UN POETA DESCONOCIDO HOY...
DEL BLOG DE ANTONIO PÉREZ MORTE
EL HUECO DE SU AUSENCIA
(Recuerdo de Julio Antonio Gómez)
Julio Antonio Gómez Fraile, poeta y editor aragonés nació en Zaragoza el 27 de Mayo de 1933, en el seno de una familia pequeño-burguesa zaragozana que tenía fijado su domicilio en la calle Doce de Octubre. Estudió el bachillerato en el colegio de La Salle y a su término proseguiría su aprendizaje por sí mismo, de forma autodidacta. Para quienes no tuvimos la suerte de conocerle personalmente, los testimonios de sus amigos, Luciano Gracia, José Antonio Labordeta e Ignacio Ciordia, nos ayudaron a recomponer su retrato: el de un niño grande, bromista, caprichoso, juerguista y derrochador, pero también generoso e inteligente, culto, nostálgico y sensible, amigo de sus amigos. Homosexual perseguido. Protagonista de una apasionada vida de leyenda, llena de profundos y oscuros amores que le llevaron a vivir varios exilios voluntarios y forzosos, arrastrándole en dos ocasiones hasta la prisión zaragozana de Torrero.
Este magnífico bardo, autor de una obra personalísima, original y sólida, inició a mitad de los cincuenta su trayectoria poética introduciéndose en la tertulia de Niké, de la que pronto sería uno de sus miembros más activos y sin duda alguna, el mayor animador de la misma. De él partieron las fiestas más absurdas y las bromas más divertidas. A finales de esta década publica El cantar de los cantares (Zaragoza,1958) y Las islas y los puertos (Zaragoza,1959). Antes había escrito poemarios como Los negros (Zaragoza, 1955), inédito hasta 1992, fecha en la que fue publicado junto al resto de su obra por uno de sus mayores estudiosos: Antonio Pérez Lasheras. Este libro ganó el premio Doncel de Oro convocado por la Editorial Rumbos. Durante estos días, Julio Antonio se embarcó en la que sería su primera aventura editorial: la revista Papageno. Las páginas de su primer número (Primavera de 1958 albergaron firmas muy importantes: Vicente Aleixandre, Antonio Buero Vallejo, Ángel Crespo, Dámaso Alonso, Leopoldo de Luis, Juan Antonio Bardem, Pablo Picasso, Gerardo Diego, Miguel Labordeta, Manuel Pinillos, Guillermo Gúdel, José Antonio Labordeta... El segundo y último número (Invierno de 1960) estuvo dedicado a Miguel Labordeta, Oficina de Horizonte.
Con el inicio de la nueva década de los sesenta, Julio Antonio publicó un nuevo poemario, de largo y extrañísimo título: Al Oeste del lago Kivú los gorilas se suicidan en manadas numerosísimas (Zaragoza, Papageno 1960). Este libro fue reeditado en 1993 por la Institución Fernando el Católico.
En 1966 se abre un periodo en que nuestro poeta vivirá unos años dolorosamente intensos. Este año muere su madre. En 1967 es detenido por primera vez, acusado de corrupción de menores y condenado a cinco meses de cárcel y seis meses de destierro. Se marcha entonces a un lugar donde puede extraer el máximo provecho vivencial y cultural a su castigo, París. Allí convive con su amigo, el fotógrafo Joaquín Alcón y con el poeta gaditano José María Alfonso. En París permaneció hasta 1969, componiendo algunos de sus versos máws emocionantes, al tiempo que realizaba los trabajos más diversos: Formó parte del servicio de limpieza del Banco de Indochina y ejerció como contable en un restaurante del Barrio Latino, donde aseguró haber conocido a Leo Ferré.
En enero de 1969, vuelve a Zaragoza y funda junto a Eduardo Valdivia y Luciano Gracia, Fuendetodos, la más hermosa colección de libros de poesía que ha visto la luz en esta tierray una de las más importantes en la España de aquella época. Durante sus cuatro años de vida (1969-1973) publicó obras de autores aragoneses como: Miguel Labordeta, Luciano Gracia, Jose Antonio Labordeta o Ildefonso Manuel Gil, junto a otros de reconocido prestigio en el conjunto del Estado: Vicente Aleixandre, Leopoldo de Luis, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Luis Rosales o Gloria Fuertes. El propio Julio Antonio Gómez, incluyó en ella su poemario capital, que fue injustamente ignorado por la crítica, Acerca de las trampas (Zaragoza, 1970).
En enero de 1971, muere su padre, y en marzo es encarcelado nuevamente, acusado por no haber denunciado un robo en su propio domicilio. Su segunda estancia en Torrero no será larga, aunque le servirá para darse cuenta, definitivamente, de que no tiene nada que hacer en Zaragoza. Retrasará su huída hasta 1973, cuando parte con destino a Tánger. Allí compró una casa humilde y montó después un laboratorio fotográfico. Entabló una fuerte amistad con Choukri, autor de El pan desnudo y condenado por Jomeini.
Unos años después, en 1977, consiguió el premio Marruecos de poesía en español con su libro El fuego de la historia (publicado por Antón Castro en 1989). Poco después se supo que una situación económica precaria le obligó a marchar hasta Las Palmas de Gran Canaria. Allí acaabó su vida un día de abril de 1988, hundido, triste y derrotado, cansado de vivir. Víctima de su propio corazón desbordado fue detenido una vez más, esta para siempre, por un infarto. Trabajaba como contable en una casa de alterne. Llevaba mucho tiempo alejado de esos dos mundos que tanto amaba: el de la creación y el de la edición. Dos mundos que unidos al amor y a la amistad fueron siempre el motor de su vida. Una vida que, como escribí hace doce años, al conocer la noticia de su muerte, había concluído mucho antes de aquel paro cardiaco:
Deja que ahora te bese
la gran mentira de morir,
porque a ti te mató el amor,
porque a ti, te mató la vida.
(Antonio PÉREZ MORTE / Publicado el Viernes, 12 de Mayo de 2000, en el suplementoLibros de El periódico de Aragón)
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