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MOSCAS
Han desaparecido; poco a poco han ido extinguiéndose como tantas otras especies conocidas o familiares, han caído como moscas, y nunca mejor dicho. Algunos hablan de cambio climático, otros de mutaciones, otros de cambios de comportamiento y de hábitos...
Estábamos cansados de verlas posadas sobre sus cuatro patitas posteriores, frotándose los brazos y antebrazos, haciéndo el aseo o la higiene de sus grandes ojos compuestos con sus patas anteriores, frotándose con satisfacción las alas membranosas, volando, apareándose o succionado con su trompa carnosa las más variadas porquerías; nuestras moscas familiares, un paisaje de costumbre, han ido desapareciendo de forma alarmante, sobre todo en las ciudades.
Han acompañado nuestros momentos de ensoñación, nuestras observaciones de "ciencias naturales" de "conocimiento del medio" de "bilogía aplicada" han servido para la experimentación con métodos de tortura refinados, en fin, nos acompañaron toda nuestra vida.
Una cadena alimentaria aséptica y cerrada con rigurosa trazabildad en los alimentos orgánicos, desechos y basuras cada vez más escasos, siempre controlados y reciclados, unos insecticidas cada vez más comunes, letales y sofisticados han debido impedir a las sucesivas generaciones de moscas volar, aparearse, alimentarse, poner sus huevos, reproducirse ...
Han muerto y alguien decidió que el proceso no debía hacerse irreversible.
Sólo en algún recinto remoto de la ciudad siguen, como una reserva biológica o un parque temático, algunos ejemplares supervivientes de la especie, testigos efímeros de los viejos tiempos... cuando todavía había moscas.
En un viejo café, cerca del puerto, vimos algunas volar, osarse luego cerca de las tazas y sorber golosas con su trompa restos de azúcar o líquido derramado...
Alguien, de repente recuperó los viejos gestos también; dobló el periódico y de un papirotazo, ¡zas! cortó en seco el recorrido vital del insecto.
El cadáver no yacía como siempre, panza arriba, con las seis patitas juntas y cruzadas sobre el torax..., no, esta vez no. De su cadáver no sale ningún fluído, no hay aplastamiento del abdomen, nada; si acaso, y una vez observados con detenimiento, algo parecido a unos chips en miniatura y unas piezas de ferrita.
Mariano Ibeas
HORMIGAS
En la acera un perro diminuto, inquieto y chillón, se afana tras el rastro oloroso de un colega, o también de su propio rastro, impreso dos veces al día, semana tras semana, al pie del mismo árbol o sobre el tronco miserable de los aligustres de la esquina.
El dueño tironea de la correa; está impaciente también, intenta marcar una y otra vez un número de teléfono en el móvil y al final hace una llamada perdida y luego cuelga.
El perro no hace cacas hoy, sin embargo la bolsa de plástico está dispuesta para recogerlas...
Un hilera de hormigas sigue en su faena, cada insecto no parece dudar demasiado para seguir la huella química de sus congéneres; en el ejército de hormigas el desfile es siempre en línea de a uno; cada una sigue a la anterior con decisión y firmeza, con obediencia ciega.
Debe ser difícil seguir un rastro entre tanta confusión de olores, debe ser difícil identificar a la perrita del vecino entre tanta confusión de rastros, es difícil localizar a alguien en el ejetreo de las comunicaciones inalámbricas.
El hombre piensa en regresar de inmediato, comprueba si en el buzón del portal hay algo nuevo; nada, cartas de los bancos. Sube al piso, acude presuroso al ordenador, al buzón del correo electrónico, por si hay algún mensaje de última hora; nada, "spam", correo basura, nada nuevo.
El hombre deja un mensaje en el contestador telefónico, coloca un "post-it" en la puerta de la nevera; no volverá para comer y que su mujer no se olvide de los niños, ni del perro para el paseo de la tarde.
El hombre cierra la puerta de golpe y se va; el perro gime tras la puerta; en el ascensor un rastro de perfume indefinido; no logra asociarlo con ninguna de sus vecinas; en la puerta un olor insistente a tabaco; ya en la calle un auténtico fumadero de tabaco en horario laboral y por el suelo un montón de colillas...
A la entrada del metro una hilera de personas sin rostro definido, sin rastro oloroso definido, todo común, todo de gris, todo mezclado, inidentificable e irreconocible... siempre huele igual en los pasillos del metro.
Alguna ventaja tienen que tener las hormigas.
Mariano Ibeas
EL CUENTO NO TERMINA ASÍ
__ El cuento no termina así...
__ ¿En qué quedamos?
En realidad nadie sabía qué hacía allí esa planta.
La encontraron por casualidad; fue un trabajador, un albañil de los de la reforma del tercero. Se le cayó una herramienta al patio interior y quiso recuperarla. Para ello solicitó el permiso en la oficina, para descolgarse por la ventana del primero. La secretaria del despacho no puso inconveniente; su jefe, que no estaba en ese momento, tampoco hubiese puesto inconvenientes, aunque si lo veía algún vecino podrían tener problemas, ya habá suficientes problemas con los vecinos...
__ Pero el cuento no termina así.
__ ¿En qué quedamos?
El trabajador señalaba una planta, junto al deasagüe de la terraza.
__ Es una "Paneurophorbia caledónica" , dijo el trabajador; cualquiera sabe cómo ha llegado hasta aquí.
__ ¿Y qué es una "caledónica" de esas?
__ Una planta rarísima por estas latitudes. En mi país es más frecuente; en realidad se pueden encontrar por todas partes, pero es delicada fuera de su ambiente. Hay que regarla, protegerla un poco en verano para que no le dé mucho el sol y tiene unas flores preciosas.
__ ¿Y se puede tener en una maceta?, quedaría muy bien en el despacho.
__ Es muy delicada, no es fácil de transplantar, se moriría.
__ No se preocupe, yo me encargo de ello desde ahora.
__ ¿En qué quedamos?
Pero el cuento no termina así.
Mariano Ibeas
MI LADO BUENO
A partir de la caída de la bicicleta, no consigo dominar bien mi brazo izquierdo.
No dije nada en casa, me pareció un golpe sin importancia, un moratón, una pequeña hinchazón apenas, y sin embargo, desde entonces, mi codo se resiente.
Cada vez uso menos la mano izquierda, no me fío de ella, no tiene la fuerza que solía y , en cuanto a la precisión __ digamos psicomotricidad fina __, nunca ha sido una maravilla, porque soy diestro, siempre he confiado más en mi mano derecha; ahora, apenas si me ayuda; prefiero decir que me he vuelto "hiperdiestro".
Duermo de lado, efectivamente, del lado derecho; es la única manera de levantarme de la cama de forma ágil y mínimamente digna.
Últimamente camino con el brazo izquierdo pegado al cuerpo; temo no poder dominar a la perfección este lado de mi cuerpo y que alguien note de inmediato mi lado "manco" _ debería haber un término equivalente a "cojera" para esta deficiencia, no, no solamente manco, no, más bien "tuerto"; eso es, tuerto del brazo izquierdo.
En resumen, que no consigo hacer mío mi otro "yo colateral" y tengo miedo de que con el pie izquierdo me suceda lo mismo; últimamente, al levantarme, noto la pierna izquierda como reticente, como si le costase ayudarme...
Y ¿qué ocurrirá con el riñón izquierdo, el bazo, el páncreas, mi pulmón izquierdo, mi lado izquierdo del cerebro...?
No, si acaso con mi hemisferio cerebral derecho...
No quiero ni pensarlo... pero me he sorprendido mirando de reojo mi lado izquierdo en el espejo.
Mariano Ibeas
CITANDO A MAX AUB ( Y FINAL)
Algunas citas más para recordar al maestro, y , quizás, para enseñanza de muchos intolerantes:
"Hoy es pasado mañana"
"No es la letra lo que entra con sangre... lo que entra con sangre es la vida"
"Cuando un hombre piensa dejándose guiar sólo por su sentimiento, por su intuición o por su fantasía, está solo, completamente solo. Estos se guían por su razón. Estar solo es estar consigo mismo. Estar de acuerdo sonsigo mismo es estar solo, solitario de mi propio desierto"
"Aquellos creen en Dios porque le tienen miedo al hombre, y Dios es un buen comodín"
"__ ¿Cómo vendes biblias siendo ateo?
__ Si creyese en Dios, las regalaría. A mí no me engaña ni Dios"
Citando a Max Aub "El laberinto mágico", "Campo Cerrado", Ed. Alfaguara
TELÉFONOS
Se llamaban a menudo por teléfono; era su manera de estar juntos; saludos, mensajes, avisos, llamadas perdidas, buzón de voz, citas... y luego, cuando coincidían de veras, todo se resolvía en un abrazo, un beso fugaz de vez en cuando, nula conversación...
Lo suyo era el teléfono, un verdadero presupuesto en facturas, y, cuando estaban juntos, apagaban los móviles y seguían en silencio.
Un día ocurrió.
De pronto sonó el móvil de ella en el bolso y luego el móvil de él, nervioso, en el bolsillo.
__ No puede ser, exclamaron al mismo tiempo.
Descolgaron y descubrieron con horror que los dos aparatos mantenían una conversación a sus espaldas; dos verdaderas conversaciones, como dos enamorados.
Mariano Ibeas
LA FOTO
Siempre había deseado tener un caballo de cartón, uno más grande, tamaño natural a ser posible.
Sin embargo, el que me llegó por los Reyes de aquel año era menos que un cordero recien nacido, un caballo diminuto de juguete, subido en una plataforma sobre cuatro ruedas, ni siquiera un caballo balancín en el que columpiarse blandiendo la espada de madera.
Nada de eso; podía arrastrarlo de las riendas, pero, cabalgar sobre él, ni soñarlo, me estaba formalmente prohibido.
Hasta que llegamos al estudio del fotógrafo.
Mi prima Conchi se disfrazó de andaluza con traje de farales y peineta, yo de corto, y los dos, ella y yo, subimos en aquel enorme caballo de cartón con la ayuda de una escalerilla de tres peldaños. Era, según el fotógrafo, la viva estampa de la romería a la Virgen del Rocío.
Los dos miramos a la cámara, ella sonriente y yo feliz.
Mariano Ibeas
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES I
1.- Tengo que aprender del AGUA
a Candi
tengo que aprender del agua
que busca su camino
entre las piedras
que se adensa lenta
en los remansos
que recoge el sol en sus espejos
que acaricia
los juncos de la orilla
que no sabe remontar el curso
de su brío
pero que se eleva
en niebla estremecida
por el valle y la ladera
que se extiende protectora
en el alba auroral
de las cumbres de piedra...
tengo que aprender del agua
quieta, mansa y lenta,
que vive y vivifica
y no muere nunca,
nunca, nunca.
Mariano Ibeas
EL BAÑO
Siempre que me baño cierro con sumo cuidado el desagüe de la bañera, el tapón de goma encaja a la perfección y no se filtra ni una gota…
Por si acaso.
Porque yo me duermo; me duermo en la bañera; el calorcillo del agua tibia, las sales de baño, el jabón, la luz oscilante de la vela de cera aromatizada en el rincón, la música suave, todo me relaja, y me duermo.
Y también sueño…
Ese día me desperté despavorido; soñaba que me diluía en el agua del baño, que mi cuerpo se tornaba flácido, luego gelatinoso, luego líquido y fluido y al fin, disuelto en agua, con un color sospechoso, me deslizaba suavemente con el agua jabonosa por el desagüe de la bañera.
Mariano Ibeas
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES II
2.- Tengo que aprender de la NOCHE
“reo de la noche”
(Clara Janés)
tengo que aprender de la noche
y de su caudal de sombras
que me acoge
que encierra en sus brazos protectores
mi desnudez
desvalida de criatura insomne;
tengo que cruzar de su mano
el territorio virgen
de los sueños;
debo reservar entero
mi triste esplendor de madrugada
y entretener la espera
como un reo
en el pasillo de la muerte;
debo probar mi suerte
con los dados,
y al azar de las monedas
que me salven
en el último instante
del fragor
repentino de la muerte.
Mariano Ibeas
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (UNO)
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (UNO) A mi amiga PilarA, este relato en dos partes (sólo para hacerla rabiar un poco) Mi amiga PilarA pinta unos cuadros enormes, una maravilla. Mariano Ibeas
Últimamente ni siquiera eso, yo creo que sólo pinta ojos, un solo ojo, o más bien una mirada, lo demás es un pretexto.
Un rostro de tamaño superior al natural que llena el cuadro, en el que la resultante es la mirada, no puede dejar a nadie indiferente; mira de frente e interroga al espectador, tiembla en cada pupila, rompe el espacio como una flecha y se clava directo al corazón.
Ahora sólo pinta; abandonó su trabajo de secretaria y se encierra horas y horas en su estudio; los cuadros llenan los armarios, las paredes, el estudio, los caballetes están ocupados siempre, hay lienzos por todas partes en todas las etapas posibles del proceso de creación y sólo existe un solo tema, recurrente y obsesivo: el ojo y la mirada.
Es como una obsesión que se convierte en una pesadilla; cuando, rendida de cansancio, consigue conciliar el sueño llegan los fantasmas, todo ojos y miradas en tropel, y le cercan como sombras, no consigue alejarlos, se despierta y vuelve de nuevo al estudio, a la tarea. (Continúa)
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES III
Tengo que aprender del CIELO
a Candi
tengo que aprender del cielo
que no se deja dominar por las estrellas
que se tiende tenso
por encima del mar
y las montañas
en un cobertor de brumas
y de sal
resplandeciente;
tengo que contar sus puntos
suspendidos
y sus caminos ciegos
en torno al laberinto
del horizonte en calma;
tengo que buscar el fondo del fondo
más allá donde se pierden
las flechas de todos los deseos
y los sueños viejos
de mis ojos de niño:
tengo que hartarme de mirar
hasta quedarme ciego
tengo que volver
de nuevo al paraíso
entrevisto una vez más...
Mariano Ibeas
El sueño de la razón (uno)

Aquí... la protagonista y su autorretrato.
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (DOS)
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (DOS)
Mariano Ibeas
Fue la señora que realiza algunas faenas en la casa quien la encontró,
de buena mañana, tendida en el suelo del estudio, en un revoltijo de muebles, cuadros desgarrados y sangrientos, manchas de rojo y sangre, mucha sangre… por eso la único que hizo fue gritar y salir despavorida al rellano de la escalera.
El portero, que acudió de inmediato, observó más despacio: nada de sangre, sólo óleo, toda la gama de rojos posibles: rojo burdeos, bermellón o cinabrio, carmín, almagre o almazarrón, manchas y churretones de rojo, pero ni rastro de sangre. Sin embargo no podía descartarse la violencia: los cuadros rajados, los muebles, los pinceles rotos.
Los enfermeros que la trasladaron al hospital tuvieron que emplearse a fondo; fue bastante laborioso reanimarla, acomodarla en el ascensor… no podía descartarse nada de antemano.
El portero se hacía cruces: ¿qué podía haber ocurrido la noche anterior.?
Conocía a Pilar desde hace años, había quemado, siguiendo sus órdenes, muchos de los cuadros fallidos en la caldera de la calefacción… y ahora tenía remordimientos, aunque alguno se había salvado de la quema; envueltos en papeles de periódico recogían polvo en el cuarto del carbón.
Las primeras pistas que daban los personajes de los propios cuadros se fueron descartando: un supuesto amante frustrado, un marchante, un crítico o un cliente vengativos, la ambiciosa viuda de su hermano… aquello no tenía salida y había que buscar por otro lado.
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (Y TRES)
EL SUEÑO DE LA RAZÓN ( Y TRES) El portero había observado un momento el estudio y unas imágenes recurrentes le llegaba a la memoria de forma obsesiva “El sueño de la razón…” y los grabados de Goya, con aquellos murciélagos de ojos enormes… pero también había otra, ésta vez del Quijote y el episodio de “la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto”… restos de lucha, descomunal y desaforada contra los gigantes. Mariano Ibeas Nota: *Cita de Alonso Cordel “en un vértice agudo y penetrante”
Lo de la pintora era una obsesión, el fruto del amor al arte y decidió también que esta chica era especial; alguien, que luchaba de ese modo contra la materia, que buscaba de forma semejante, desesperada, a vida o muerte, el brillo de una mirada “en un vértice agudo y penetrante”* no admitía medias verdades; los cuadros rajados, el óleo de color rojo por todas partes…, estaba todo muy claro. En el arte no cabían medias tintas: la destrucción o el amor…
Volvió a echar una ojeada al estudio: al fondo, en un rincón, desde uno de los cuadros le pareció que alguien le lanzaba una mirada extraña e inquietante.
EL SUEÑO DE LA RAZÓN (Y TRES)

El sueño de la razón...
«La fantasía abandonada de la razon, produce monstruos imposibles: unida con ella, es madre de las artes y origen de sus marabillas.»
Fco. de Goya
MARINA DE ORO
MARINA DE ORO
La costa avanza, avanza hacia el mar.
Todas las predicciones de cambio climático se vieron confirmadas, las peores sospechas se han cumplido: los agoreros estaban equivocados.
No ha subido el nivel de los mares tras el proceso de calentamiento del planeta, no o al menos no aquí.
Aquí ocurre lo contrario. El mar queda cada vez más lejos; las casas, los apartamentos construidos en primera línea de playa han quedado lejos.
Pero vamos a empezar por el principio.
Habían comprado el apartamento cinco años antes; "una buena inversión, primera línea de playa, jardines y piscinas comunes, spa y gimnasio, servicios de restaurante, lavandería… y un largo etcétera" según rezaban los folletos de la promotora.
Al segundo año de ocupación en el verano ya observaron algo extraño: la arena húmeda quedaba cada vez más lejos.
Se habló de un nuevo espigón, del vecino puerto deportivo, del cambio en las corrientes costeras, de las últimas tormentas que desplazaron montañas de arena.
Al año siguiente ya tenían que recorrer un largo trecho, cargados con tumbonas y sombrillas, hasta llegar al borde del mar.
Luego apareció una barra de arena y tras ella una especie de laguna que cubrían las mareas vivas y finalmente se transformaba en una charca de aguas estancadas y malolientes.
Desecaron la charca y construyeron en su lugar una segunda “primera línea de playa”, una nueva urbanización de apartamentos y más allá, un nuevo paseo marítimo…
Pero vamos a empezar por el principio.
DEDICATORIA
DEDICATORIA Yo no soy escritor, me ocupo simplemente en dedicar libros. Mariano Ibeas
No quiero ser prologuista al uso, no, ni crítico o censor, o glosador, o escritor de reseñas para contraportadas o biografías de urgencia para colgar en las solapas de los libros en rústica.
No, nada de eso.
Solamente “dedicador de libros”, si se me permite la expresión; no creo que exista la profesión, al menos con ese nombre, ni que existan profesionales dignos de tal nombre, no. Incluso alguna editorial ha intentado vender los ejemplares ya previamente dedicados de puño y letra del autor. El sistema no ha funcionado.
Los autores de libros, cuando los dedican, son unos chapuzas; no dan la talla, no están preparados ni técnica ni física, ni psicológicamente para semejante tarea. Se les ve cansados, desganados, torpes, poco creativos y en general, se repiten hasta la saciedad en sus dedicatorias.
No hay más que observarlos en las presentaciones de libros y sobre todo en las casetas de las ferias del ramo. Nada que ver con un profesional.
Yo soy un profesional y escribo dedicatorias.
Me alquilo para dedicar libros en ferias, convenciones, presentaciones, centenarios, conmemoraciones o aniversarios de escritores vivos o difuntos… he perdido buenas ocasiones de trabajo en el pasado año de conmemoración del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote… no he podido llegar a todo.
Sentado en un pequeño escritorio próximo a la caja registradora observo a los clientes y mi ojo clínico de “dedicador profesional de libros” estudia con detenimiento a cada cliente… Para cada lector, y para cada libro, con clama y sosiego, una dedicatoria diferente.
Uso una pluma estilográfica de lujo y mi letra no desdice de la del mejor amanuense, mis dedicatorias son pequeñas joyas literarias, pensadas para cada libro y para cada lector.
A veces me dicen que no me parezco nada al retrato que figura en la contraportada.
__ Es verdad, digo, yo no soy el autor, sólo un “dedicador de libros”, y me dedico en cuerpo y alma a los lectores.
Sonrío y firmo: “P.O.” por orden, del autor, naturalmente.
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES IV
Tengo que aprender del MAR a Candi
“que el mar se duerma
y se duerma la angustia
que me acosa”
Clara Janés
tengo que aprender del mar
que no cesa en sus tareas...
que no calla su rumor
de murmullos y gemidos
__ labores de parto
eternamente renacidos __
tengo que buscar la cerca
que marca sus orillas
y ya no ceja
en su intento de ser más
lamiendo las arenas
devolviendo olas
marcando huellas
de su paso efímero…
tengo que vivir despacio
en el sabor amargo
de los soles y las lunas
temblando en los deseos
silenciando las tormentas
acariciando en paz
la espuma de los días
contemplando
concentrado
en un punto
toda la eternidad.
Mariano Ibeas
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES V
Tengo que aprender de la PIEDRA
“voy a intentar seguir buscando
la palabra perdida, la palabra justa,
secreto del amor divino-humano”
María Zambrano
tengo que aprender de la piedra
multiplicada
en la multitud de las arenas
que devienen lentamente
estrellas infinitas
que cercan las orillas
que se amansan despacio
al roce del torrente
y se hacen huella
en torno a mis pies descalzos
y que se posan luego
en el molde de fango
en las arcillas
y duermen
el infinito sueño de los siglos
para surgir del fondo
del horno del volcán
a levantar montañas…
volver al agua,
al fuego, al aire
eterno nacimiento
misterio de la piedra
que vive y muere
eternamente renacida.
Mariano Ibeas
DEBERES Y ASIGNATURAS PENDIENTES VI
A Candi
tengo que aprender del río
que se aleja mansamente
que pasa
y no se queda contemplando
las orillas
que roza suavemente
juncos y espadañas
que no teje lazos
leves y tenues de luz
cual las arañas
que sólo dispensa sombras
de colores
en su fondo pedregoso
tengo que aprender del río
que pasa lentamente
y no se queda…
Mariano Ibeas
HILDE DOMIN (in memoriam)
HILDE DOMIN, poeta alemana “Su poesía siempre es contradicción y resistencia, examen y protesta, revisión y rebelión __ señaló Reich- Ranicki __. Oposición al destierro, resistencia frente a la deportación, rebelión contra el exilio y la marcha del mundo”. De la Necrológica de El País, domingo 26 de febrero de 2006. NOTA: Hay días en los que uno no está para nada, este lunes, por ejemplo.
no debes acostumbrarte,
una rosa es una rosa
pero un hogar
no es un hogar”
Un cuchillo puede estar romo.
Un cuchillo no acierta muchas veces
con el corazón.
La palabra, sí”
DICCIONARIO
DICCIONARIO Creía estar enamorado, pero no sabía cómo dar el paso siguiente; el mismo problema de siempre, la timidez, y la irresolución; sin embargo no habían faltado ocasiones; habían coincidido varios días en la playa en toallas próximas. Mariano Ibeas
El amor adolescente no admitía esperas, pero no sabía por donde empezar. Se maldijo y maldijo el tiempo perdido con el francés y también dos cursos de inglés seguidos con desgana en la escuela de idiomas.
Había que actuar, pronto y rápido; se fijó en el escaparate de una librería y un pequeño librito con tapas amarillas le llamó la atención: “Diccionario Universal Langenscheidt Alemán- Español Español-Alemán” Una solución por pocos euros. Ahí estaba todo, todas las palabras necesarias; se lo llevó a la playa y empezó a hojearlo: “Frau =mujer, señora”, ”Fräulein =señorita”
Aquello parecía sencillo, se aplicó un poco más a la hora de la siesta, quiso esbozar una frase en español, para luego traducirla: “Hola,¿cómo te llamas?... yo me llamo … y soy de…”
Le parecía una estupidez, pero nada fácil. Lo intentó de nuevo.
Por la tarde volvió a la playa.
Creyó ver a la alemana en el chiringuito; sí, era ella y estaba muy ocupada con el camarero, un tipo moreno bastante desgarbado y larguirucho. Por encima del mostrador sus labios y sus manos habían entrado en un diálogo laborioso sin mayores problemas… ni ayuda de diccionario.
Pensó en arrojar el Langenscheidt a la papelera o enterrarlo en la arena, lo más profundo posible.
Luego se lo pensó mejor, lo guardó en un bolsillo de la mochila, arrojó al suelo la toalla en un rebullo y se metió en el agua.