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Se muestran los artículos pertenecientes a Diciembre de 2014.

LES INSATIFATAUX

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2.- LES INSATIFATAUX

                                               À  Raymond- le- Chien

Ah oui ça c’est bien vrai

Que c’était pas comme ça

De mon temps de ton temps

On respectait les vieux

On marchait sul trottoir

On la tournait sa langue

Dissette fois dan sa bouche

Avant d’ oser causer

El les gauloiz coûtaient

Dix centimes-deux sous

Mais ils ont tout changé

On n’a plus de respect

Pour les vieux pour les vieux

On fait l’amour  avec

Des sinjeanpantalons

On roul dans des voitures

Qui marchen au pétrole

Et puis et puis surtout

Eh merde merde merde

On est vieux, on est vieux…

 

                    De Boris Vian, "Cantinelas en jalea", Poesía Hiperión.

07/12/2014 12:09 MARIANO IBEAS #. COSAS QUE LEO... POR AHÍ No hay comentarios. Comentar.

EL OLENTZERO

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En el País Vasco la tradición quiere que los regalos de Navidad los traiga el Olentzero, un personaje que a veces se trastoca con el “carbonero” o “el hombre del saco” que asusta a los niños  o les regala carbón cuando no son buenos. Como casi es tradición, traigo  de nuevo este cuento aquí para desearos una feliz Navidad... y recordaros que este blog cumple ya NUEVE AÑOS.

 

                   EL  OLENTZERO

 

Se despertó despacio, se incorporó a duras penas, se sacudió de un manotazo la nieve que le cubría la cara y le nublaba la vista y sintió un fuerte dolor de cabeza, una extraña sensación y el acre sabor de la madera; se rascó con parsimonia el colodrillo por debajo del gorro rojo de lana, miró alrededor e insistió de nuevo como frente a un espejo, explorando todo su corpachón con manos torpes..., se quitó las manoplas, y comprendió que algo no encajaba ni en el paisaje alrededor, ni en su cabeza: tenía un chichón considerable y restos de sangre reseca en la frente; estaba sentado en el suelo, bajo un abeto, sobre la nieve, sucia de restos de carbón; uno de los renos le miraba fijamente con cara estúpida sin dejar de rumiar.

Le pareció un poco ridículo el disfraz rojo que llevaba, con los puños, el cuello y la orla de armiño bastante deslucidos por el uso; aunque sólo fuese una vez al año, pero no había manera de convencer a la jerarquía de que cambiasen el color del uniforme; había que morir al palo.

Había sido un día muy ajetreado, y luego se prolongó en una larga velada en el albergue, el calor de la chimenea, con la conversación distendida

y feliz de los parroquianos y el licor de bayas rojas, _  demasiado licor de bayas rojas_ y ya  sólo le quedaban unos pocos regalos de Navidad por repartir...

¡Regalos!;  se puso de pie con rapidez, todavía  inseguro recuperó las riendas, el trineo volaba sobre la nieve... pero algo no encajaba en su cabeza;  consiguió reunir las piezas del puzle: demasiadas manchas de carbón, algunos paquetes de regalo abiertos... unas huellas de pies humanos que se alejaban en la nieve, más restos de carbón de encina, polvo de cisco para el brasero...

Suspiró profundamente y se resignó sin encontrar respuesta.

¡Había que cumplir un año más!

 

... Y por fin, esa noche, también los hijos del carbonero tuvieron verdaderos regalos de Navidad.

                                                                           Mariano Ibeas

  ¡ FELIZ NAVIDAD !

LA PRINCESA ESTÁ MUERTA

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Un soneto en versos blancos por el puro capricho de recordar, antes de que acabe el año, a la princesa Leia y a todas las princesas que olvidasteis después de que os hicieran soñar.

LA PRINCESA ESTÁ MUERTA

La precisa princesa se murió de repente,
precisamente cuando no lo esperaba nadie.
No le pasaba nada, ya nunca estaba triste.
La princesa leía recostada en la almena.

Y desde el cielo vino, como un río de barro,
el azul enlodado; definitivo como
el final del verano o como enamorarse.
Vino el real deseo, el auténtico príncipe.

El simple, el verdadero deseo de morir.
Seremos más felices sin la princesa triste:
podremos dedicarle versos y borracheras.

Años de vino oscuro, ninguno que nos sacie.
Porque nunca la amamos, apenas añoramos
un suspiro cansado y un gesto de princesa.

(Olga Bernad, "Caricias perplejas", Siltolá, 2009)

 

Para celebrar los NUEVE AÑOS del blog.



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