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VEINTE MODELOS ( DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XII.- Kyoto
Sería fácil reducir el mar a un lago de petróleo pestilente; sería suficiente con abrir todas las espitas; hay petróleo suficiente para eso. Incluso se le podría pegar fuego y transformar así la superficie de la tierra en una enorme antorcha visible desde la luna.
Podrían colocarse neumáticos usados en el fondo de los mares, realizar barreras de coral y goma negra en torno a los continentes; hay suficientes neumáticos usados para eso, y también para sujetar la tierra a cualquier otro planeta, como si fuese una bola de condenado a trabajos forzados…
Sin embargo quiso construirse un arca, una nueva arca de Noé, hecha de latas de aceite y de petróleo, una nave vistosa con latas de todos los colores, todos los logotipos, las marcas y los nombres de las multinacionales que enlatan los derivados del petróleo, los lubricantes, los disolventes, los fabricantes de automóviles, los mensajeros del CO2…
La construyó en forma de globo, y no quiso introducir en ella ningún animal de ninguna especie. Esperó un tiempo, pensando que no tardaría mucho tiempo en llegar el nuevo diluvio. Abrió una puerta y se encerró en la esfera una vez construida. Los que pasan por delante preguntan de forma invariable:
__ ¿Y se está cómodo ahí dentro?
Él responde también con otra pregunta:
__ ¿Y se está cómodo ahí afuera?
De vez en cuando, como Diógenes, pide que no se paren delante de la puerta, que no le quiten el sol.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS ( DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XIII.- Lo que echamos de menos (I)
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“La decisión de Richard Serra de reponer la escultura perdida del Museo Nacional Reina Sofía, con la fabricación de las misma planchas de acero cortén, es una práctica habitual en el arte actual… La fundición alemana que trabaja con Serra recibirá por correo electrónico los planos y las instrucciones para cortar dos bloques de 148,5 x 500 x 24 centímetros y otros dos de 148,5 x 148,5 x 24 centímetros para formar de nuevo la escultura Equal-Parallel / Guernica-Bengasi ”
(De “El País, jueves 27 de julio de 2006)
Le había dado muchas vueltas, porque era todo un enigma y un reto, para terminar admitiendo que sí, que en efecto, que, a partir del conceptualismo y el minimalismo de los años sesenta, una obra de arte es un concepto, una pieza mental, algo muy alejado de los artefactos tradicionales de la escultura o la pintura. El original, la copia y el objeto industrial derivado de ellos, viene a ser una y la misma cosa.
El artista ha dejado de ser el santón de turno y la obra ha perdido los tintes de lo sagrado, de un fetiche, un objeto de culto, si es que alguna vez los ha tenido. Una obra de arte se puede fabricar en serie, transportar de forma virtual, a la velocidad de la luz, de un extremo al otro del globo, incluso la imagen virtual preexistente a la propia obra digamos”material” tangible, es más perfecta en su pre-existencia, no es necesario ni siquiera fabricarla.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XIII.- LO QUE ECHAMOS DE MENOS (II)
***
El hecho en sí, no dejaba de tener su ironía, sin embargo. Lo que ocurrió primero fue la desaparición de la obra “original”; y una pieza de 38 toneladas de peso y otros tantos millones de coste en dinero de la época, no se evapora, ni el acero cortén es material perecedero… La empresa que se hizo cargo del almacenamiento, la empresa constructora, el patronato del museo, nadie asume la desaparición, ni se hace responsable: la escultura existe, pero no está.
Tiempo después el autor y el museo decidieron fabricar “otra obra original” que debía colocarse en su emplazamiento original, allí donde solía, y si con el tiempo aparece la primera, ésta se destruye y santas Pascuas... “La obra resultante será considerada como original a todos los efectos y, de aparecer la primera, escultor y museo decidirán cuál de ellas será destruida”.
El mismo día y en el mismo periódico otra noticia le llamó la atención: “La Fiscalía Anticorrupción investigará la gran urbanización que se levanta en Seseña (Toledo), una nueva ciudad de 13.508 casas en bloques de 10 pisos…”
(De “El País, jueves 27 de julio de 2006)
No recuerda muy bien si lo ha soñado, pero dentro de 10 años alguien descubre en la plaza mayor de la citada urbanización una escultura “original” de Richard Serra… dicen que ha sido colocada allí a expensas de un constructor apodado “Pepe, el Chatarrero”.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS ( DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XIV.- Los rotos
Nunca se supo lo que había dentro. Todas las cajas aparecieron abiertas. Un paralelepípedo de madera de naranjo, una figura geométrica imposible, un prisma cuyas bases, o sus caras no son forzosamente paralelogramos. Recordó algunos cuadros clásicos de tema religioso:”la resurrección”, “el sepulcro vacío”, “la aparición a las mujeres”… e inmediatamente se centró en una idea.
Cajas mortuorias, sarcófagos, sepulcros abiertos al tercer día.
Había un antes y un después, un adentro y un afuera, un interior y un exterior, un espacio y un vacío … lo que estaba dentro había forzado las paredes de la caja, había surgido desde el interior, había emergido con una fuerza incontenible, había resucitado… pero ¿qué?
Y sólo se le ocurrió decidir que aquello era posible.
Una explosión de luz. Podía haber ocurrido de noche, una noche de tormenta, entre un festival de rayos y relámpagos y rodar incesante de truenos.
Algo o alguien que no había soportado la oscuridad encerrado entre media docena de tablas de madera de naranjo.
La oscuridad no lo admitió entre los suyos, no fue el elegido de la tumba; la noche le fue propicia para escapar huyendo del encierro.
Surgió así de pronto; curvó y retorció las paredes de la cárcel y ya no está.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XV.- El arte de reducir
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Pensó que no sería fácil, pero quiso intentarlo. Salió de buena mañana; no era necesario apresurarse, sin embargo; el prado empezaba a la puerta del taller y desde las ventanas de su casa podía apreciarse en todo su esplendor de verde, en el frescor de la noche, en la hierba recién segada, en los árboles que lo circundan, en la brisa, en el olor, en el sabor de una brizna de hierba entre los dientes, no sería fácil, no.
**
Paseó despacio, al comienzo sin método alguno, en un ángulo del prado descubrió el inicio de un sendero, luego quiso recorrerlo de forma sistemática, palmo a palmo, se internó entre los pinos y aspiró con fruición el olor de los primeros eucaliptos, retiró algunas ramas, seleccionó tres o cuatro restos de poda y comenzó a serrar…
Paró en seco y por vez primera se preguntó:
__ “¿Qué estoy haciendo?”
***
No podía acarrear el bosque, ni llevarse consigo el prado, se dio cuenta de que elegir es reducir, no podía llevárselo, no un bosque, ni un árbol, ni una porción de bosque, ni una porción de prado…
Se tumbó en la hierba boca arriba mordisqueando una brizna, luego se revolcó en el prado y regresó lentamente a casa…
No podía llevarse consigo el olor, el color, el viento,la inclinación del terreno, la luz… ni una brizna de hierba siquiera.
****
Ya en el taller, observó atentamente; sobre el caballete un lienzo preparado, en blanco; se miró en el espejo y descubrió en su cabello una brizna de hierba… la recogió con delicadeza y con un poquito de cola la fijó en el lienzo…
La brizna de hierba incluye todo el prado, pero borra el prado también, el prado ya no existe.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XVI.- Caliza escrita (I)
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Le gustaba sobre todo la piedra natural, como material escultórico y ornamental por excelencia: el granito, el mármol… también el alabastro por su luz interior y a veces la pizarra o la arenisca, siempre la caliza, la más modesta, la más natural. Él se decidió por las calizas.
Lo decidió desde el principio: caliza escrita.
La buscó por todas partes; buenas canteras de calcitas, famosas desde los romanos, como fuente de material de construcción, yacimientos de donde salieron las piezas de las catedrales, los puentes, los acueductos, las calzadas… hasta ciento veinte variedades de piedra de cantería tradicional registrados en el país, y sobre todo, un mineral abundante en la naturaleza, a veces cristalizado, otras en masas de estructura compacta, concrecionada, fibrosa, terrosa… que se presenta con aspecto incoloro, vítreo y transparente cuando es puro… entre sus variedades se encuentran diversos tipos de calizas tales como los mármoles, calizas oolíticas, pisolitos, alabastros, calcitas, dolomitas, magnesitas, aragonito, espato de Islandia, etc. etc.
Desechó el resto y se centró en la caliza y a partir de ese momento fue la piedra de su predilección.
Sabía que los griegos utilizaron la cal en muchas construcciones, según citas de Jenofonte y Teofrasto. Plinio lo confirma diciendo que lo usaron en la construcción del templo de Apolo y Dioscorides lo recomienda para uso médico.
Pero no estaba conforme del todo.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XVI.- Caliza escrita (II)
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En sus paseos por el campo observó las alineaciones de piedras en los muros de los huertos, en las terrazas de los olivares y de los almendros, en los “cucos”, bardas o “bardizos”, en los chozos o las casetas de pastor, en los neveros o “pozos de nieve”, en las trincheras, los parapetos, los pozos de tirador, los nidos de ametralladora de la guerra civil, en los monumentos funerarios… y fue como una revelación porque la escritura en caliza era anterior a los romanos y los griegos, y especialmente en la cuenca del Mediterráneo, un auténtico libro abierto.
Y se aplicó a su lectura.
Llamaban construcciones de “piedra seca” a ese ingenio que consistía en levantar piedra sobre piedra, sin ninguna unión aparente, ni tierra, ni barro, ni mortero, ni argamasa, ni cemento, hasta constituir un reparo, un refugio, tal vez una cúpula, un techo.
Se apuntó a todas la jornadas y congresos que versaban sobre el tema: Mahón en Baleares, Lesbos en Grecia, Higueruela en Albacete, La Fatarella en Tarragona, Monreal del Campo en Teruel… y quiso recorrer todas las páginas de la historia, todos los renglones escritos, todas las líneas de escritura dispersas, en ocasiones orladas de zarzas, semiocultas por la hiedra, derruidas a veces, otras enhiestas…
Y se aplicó a su lectura: el libro de los siglos se abrió ante sus ojos; era una floración nueva, un mundo salvaje, un mundo de escritura en la caliza, en los brotes de estalactitas milenarias, en las flores de piedra levantadas, en los muros junto a los caminos, en las estelas elevadas o durmientes que celan a los vivos y los muertos, en las cavidades de la tierra que respiran:
Ahí estaba todo: caliza escrita.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XVII.- De los colores de la noche
Un hombre mató un toro en campo abierto; por nada, simplemente le gustaba ver la sangre, quería tener la sangre entre sus manos. El toro era un semental grande, viejo ya y noble que tardó mucho en morir, estuvo toda la noche agonizando.
Llegada la mañana se juntaron al mismo tiempo, el miedo, el dolor y la vergüenza, y se alejó corriendo. Pero no fue demasiado lejos colina abajo; se tendió en la hierba y se volvió a mirar.
Lejos ya, en el horizonte de la colina se distinguía la enorme cabeza y el lomo del animal abatido, como una montaña más en el límite del universo. La sangre roja comenzó a fluir y a extenderse por el cielo, no era rojo de sangre negra y densa, al contrario, parecía diluirse en el aire o en el agua o por el cielo, y comenzó a llenarlo todo: era púrpura, rosáceo, teñido de azul, de ocre, de oro y todo ello entreverado de copos de luz…
Y vio cómo en un momento, entre los cuernos del animal, surgió una llamarada, un estallido de luz, un disco de oro y pensó que su final estaba próximo: había oído hablar de la venganza de Apis; y entonces sólo tuvo miedo: se levantó y sin mirar atrás, colina abajo, siguió corriendo.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS ( DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XVIII.- Tuviera ella un caballo (I) *
“Si en lugar de nariz tuviera ella un caballo…”
Sólo disponía de un cuchillo, tomó un trozo de corteza de pino y comenzó a esculpir lo que le pareció un muñeco, luego otro y otro. Su hermana le miraba con envidia y le pidió que le hiciese un caballo.
Luego pensó en una barca, vació un pequeño tronco y con un trozo de papel fabricó una vela, la fijó en un mástil y consiguió llevarlo flotando, guiándolo con un palito a lo largo del arroyo; chocaba contra las piedras, pero pudo transportar cómodamente uno de sus muñecos…
Más tarde se fijó en las barcas…
“las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol”
(Manuel Altolaguirre “Las islas invitadas”)
Le dieron lástima las barcas semihundidas en el agua sucia del puerto, algunas arrumbadas en la orilla, acodadas a las rocas, volcadas en la arena, las quillas en el aire, comidas del orín y de la sal, desfondadas, rotas las cuadernas, roída la borda por el roce de los remos y las cuerdas de amarre, apenas superpuestas cien capas de pintura…
Y decidió que era necesario colocarlas de pie, darles una dignidad hierática de viejas estatuas y se aplicó de firme a la tarea…
Aguantó como pudo las risas y los guiños de los viejos pescadores, los que necesitan día a día el aire del mar, y el gusto de la sal y el olor de las algas podridas en las redes del paseo del puerto…
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XVIII.-TUVIERA ELLA UN CABALLO (II)
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Comenzó con un viejo chinchorro, y no fue tarea fácil ponerlo de pie… la popa forma un ángulo inclinado respecto de la vertical; no, no es fácil erigir un barco, o una barca y colocarlo con la quilla en posición vertical; hizo un nuevo esfuerzo aprovechando un hueco en la arena pero se le derrumbó como castillo de naipes, completamente descuadernado.
Pero no se dio por vencido y lo intentó de nuevo, con la siguiente barca tuvo algo más de suerte, consiguió tras duros esfuerzos colocar de pie la vieja carcasa; esfuerzo inútil, la barca se partió en dos a lo largo de la quilla como una raja de melón.
Entonces decidió que era eso lo que andaba buscando; era un problema de orientación; el destino de las viejas barcas era el regreso al bosque, el retorno al árbol, la vuelta de la materia, el retorno de la madera a sus orígenes, al árbol primitivo.
Y en la orilla de la playa empezó a crecer un bosque, un verdadero bosque de barcas, las quillas apuntadas al norte, esperando un ligero viento que les permitiese hinchar las velas y tomar el largo…
Sólo entonces se sintió satisfecho y se sentó a contemplarlas; pensó en su hermana: “¡Si ella tuviera un caballo!”
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XIX.- Su silueta contra el resplandor alpino
Sabemos que a determinados pájaros, las golondrinas por ejemplo, les atrae el espacio transparente, el cielo del verano al atardecer, la superficie de un estanque, el cristal de una ventana. A veces en sus ráfagas vertiginosas, cruzan el cielo con un agudo chiar, resbalan por la superficie y toman con sus picos abiertos unas gotas de líquido que les sirven también para amasar el barro de sus nidos… y a veces chocan contra el vidrio de las ventanas.
Recogí con cuidado aquel cuerpo caliente que latía entre mis manos… como si el cielo se hubiese volcado de repente, como si el aire adensado de la tarde hubiese juntado todo el plomo del sol, todos los hilos de sus vuelos de vértigo, las madejas de las nubes, los frutos alados recogidos al vuelo, en su ávido pico…
Todo estaba allí, pero nada era lo mismo, en una piltrafa de carne, apenas con un hilillo de sangre en la cabeza, un sueño roto, un disfraz arrumbado en el respaldo de la silla, un plumero desplumado, un cadáver de ojos entrecerrados…
No había sido fulminada por el rayo, ni los plomos del cazador segaron la guadaña de sus alas, ni quebraron el arco o la parábola trazada en el plano del cielo…
Sólo por un momento, en un relámpago, dibujó su cuerpo una silueta triste de cristo crucificado en el otro lado del cristal de mi ventana…
Abandoné el libro y la lectura y en el rincón más fresco del jardín enterré su cuerpo envuelto en una servilleta blanca…
Soplaba el aire fresco y hacia occidente se tendían algunas nubes dispersas.
Definitivamente el verano había terminado.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS ( DE ESCRITURA ) PARA ARMAR
XX.- Césped del medio exento (I)
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“Cuando la guerra, los últimos animales que se morían eran los caballos “
Recordaba viejas imágenes de color sepia con caballos reventados de la primera de las guerras del siglo pasado y también la de un miliciano parapetado detrás de un caballo abatido y disparando su fusil en la Guerra Civil española, y la impresión que le produjo un caballo molido a palos entre las imprecaciones y los gritos de un carretero enfurecido, un pobre jamelgo incapaz de levantarse, atrapado entre los varales de un carro volcado en la cuneta...
Recordaba el brillo de los arreos de cuero del caballo y los del miliciano y el brillo del fusil entre sus manos.
Y recordaba o se imaginaba también la suerte de las vacas y los caballos, los cerdos y las ovejas, los carneros, los corderos jóvenes, los potros, los terneros y el inmenso matadero sucio y apestoso inundado de sangre, la muerte de los animales tras la conmoción, tras el aturdimiento, tras el golpe de gracia del mazo en la base del cerebro…
No quería ser cómplice de las masacres, ni el despellejado, ni del despiece, ni de los puestos del mercado entre moscas y restos sanguinolentos; empezó a odiar los cuchillos y las piedras de afilar, las picas, las hachas, los machetes y los verduguillos; se aprestó a olvidar el impacto o la punta del acero que llega al punto en que la espina dorsal se une al cráneo, en el hueco que forma el brazuelo delantero y por donde la cuchilla penetra llegando al corazón, el trazado de la espada o del rejón en todo lo alto, le producía náuseas.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
XX.- CÉSPED DEL MEDIO EXENTO (II Y FINAL)
Cuando la guerra los últimos animales que morían eran los caballos; tan pronto como no se sostenían en pie, la gente los mataba, pero estaban flacos y no se encontraba carne allí… sin embargo el hambre no distingue y no se hacían ascos a la lengua, los carrillos o los sesos, cocían los huesos y una vez descarnados eran presa de los perros.
Lavadas por la lluvia, calcinadas por el sol, las calaveras inmaculadas surgían de la tierra; si el tiempo era propicio y las lluvias abundantes, en el hueco de la calavera, en las cuencas vacías, al año siguiente la hierba crecía en abundancia.
Al fin se olvidó la guerra, cultivaron los campos y en lugar de alimento para los caballos, los campos producen maíz en abundancia. También se olvidó el olor y el gusto de la carne, pero no se recuerda que es la sangre, la tierra ahíta de sangre la que hace crecer el maíz en abundancia.
Mariano Ibeas
VEINTE MODELOS (DE ESCRITURA) PARA ARMAR
HOMENAJE ... Y FINAL
ÍNDICE Y nota explicativa:
Los títulos y las citas de “Veinte Modelos” corresponden a las páginas 65 a 74 arrancadas seguramente de una revista literaria que no he conseguido identificar y que bajo el título de “Veinte poemas en prosa”, me hizo llegar una amiga sin muchas explicaciones: Los títulos y los autores eran los que siguen:
I.- Últimos regalos, de Kim Addonizio
II.- Zonas residenciales, John Burnside
III.- Acerca del refugio, Anne Carson
IV.- Me prohíben detenerme, Jacques Dupin
V.- El otoño, Russell Edson
VI.- Los paisajes que atraviesan, Jean Follain
VII.- Naturaleza muerta, Stratis Haviaras
VIII.- El huevo se sumerge en leche negra, Martin A. Hibbert
IX.- Tu bebé, Louis Jenkins
X.- Interrogatorio desnudo, Yusef Komunyakaa
XI.- Sapo, verraco, asesino, espejo…, Larry Levis
XII.- Kyoto, John Levy
XIII.- Lo que echamos de menos, Sarah Manguso
XIV.- Los rotos, W.S. Merwin
XV.- El arte de reducir, dan Pagis
XVI.- Caliza escrita, Meter Redgrove
XVII.- De los colores de la noche, N. Scott Momaday
XVIII.- Tuviera ella un caballo, Gertrude Stein
XIX.- Su silueta contra el resplandor alpino, James Tate
XX.- Césped del medio exento, Rosemarie Waldrop
A todos ellos rindo el homenaje de estos textos.
Mariano Ibeas, verano-otoño de 2006
Manes manent mariano...
Y Lewis Carroll
Leopoldo María Panero
(De vida y muerte danza o el encuentro
en soledad concentro
de árbol y piedra y sílaba en espacio
quemar un traje de trágica hiedra
con vil insignia de brutal topacio
imaginada en la concreta piedra.
(recorta la tristeza, impone
lentamente sus vetos
y examina el verdal su paso tardo
(Manes manent mariano y Lewis Carroll)
Leopoldo María Panero, Poesía Completa 1970-2000, Colección Visor de Poesía
Nota: "Estoy más orgulloso de lo que leo, que de lo que escribo". Esta cita que se atribuye a Borges, me permite afirmar también que soy un buen lector medio, que soy Leo, según los signos del Zodiaco, que mis lecturas son mi alimento y carne de mi carne, y si "confieso que he leído" es precisamente porque mis lecturas me llevan a escribir. Y de ello escribo.
LA VOZ Y LA MEMORIA
“La canción es un género literario distinto de la poesía”
Leído en el Suplemento Babelia de El País , sábado 25 de Noviembre de 2006:
“Mi relación ha sido siempre de devoción y de respeto por las palabras… por eso me duele tanto el mal uso que se hace de ellas. Escribo canciones porque cuento historias… mi voluntad ha sido siempre que las palabras fueran las protagonistas de lo que escribo. Sin olvidar la música, porque si no en lugar de canciones haría cuentos o poesía… La canción es un género literario muy específico, pero en la canción la poesía tiene que ser parte fundamental siempre”. Joan Manuel Serrat
Todos los que compartimos la misma generación, la de los primeros autores o intérpretes de la “canción de autor o de la protesta” llevamos en el imaginario colectivo las primeras canciones de unos pioneros que hoy celebran los cincuenta años de la primera canción propiamente de protesta.
Y quién nos iba a decir que sería precisamente una letrilla de Góngora, “La más bella niña” musicada por Paco Ibáñez en París en 1956,el inicio de algunos de los más bellos poemas que hemos podido escuchar en lengua castellana acompañados por la música de Serrat, Mª del Mar Bonet, Raimón, Aute, Víctor Manuel o Sabina.
Descubrimos que los viejos poemas de Góngora, Quevedo, Celaya, Machado, Otero, Cernuda o Goytisolo no estaban muertos precisamente.Los vientos que nos llegaban de más allá de los Pirineos traían los ecos de los “paroliers” franceses como Brassens, Ferré, Ferrat, Gréco o Moustaki.No faltaban tampoco los ecos del “folk” allende el Atlántico en la voz de Pete Seegers, Bob Dylan, Joan Baez, Peter Paul & Mary, e incluso más al sur, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui…
Fueron los catalanes “Els Setze Jutges” los pioneros en la reivindicación de la lengua y la conquista de determinados espacios de libertad que por otros lados se nos negaban y nosotros mamamos la poesía y la canción con cierto regusto de lo clandestino o lo prohibido.
Los recitales en los colegios mayores, los discos de vinilo que viajaban en las mochilas, los libros conseguidos en la trastienda de determinadas librerías o tiendas de discos sirvieron para alimentar unos pulmones que respiraban aires demasiado enrarecidos.
La lista podría ser extensa, pero a todos ellos, esos “cantautores” de una canción_ protesta tan denostada por muchos, desde la nostalgia y el recuerdo les debemos el homenaje y el reconocimiento. Gracias.
Mariano Ibeas
ON THE ROAD ...
He llegado aquí…
He llegado aquí
partiendo de las sombras
y me he topado con la luz
de amanecer
y no quiero más que silencio,
que mi voz no rompa
los cristales
que mis pasos
sean el camino que me lleve a ti
que mi mano
se preste
al manantial
de tus caricias,
que sea propicio el viento...
sólo eso
y tu voz en mis oídos.
Mariano Ibeas
LEÍDO POR AHÍ...
DE INTERÉS GENERAL , PÁSALO.
Hay quienes dicen que hacerlo de pie fortalece la columna,
boca abajo estimula la circulación de la sangre,
boca arriba es más placentero,
hacerlo solo es rico pero egoísta,
en grupo puede ser divertido,
en el baño es muy digestivo,
en el coche puede ser peligroso,
hacerlo con frecuencia desarrolla la imaginación,
entre dos enriquece el conocimiento,
de rodillas resulta doloroso...
sobre la mesa,
sobre el escritorio,
antes de comer o de sobremesa,
sobre la cama o en la hamaca,
desnudos o vestidos,
sobre el césped o la alfombra,
con música o en silencio,
entre sábanas o en el cuerto de baño...
hacerlo siempre es un acto de amor.
No importa la edad,
ni la raza,
ni el credo,
ni el sexo,
ni la posición...
¡Leer... leer es un placer, siempre!
Hay que leer más.
(Pásalo)