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Notas de viaje 5

Notas de viaje 5

5.- Pasarlas "de a metro", 7-7-10

“El siguiente punto en mi agenda inexistente fue una estación de metro. Y para no variar me recibe una multitud de pasajeros. Cada vez que llega un tren la boca de metro parecía un volcán en erupción, solo que en lugar de lava escupe gente. Aquí todo el mundo se empuja y chocan entre sí, pero lo curioso es que casi nadie se enfada o se molesta por eso. Entro en un tren con dirección a casa, en constante contacto intimo con los demás pasajeros. Cuando el tren llega a mi estación, se abre la puerta y me encuentro con un muro de personas, aquí eso de dejar salir antes de entrar parece que no está muy extendido. Vuelvo a casa agotado y deshidratado de todo lo que he sudado, creo que ya he tenido mi ración diaria de ejercicio.” (Qing Qiong Hu)

http://www.madrid2010shanghai.com/diario/desarrollo.asp?id=53

Aparentemente fácil.

Un plano de metro, un recorrido fijado y memorizado de antemano, rótulos e indicaciones en chino y en inglés, rutas hacia la Expo en el decorado y en el suelo de los andenes… Hay voluntarios , seguridad visible, control de acceso a los andenes, control de equipajes ,__  no es extraño ver al controlador  dormitando sobre el teclado del escanner__ control militar… Han colocado a un par de militares __ unos críos, tendrán 17  ó 18 años__  y hacen guardia, sin armas , excepto una mínima porra,  en los accesos a las estaciones de metro… tiene que dar sensación de seguridad.

Todo perfecto… seguimos las indicaciones, las flechas en el suelo, las flechas en las paredes, los signos de la mascota, los iconos, los grupos organizados tras el “banderín” de enganche…

Imposible perderse, imposible, a menos que ocurra…

Ha estado a punto de ocurrir, de tomar la línea correcta pero en  la dirección opuesta y equivocada, un momento de duda, el vagón a rebosar, se inicia el cierre de puertas y uno se queda dentro y los demás fuera…

Hay un “ángel de la guarda” en el andén que ha captado en la vorágine el grito y la cara de angustia y con su banderín de órdenes demora unos segundos el arranque del tren, justo el tiempo necesario para que todo  vuelva a la normalidad.

Retomamos otro vagón en dirección contraria, la marea humana no es comparable con casi nada de lo que hemos visto. Literalmente hombro con hombro, codo con codo, aferrando los bolsos y las mochilas como chalecos salvavidas… dentro del vagón centrifugadora desaparece el individuo… ¿miedo, inseguridad?, no,  simplemente haberse sentido engullido por la masa.

Mariano Ibeas

 

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