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DESDELDESVAN

MOSCAS

 

           Han desaparecido; poco a poco han ido extinguiéndose como tantas otras especies conocidas o familiares, han caído como moscas, y nunca mejor dicho. Algunos hablan de cambio climático, otros de mutaciones, otros de cambios de comportamiento y de hábitos...

          Estábamos cansados de verlas posadas sobre sus cuatro patitas posteriores, frotándose los brazos y antebrazos, haciéndo el aseo o la higiene de sus grandes ojos compuestos con sus patas anteriores, frotándose con satisfacción las alas membranosas, volando, apareándose o succionado con su trompa carnosa las más variadas porquerías; nuestras moscas familiares, un paisaje de costumbre, han ido desapareciendo de forma alarmante, sobre todo en las ciudades.

          Han acompañado nuestros momentos de ensoñación, nuestras observaciones de "ciencias naturales" de "conocimiento del medio" de "bilogía aplicada" han servido para la experimentación con métodos de tortura refinados, en fin, nos acompañaron toda nuestra vida.

          Una cadena alimentaria aséptica y cerrada con rigurosa trazabildad en los alimentos orgánicos, desechos y basuras cada vez más escasos, siempre controlados y reciclados, unos insecticidas cada vez más comunes, letales y sofisticados han debido impedir a las sucesivas generaciones de moscas  volar, aparearse, alimentarse, poner sus huevos, reproducirse ...

           Han muerto y alguien decidió que el proceso no debía hacerse irreversible.

           Sólo en algún recinto remoto de la ciudad siguen, como una reserva biológica o un parque temático, algunos ejemplares supervivientes de la especie, testigos efímeros de los viejos tiempos... cuando todavía había moscas.

           En un viejo café, cerca del puerto, vimos algunas volar, osarse luego cerca de las tazas y sorber golosas con su trompa restos de azúcar o líquido derramado...

          Alguien, de repente recuperó los viejos gestos también; dobló el periódico y de un papirotazo, ¡zas!   cortó en seco el recorrido vital del insecto.

         El cadáver no yacía como siempre, panza arriba, con las seis patitas juntas y cruzadas sobre el torax...,  no, esta vez no. De su cadáver no sale ningún fluído, no hay aplastamiento del abdomen, nada; si acaso, y una vez observados con detenimiento, algo parecido a unos chips en miniatura y unas piezas de ferrita.

 

Mariano Ibeas

1 comentario

Anónimo -

¡maño!, que recuerdos me ha traído éste artículo... para revivirlo. Besos