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JESÚS HILARIO TUNDIDOR

Pasiono
Vine a nacer con olas y tornado
de sangre-españa fraternal y mía.
Crecí en el miedo. Ahora, todavía
recuerdo el mar aquél que yo he heredado.
Toda mi suerte ha sido mi pecado
mayor y noble: la melancolía,
junto a una profesión, que no quería
y cien poemas que os he entregado.
Tuve a la tierra así de compañera,
la hembra por varón, y porque sueño
tengo la humilde sencillez del leño
en llamas, que da todo y nada espera.
Y amo la paz, y el viento, y la quimera
de los hombres iguales, y es mi empeño
la luz, la luz hermosa y perseguida
y amo, tal como es, la puta vida.
JESÚS HILARIO TUNDIDOR in memoriam.
JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD

MI PROPIA PROFECÍA ES MI MEMORIA
Vuelvo a la habitación donde estoy solo
cada noche, almacén de los días
caídos ya en su espejo naufragable.
Allí, entre testimonios maniatados,
yace inmóvil mi vida: sus papeles
de tornadizo sueño. La madera,
el temblor de la lámpara, el cristal
visionario, los frágiles
oficios de los muebles, guardan
bajo sus apariencias el continuo
regresar de mis años, la espesura
tenaz de mi memoria, toda
la confluencia simultánea
de torrenciales cifras que me inundan.
Mundo recuperable, lo vivido
se congrega impregnando las paredes
donde de nuevo nace lo caduco.
Reconstruidas ráfagas de historia
juntan el porvenir que soy. Oh habitaci6n
a oscuras, súbitamente diáfana
bajo el fanal del tiempo repetible.
Suenan rastros de luz allá en la noche.
Estoy solo y mis manos
ya denegadas, ya ofrecidas,
tocan papeles (este amor, aquel
sueño), olvidadas siluetas, vaticinios
perdidos. Allí mi vida a golpes
la memoria me orada cada día.
Imagen ya de mi exterminio,
se realiza de nuevo cuanto ha muerto.
Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.
"Memorias de poco tiempo" 1952-1954
CASA DE CITAS de Carmen Aliaga

CASA DE CITAS
Le gustamos todas, cuanto más jóvenes mejor, pero conocemos bien su secreto y, a fin de cuentas, ¿qué más da?.
Dedica cada domingo a una de nosotras y siempre acierta con sus flores y su palabrería. ¡Eso es el amor, los pequeños detalles…!
Además, nadie como él, ¡tan discreto, tan conformado…!
Hoy ha venido una nueva, Verónica, veinticuatro años, hermosa como una virgen. Postrado sobre ella no deja de susurrar no sé qué y repite su nombre excitado y sudoroso.
Él, arrodillado ante su diosa, oliendo las rosas frescas.
Y el mismo gesto, el deslizar de sus dedos gruesos y calientes para acercarlos después a su nariz e inhalar con fuerza.
Nosotras, esperando su visita aquí, al otro lado de los tranvías y de las fábricas, aguardando su llegada puntual y certera, en esta frontera imaginaria.
Escuchar como cierra con llave la puerta del camposanto y guardar la frescura del ramo, como guarda la tierra nuestros cuerpos...
Carmen Aliaga
(Imagen Vinicius Terranova)