EL GRAN V
Tengo ganas de organizar una gran procesión laica al "Gran Vilas", el Gran Vilas del barrio del ACTUR, y quisiera escribir como Él escribe, en una obra total que se llame "X Y y Z", una gran panorámica de toda Zaragoza extasiada a lo largo de las obras del tranvía, mientras el Gran Vilas recorre bajo palio la ciudad; habría que contratar a los figurantes de Semana Santa, de la Cabalgata de Reyes, del pregón de las fiestas del Pilar, del pregón de las peñas en las vísperas de la feria del Pilar, de la narria de La Zaragozana, de los Titiriteros de Binéfar, la orquestina del Fabirol y la del Canal... ahora, eso sí, deberían tocar todos la música de Johnny Cash, vestirse de Johnny Cash o, en su defecto, de Lou Reed o de Elvis, mejor todos de Elvis en sus buenos tiempos, o mejor de los tiempos en que Elvis estaba flaco y joven, o de los tiempos en que estaba viejo y gordo, o... tal vez con la música de Elvis también y la de Lou Reed; bueno esto lo estudiaremos, todavía queda mucho tiempo, hasta que terminen las obras del tranvía, al menos, o hasta que el Gran Vilas se decida a marcharse de la ciudad, agobiado por los lectores, por los seguidores del Gran V, y por las obras del tranvía que no nos dejan vivir en crisis, que no nos dejan vivir en paz...
Mariano Ib3as
LA ESPAÑA DE LA TRANSICIÓN
Inédito. Del poemario ’Gran V’. Premio Ciudad de Melilla.
El rey Juan Carlos I está algo hinchado,
y algo sordo, no oye a los periodistas.
Fue el dueño de un rato largo de la Historia.
Y ahora habla con los muertos mucho rato,
con su padre, a quien ya ha vuelto a ver en sus sueños.
El ex-presidente Adolfo Suárez
se convirtió en el hombre invisible.
Murió su esposa, se entristeció para siempre,
y envejece en un lugar desconocido.
No recuerda nada porque nada hay que recordar.
El escritor Camilo José Cela se murió
como muere la gente corriente.
Parecía inmortal y eterno, pero no lo era.
Su viuda aparece muy de tarde en tarde
en la prensa española, pero ya nadie la recuerda.
El ex-presidente Felipe González
se divorció y se fue con una más joven.
Sale de vez en cuando en las televisiones.
Parece un hombre bueno,
pero solo es un hombre envejeciendo.
Da consejos y opina de economía y de mercados.
La ex-miss del universo Amparo Muñoz
se disolvió tristemente
en un piso de Málaga.
Dijeron que era una drogadicta y que por sus venas
corría la España de los años setenta.
El actor Fernando Fernán Gómez
se murió de la misma forma
que Camilo José Cela.
Cuando murió,
murió una forma de ser español.
El gran Santiago Carrillo, el último comunista,
se morirá un día de estos,
tal vez ya esté muerto ahora mismo.
Resiste, porque el comunismo latió en su corazón
como una santa campana de penicilina.
La gente se muere o está apunto de morirse.
Se murieron poetas a quienes ya nadie lee
como Gerardo Diego y novelistas oscuros
como Torrente Ballester; y Gerardo y Torrente
parecen ahora mismo el mismo muerto,
el mismo fiambre, gemelos españoles.
El juez Baltasar Garzón ha engordado
y está envejeciendo.
Persigue a los fantasmas que no persiguieron
aquellos que ya también se volvieron fantasmas.
Fantasmas que no persiguieron
a otros fantasmas más antiguos,
porque entre los fantasmas la antigüedad
en el cargo se llama Historia de España.
Me dan pena los muertos españoles.
Oh, sí, qué pena dan los muertos españoles.
MANUEL VILAS
Tomado de aquí:
http://antoncastro.blogia.com/2011/122001-manuel-vilas-un-poema-de-gran-v-.php
*Este poema, inédito, pertenece al libro ’Gran V’ con el que Manuel Vilas acaba de ganar el premio Ciudad de Melilla.
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