País" con el titular:

"Nueva inspiración literaria de Enrique Bunbury"

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Nueva/inspiracion/literaria/Enrique/Bunbury/

El cantante 'toma prestados' versos del escritor vasco Joseba Sarrionandia.

Primero fueron los versos del madrileño Pedro Casariego Córdoba, utilizados por Bunbury sin citar su procedencia para el título y para algunos fragmentos de la canción El hombre delgado que no flaqueará jamás. Ahora son los versos del poeta vasco Joseba Sarrionandia, que también se reproducen en la misma canción.

Bunbury utilizó los versos más emblemáticos de Casariego para el primer single de su disco sin citar su fuente. Fue a partir de aquella noticia cuando un programa de debate de la televisión vasca, Kalaka, se detuvo ante la polémica para analizarla. Al hacerlo, se toparon con otro parecido "más que sospechoso", afirma su guionista Fermín Etxegoien. La canción de Bunbury El hombre delgado que no flaqueará jamás incluía no sólo los versos de Casariego sino también los de Sarrionandia, versos conocidos por la canción de Ruper Ordorika titulada Ene Begiek (Mis ojos) que dicen "mendea eta segundua gurutzatzen diren legua... hurrin deritzan aberrian" ("En ese lugar donde se cruzan el siglo y el segundo ...patria que se llama lejos"). La canción de Bunbury, invirtiendo el orden dice: "en aquella patria la que llaman lejos, allí me podréis buscar donde se cruzan un siglo y un segundo". En otro momento, Bunbury canta: "Mis deseos no son ya sino nidos abandonados". Y el poema de Sarrionandia: "Ene desirak iada ez dira habia abandonatuak besterik" ("Nuestros deseos no son ya más que nidos abandonados").

Sobre la acusación de plagio Enrique Bunbury se ha limitado a decir que forma parte de la tradición musical el tomar prestado de otros.

¡¡¡ Toma ya genio y figura!!!

9 comentarios

Martha Alicia Flores -

Eres grande en México Bumbury, tienes millones de seguidores y no permitas que comentarios así te lastimen.

Mariano Ibeas -

Gracias, Jaime, por la vista; gracias por participar.

Anónimo -

EN DEFENSA DEL ARTISTA FRENTE A LA CHUSMA
Por Jaime Lasaosa
15/10/2008
¡Ay si la gente utilizara la misma energía que emplea en destruir en tratar de crear!. Pero no, debe de ser mucho más gratificante crucificar. No es la envidia, no, debe de ser el gustirrinín que da ver caer al prójimo que triunfa. Y es que los mediocres aprovechan cualquier excusa, cualquier mínimo resquicio, para vapulear a todo aquél que destaca y, en general, a todo aquél que es diferente. Va con el carácter miserable del ibérico. Siglos de historia nos contemplan.

Enrique Bunbury destaca y es diferente. No sólo eso, sino que además nunca se ha caracterizado por su mano izquierda con la prensa, así que, así en frío, la cosa ya pinta mal. Si encima el aragonés errante – sin hache - toma prestados un par de versos de dos poetas marginales sin hacer referencia a su autoría, ya tenemos el cadáver encima de la mesa, servido en bandeja y condimentado con el sensacionalismo y la pirotecnia barata de unos medios de comunicación que hace tiempo que ya no informan y sólo tratan de vender emociones a toda costa. Mal Bunbury por descuido, omisión o por simple cabezonería, pero peor, muchísimo peor todos aquéllos que se han echado encima de él como alimañas hambrientas de ídolo caído.

Un par de versos, dos malditos versos, para algunos prueba concluyente para tirar por tierra toda una carrera y una vida dedicada a la música. Para otros –servidor incluido– simplemente un inoportuno e involuntario desliz. ¿Qué representan dos versos en una canción de siete minutos frente a más de veinticinco años de impecable dedicación artística, de constante evolución, de varios cientos de temas compuestos, de miles de actuaciones por todo el mundo?. ¿Va a copar las listas de ventas Bunbury por utilizar un par de frases ajenas?. ¿Acaso las canciones son sólo palabras y no tienen acordes y melodía?.

Justo es, por otra parte, que se reconozca la autoría de estos versos por respeto a sus creadores y a sus familias (hay que decir que la similitud es innegable), pero ir más allá y querer apreciar mala fe o tratar de verlo como síntoma de agotamiento creativo es un gravísimo error, pues si por algo ha destacado siempre Bunbury ha sido precisamente por reivindicar la obra de otros artistas, por citar sus fuentes y por reconocer expresa y abiertamente la influencia de aquéllos en sus canciones: William Blake en “El camino del exceso”, Fernando Fernán Gómez en “El viaje a ninguna parte”, Mauricio Aznar, Leopoldo María Panero, Hermann Hesse o Blas de Otero son sólo algunos ejemplos. Basta con echar un vistazo a las hemerotecas para comprobarlo.

Ya nos lo recuerda el propio afectado, pero no está de más recordarlo: el rock, el blues, el folk o el pop se han alimentado desde sus orígenes de la literatura, del cine y del arte en general. No en vano, el cancionero de la música popular es pródigo en inspiraciones literarias y cinematográficas ajenas: desde Dylan hasta Led Zeppelin, pasando por Nick Cave o Leonard Cohen, casi todos los grandes han adoptado en algún momento esas ideas y textos de otros que, enmarcadas en el contexto mayor de su obra, adquieren una nueva dimensión hasta crear un lenguaje musical propio.

Sin duda, el cuaderno de notas – el físico y el mental - de Bunbury debe de estar lleno de todas estas referencias ajenas, fruto de sus continuos viajes y de una actividad intelectual en constante ebullición, pero también -no lo olvidemos– de escritos y música propios rebosantes de talento y fiel reflejo de su inquietud por aprender. Eso es ni más ni menos lo que se encontrarán las mentes grises –esa “policía de lo correcto” a la que hace referencia en su canción- que se han apresurado a analizar palabra por palabra la obra del zaragozano más internacional.

No me cansaré de repetir que España no está preparada para un artista de la envergadura de Bunbury. Podrá gustar o no, pero cuanto más compruebo el perfil de persona que lo odia, más me doy cuenta de que artísticamente ha escogido el camino correcto.

Escribo estas líneas mientras escucho “El tiempo de las cerezas”: jamás nadie de los que han hecho que el nombre de Enrique Bunbury aparezca junto a la palabra plagio en Google escribirá una canción tan hermosa…. Y añado yo, para hacer algo de justicia: periodismo mediocre.

Jaime Lasaosa Novo
jaimelasaosa@yahoo.es

Javier López Clemente -

La autoría del comunicado esta bastante clara porque va firmado con nombre y fecha.
Lo publicó El País y más medios informativos, además de permanecer en la página oficial de Bunbury.

Yo no pretendía que rectificaras nada, Bunbury me temó que tampoco. Sólo quería que se escuchara al completo la voz del autor, nada más.

Salu2 córneos.

Mariano Ibeas -

Gracias, JavierLopezClemente, por el resto del artículo... pero deberías haber citado al autor, __ supongo que el propio Bumbury__ y el medio en el que se publicó__ El País, creo__ de donde yo COPIÉ, citándolo, el artículo __ Y claro, mi única aportación fue el comienzo "que el han pillao con el carrito del helao" y el final ¡Genio y figura!... y por supuesto, me ratifico en lo que he escrito__.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Javier López Clemente -

Antes de nada, una puntualización: No me defiendo de una acusación de plagio. Primero, por que no se me acusa, se me señala en diferentes medios de comunicación. Una acusación debería ser interpuesta ante tribunales pertinentes. Segundo, un plagio, es algo perfectamente legislado por leyes interpuestas por órganos de gestión como SGAE y demás defensores de los derechos intelectuales. Existen pautas que determinan claramente dónde existe y dónde no.

Ante las inadecuadas palabras escritas contra mi persona y mi trabajo los últimos días, me he visto en la necesidad de corresponder con mi punto de vista, que creo, es el de muchos creadores en diferentes ámbitos de la cultura.

Soy consciente del mundo en el que vivimos, y no es la primera vez que, tristemente veo como medios de comunicación se entusiasman ante la noticia de que me bajo de un escenario, después de ignorar (tantas veces) las dos mil que me he subido en mi vida o los más de veinte discos que he publicado; o que se frotan las manos cuando un colega (vuestro, no mío) dice en un artículo, que dicen que alguien oyó. Triste, pero cierto.

No voy a negar que haya utilizado dos frases de Casariego (grandísimo poeta, por cierto) extraídas de dos poemarios. Igual que utilizo mi libreta para apuntar comentarios realizados a altas horas de la noche, frases de Humprey Bogart en películas de cine negro, extractos de la sección de sucesos, titulares simpáticos de periódicos económicos, conversaciones privadas o panfletos publicitarios.

A lo largo de la historia de la música popular, grandes y desconocidos escritores de canciones han realizado prácticas similares recogiendo frases de canciones tradicionales y realizando nuevas y muy diferentes creaciones. El folk, el blues, el country esta impregnado de esa costumbre y nos han dado placer para nuestros oídos a lo largo de los últimos cien años. Posteriormente, artistas como (y me parece mal citarlos, pero hay libros enteros dedicados a señalar de dónde vienen sus mejores canciones) Dylan, Cohen, Lennon, Van Morrison, han utilizado libros sagrados como la Biblia, la Kábala, el I Ching, el Tao Te king, o a poetas incuestionables como T.S. Elliot, Dylan Thomas, Edgar Allan Poe, Shakaspeare… o la prensa diaria para contarnos sus inquietudes y crear sus canciones.

Supongo que muchos de los que han escrito y divulgado las acusaciones ni han escuchado “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, ni han leído a Casariego. Si me equivoco, sinceramente, no lo entiendo: La canción dura siete minutos, tiene seis largas estrofas y dos estribillos (sobra decir que tiene acordes y melodía). Dos frases no hacen un plagio. Pregunten. Si alguien está convencido de que no es como aquí afirmo, nos vemos en los tribunales. Mientras tanto espero que si tienen algo que publicar en torno a este tema, sean estas líneas, y no: dicen, que dice, que oyó.

Insisto en que el plagio, es una palabra perfectamente definida por el diccionario y marcada en sus límites por la ley. Espero que no se use esa palabra de forma aleatoria, ni al tún tún. Al igual que, en este caso, la realidad os joda una buena noticia.

Enrique Bunbury, Madrid, 09.09.08.

Mariano Ibeas -

Gracias, Yini. Gracias, Ana me encantan las visitas.
Un abrazo
Mariano

ana m. -

je, hoy he hecho referencia al artículo del país...

¡gracias por el guiño de hace unos días! ser afrancesado no es malo :).

Felices fiestas

Yini -

Bunbury siempre ha hecho eso, son sus pequeños homenajes a los poestas y autores que admira, que son muchos, porque le encanta la literatura y la poesía. Son sus referencias. Toma esos versos y los incluye en sus canciones porque los homenajea a su manera, no porque lo copie. Ni que decir tiene que soy simpatizante suya, y además, fiel seguidora de su música. Pero es que además, digo lo que digo con mucha convicción, con la certeza de saber que no ha sido su intención copiar. A Bunbury le sobra talento y le sobra cabeza, como para tener que robar a nadie. Esto, claro, es solo mi opinión...