´SUEÑOS... O NO TANTO II
Estaba leyendo un libro. El ruido y el bullicio a mi alrededor se iban disipando poco a poco, como entre las brumas del sopor que precede al sueño, pero seguía concentrado en la lectura.
Anocheció y, por un momento, me pareció que los edificios se iban haciendo más escasos; yo seguía enfrascado en la lectura. Se fueron bajando pasajeros en las distintas paradas y en un momento dado me pareció que se producía un silencio sospechoso. No había problema, la mía era la última parada.
El autobus dió un giro casi en redondo, recorrió un tramo recto, hizo alguna maniobra hacia delante y hacia atrás y se paró finalmente.
Me puse de pie; alrededor, dentro y fuera, nadie.
¿Y el conductor?
Me acerqué a la cabina. Nadie.
Un centenar de autobuses aparcados, alineados de forma rigurosa, semejantes a éste... y éste cerrado a cal y canto.
"Salida de socorro", "Puerta de emergencia", "En caso de accidente..."
Pulsé todos los botones, observé el martillito colgado junto a la salida, creo que grité... y nada.
Acurrucado en un rincón esperé el nuevo día.
Mariano Ibeas
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