UNA DOCENA DE IMÁGENES TARDÍAS V
5.- LAS COLUMNAS DEL TEMPLO (Y DOS)
ya no hay sacrificios:
se secaron las fuentes,
arreció el viento
y se llevó en torbellino
los últimos matojos;
queda apenas,
acunado al cuenco de las rocas,
un liquen primordial
devorado por el sol
y las cabras cimarronas
ramonean entre riscos
lamiendo las salinas.
No hay perdón para la tierra;
la tierra maldecida y maldita
engendró
al hombre y su miseria,
no se sació su sed
en el invierno
con la nieve y la ventisca,
no parió la nube
la lluvia en primavera
y cesó su manantial de frutos;
desde entonces
yermos de semilla
los surcos son barridos por el viento:
no queda más que la traza
del paso de las sombras
y en el barro
la huella amarga de Caín.
Mariano Ibeas
0 comentarios