UNA VISITA A BARCELONA II
Las puertas de Subirachs...
Me sorprenden, al visitar la Sagrada Familia, la diversidad de estilos, de forma, de arte y de artesanía que encierra en conjunto la obra de Gaudí... No voy a enmendar la plana a todos aquellos que han escrito sobre el tema y sobre todo de su intento por superar el gótico como culminación de la arquitectura, de sus hallazgos geniales, de sus arcos parabólicos o paraboloides, de sus maquetas, de esa inmensa genialidad que consiste en realizar cálculos prácticos de resistencia de materiales, de pesos, fuerzas y tensiones a partir de unas cadenitas colgadas y saquitos con perdigones...
Efectivamente es genial, pero hay también, además del genio, una pléyade de hombres que le ayudaron y le siguieron, desde los mecenas que financiaron sus proyectos__ como su amigo y protector Güell__ a los artesanos que llevaron a la práctica sus ideas; no hay más que acercarse a cualquiera de los monumentos que pueblan Barcelona o la colonia Güell, o el palacio Güell...
Pero hablemos de Subirachs por ejemplo. No sigue las líneas curvas del genio, las leyendas o los nombres. Es más, las dos fachadas que actualmente están terminadas son diametralmente opuestas en su concepción, su mística, su sentido o su decoración.
La del Nacimiento de Gaudí es ondulada, curva, insinuante, vegetal o animal; llama a la alegría y a la esperanza, la que se espera en todo nacimiento. Dan ganas de acariciar las superficies de piedra, incluso los hierros forjados, como por ejemplo el de la protección de la columna parteluz del pórtico.
Al contrario, las esculturas de Subirachs en la fachada de la Pasión son angulosas, macizas, agresivas incluso; hacen referencia al dolor, al sufrimiento; incluso en los textos, las puertas por ejemplo, representan una acumulación del texto evangélico, pero también la contundencia del mensaje, la perennidad del bronce, dan sensación de pesadez, de aplastamiento... sin contar con la colección de calaveras que aparece en primer término.
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