UN POEMA DE FERNANDO VALLEJO ÁGREDA
JAIME GIL DE BIEDMA
Paseo muchas tardes
con Jaime Gil de Biedma. Mi amigo el poeta.
Nos vienen tantas cosas a la boca del estómago
que terminamos vomitando
el polen de los tilos en flor. Hoy nos hemos mirado juntos en el viejo espejo que recuerda a mis abuelos.
Cuando estoy triste
(suele ocurrirme los días de lluvia)
pone su mano en mi hombro derecho
y con su sonrisa de siempre (brutalmente aristocrática)
me dice
"respira hondo".
Son tantas las palabras que intercambiamos
que parece que jugamos al rabino francés.
Cuando cae
mi último suspiro
me da un beso en la frente (siempre huele a Agua Salvaje)
y me dice
"si mañana puedes quedamos. Estoy tan solo en la muerte".
Y yo me voy encogido de hombros
con las manos en la espalda
pensando en mañana. Esa mañana de siempre
que es siempre más mañana.
(homenaje a Gil de Biedma)
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