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LA VOZ Y LA MEMORIA

“La canción es un género literario distinto de la poesía” 

 Leído en el Suplemento Babelia de El País , sábado 25 de Noviembre de 2006:

 Mi relación ha sido siempre de devoción y de respeto por las palabras… por eso me duele tanto el mal uso que se hace de ellas. Escribo canciones porque cuento historias… mi voluntad ha sido siempre que las palabras fueran las protagonistas de lo que escribo. Sin olvidar la música, porque si no en lugar de canciones haría cuentos o poesía…  La canción es un género literario muy específico, pero en la canción la poesía tiene que ser parte fundamental siempre”.                                                                       Joan Manuel Serrat            

                        Todos los que compartimos la misma generación, la de los primeros autores o intérpretes de la “canción de autor o de la protesta” llevamos en el imaginario colectivo las primeras canciones de unos pioneros que hoy celebran los cincuenta años de la primera canción propiamente de protesta.           

                         Y quién nos iba a  decir que sería precisamente una letrilla de Góngora, “La más bella niña” musicada por Paco Ibáñez en París en 1956,el inicio de algunos de los más bellos poemas que hemos podido escuchar en lengua castellana acompañados por la música de Serrat, Mª del Mar Bonet, Raimón, Aute, Víctor Manuel o Sabina.           

                          Descubrimos que los viejos poemas de Góngora, Quevedo, Celaya, Machado, Otero, Cernuda o Goytisolo no estaban muertos precisamente.Los vientos que nos llegaban de más allá de los Pirineos traían los ecos de los “paroliers”  franceses como Brassens, Ferré, Ferrat,  Gréco o Moustaki.No faltaban tampoco los ecos del “folk” allende el Atlántico en la voz de Pete Seegers, Bob Dylan, Joan Baez, Peter Paul & Mary, e incluso más al sur, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui…

                          Fueron los catalanes “Els Setze Jutges”  los pioneros en la reivindicación de la lengua y la conquista de determinados espacios de libertad que por otros lados se nos negaban y nosotros mamamos la poesía y la canción con cierto regusto de lo clandestino o lo prohibido. 

                           Los recitales en los colegios mayores, los discos de vinilo que viajaban en las mochilas, los libros conseguidos en la trastienda de determinadas librerías o tiendas de discos sirvieron para alimentar unos pulmones que respiraban aires demasiado enrarecidos.  

                          La lista podría ser extensa, pero a todos ellos, esos “cantautores” de una canción_ protesta tan denostada por muchos,  desde la nostalgia y el recuerdo les debemos el homenaje y el reconocimiento. Gracias. 

Mariano Ibeas

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