CINCO... Y YA DE VUELTA
Desde Rusia, con dolor... después de una semana en San Petersburgo y Moscú, el gusto que queda es de un sabor agridulce. Por una parte una realidad, la de un país que recuerda su pasado con nostalgia a veces con pesar otras, por otra la de un pueblo sacrificado y luchador que busca su futuro en un nuevo mundo apenas esbozado.
El río de turistas que llena los espacios históricos de San Petersburgo no puede ocultar la vida difícil de los habitantes que se abren camino en un clima de capitalismo salvaje, donde se palpan las desigualdades sociales, la pobreza y la riqueza más extremas, el mundo del lujo que con su ostentación y prepotencia gestó las revoluciones... y que hoy adquiere nuevas formas con manifestaciones de la riqueza, el poder y el despilfarro a pie de calle.
¿Qué queda de todo el mundo anterior, del socialismo y del sueño del paraíso en la tierra?
A veces las huellas que quedan son como la mayor de las banalizaciones, como estas bolsas de plástico que sirven para empaquetar las mil y una baratijas para turistas en los almacenes para turistas, que ostentan el sumun de los tópicos y el mal gusto .
¿Qué queda de la Revolución de los trabajadores?
Millones de muertos, dos generaciones perdidas, algunos hábitos de comportamiento y una cierta amargura en los rostros.
En Rusia son muy escasas las sonrisas.
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