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DESDELDESVAN

DE SAL

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                   anuda el hilo

                   tenue de los días

                   y mientras la aguja terne del reloj

                   devana su madeja de minutos

                   tal vez se queja

                   y el toque de las horas

                   lentamente despereza,

levanta al aire

orgulloso la cabeza

y en ávida voz

la voz antigua

devuelve su ración

de sombra a las sombras

y recoge

cruel devanadera

que en vano se devana

la sesera

          intenta, entiende y sin cesar

desvela

el universo – alondra

enamorado del espejo

que en narcisos bebe

el agua breve

de la luz que besa

un momento de luz

                            para entrever la gloria.

Mariano Ibeas

 

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