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DESDELDESVAN

NIT DE SANT JOAN

NIT DE SANT JOAN

 

MIQUEL MARTÍ I POL

 

FOC DE SANT JOAN

 

Els vailets que a l’estiu,

roben la fruita dels horts

i els altres, els que no la roben,

i fins aquells petits monstres

que durant llargues tardes xafogoses

aprenen les lliçons d’història;

tots plegats

i llurs mares i germanes

i les nenes del veïnat

de menys de quatorze anys

i algun home escadusser

que diu que estima la familia,

però que, en realitat,

no té deu rals per prendre’s un cafè;

tots plegats, repeteixo,

criden desassenyadament

i riuent i s’empaiten

i encenen, incansables,

mants coets i petards

a l’entorn d’un foc de llenya verda,

manècs d’escombra

i qualque resta de cadira vella.

 

Fa una nit calorosa

i hom es veu obligat a mantenir

les finestres obertes.

I el poeta,

que odia de tot cor aquest costum

i que, silenciós i sol, a dins la cambra

incitava les Muses en veu alta

per enllestir un poema dedicat

a l’estimada absent,

ara abatut,

llegeix una novel-la

que és com un manual del crim

en vit-i-set capítols.

 

                (Miquel Marti i Pol "El Poble")

3 comentarios

Entrenomadas -

Gran poeta, de los indispensables.

Un saludo,

Marta

Mariano -

Gracias, Beatus, por la traducción y por el pequeño escalofrío que da recodar viejos tiempos... y asignaturas pendientes.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Beatus -

Hola, Mariano... un escalofrío me ha recorrido al releer este poema publicado por primera vez en 1966 y que yo conocí en 1971. Quizás sensible aún por los "terremotos" de las masclatás que nos han acompañado en estos dias y los fuegos en Sant Joan en tierras del Montsant... Bueno, que me he puesto a escribir y he hecho una traducción rápida del poema, por si ayudo a alguien. Es literal.

Los chiquillos que en verano,

roban la fruta de los huertos

y los otros, los que no la roban,

y hasta aquellos pequeños monstruos

que durante largas tardes bochornosas

aprenden las lecciones de historia;
todos unidos

y sus madres y germanas

y las niñas del vecindario

de menos de catorce años

y algún hombre suelto

que dice amar a la familia,

pero que, en realidad,

no tiene diez reales por tomarse un café;
todos unidos, repito
gritan sin juicio

y ríen y se empujan

y prenden, incansables,

grandes cohetes y petardos

alrededor de un fuego de leña verde,

y mangos de escoba

y cualquier resto de silla vieja.

Hace una noche calurosa

y uno se ve obligado a mantener

las ventanas abiertas.

Y el poeta,

que odia con todo corazón esta costumbre

y que, silencioso y solo, dentro de su cuarto

incitaba las Musas en voz alta

para finalizar un poema dedicado

a la amada ausente,

ahora abatido,

lee una novela
que es como un manual del crimen

en veintisiete capítulos.