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DESDELDESVAN

VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR

IV.- Me prohíben detenerme         

 De pasada contempla los últimos edificios de la ciudad, un polígono industrial, una larga tapia que encierra cultivos de invernadero y un rótulo imposible, desmesurado, una pintada que recorre buena parte de la pared con una sola palabra: “acontracorriente”.        

 Recordaba vagamente una historia de años atrás, años de lucha ingenua contra el sistema, de asambleas clandestinas, de largas sesiones de discusión política en medio del humo y el vino barato de las tabernas, las noches de confección de boletines y octavillas a golpe de “vietnamita”, el tiempo de las carreras ante los “grises”... y también los amigos y compañeros encerrados en la jefatura durante días.                  

 Muchas horas de quemarse las pestañas con los cyclostil de la Gestetner, con la impresora de alcohol, muchos ejercicios de entrenamiento en la lectura inversa o especular y sobre todo la habilidad para la lectura o las interpretaciones “entre líneas”.        

El tren seguía su rodar; volvió al libro de lectura: Erri de Luca, “Montedidio”. En una esquina del marcador de páginas escribió  de forma mecánica la pintada de la tapia y la leyó al revés: “etneirrocartnoca”.          No le decía nada y regresó a la lectura.        

Días más tarde en el taller intentó ordenar unos  fragmentos de madera, ramas de haya pintados de azul intenso, brillante…;  poco a poco empezó a situarlos como una línea de caracteres de escritura, a colocarlos de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.        

Eran en total dieciséis fragmentos, una línea apenas, una caja de composición de imprenta en la que se alineaban unos signos de escritura, unas letras que podían constituir palabras, una frase ordenada y  coherente que podía leerse con facilidad.

         No eran caracteres de imprenta, sin embargo,  pero poco a poco las formas se fueron imponiendo; sobre el suelo de cemento terminó leyendo claramente y sin dudar “ACONTRACORRIENTE”.


Mariano Ibeas

4 comentarios

adrian -

obcession

Mariano Ibeas -

Gracias, Luis: te agradezco la visita y la amistad y la complicidad que manifiestas. Bienvenido a esta cueva de Caco donde los aragoneses nos refugiamos de vez en cuando.
Un abrazo
Mariano Ibeas

luis bazán -

Soy el anónimo de antes. El anónimo de ayer. El de mañana. ¿Importa el nombre cuando la meta es ir CONTRACORRIENTE allá donde estés?
Reune las astillas de tu tiempo vendrá desde la cuna, ya olvidada, la voz que te empuja a no aceptar lo que los gaznápiros desayunan cada instante sin pararse a pensar qué se les ofrece encelofanado en la estulticia.
"mañana vendrán los locos a mear sobre mi tumba coreados por los que dejaron de ser hombres"

Anónimo -

No te derrotes. Porque el sólo rodar no vale. Hay que empujar para que nos sientan vivos; para sentirnos vivos. No dejemos que la vida exprimida hasta el presente regrese con la agria sensación de haber pasado simplemente.