ME OFREZCO, PARA SOÑAR...
De oficio, soñador.
El poeta se ofrece
desnudo para soñar;
por unas monedas
o quizás una sonrisa
te sueña un sueño,
sin más.
Sueña despierto,
no necesita dormirse:
apenas unas palabras
y el sueño
queda soñado,
instalado en la arena
frente al mar.
Mariano Ibeas 04/05/2014
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