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... Y BARRO
Ídolo de pies de barro
Shanghai es barro,
sabe a barro,
huele a barro…
los pies hundidos en el agua
y en el fango,
en las grasas de los coches,
en el aire gris compacto
de polvo, de cenizas,
de aire denso de humedad;
todo se resuelve en polvo
y el polvo más la lluvia
en barro…
Shanghai crece hacia abajo
y hacia arriba
se construye sobre barro
se destruye como el barro
se amasa con la lluvia,
con sudor, con lágrimas;
construye con sudor y lágrimas sus ladrillos
amasa su cemento,
se cuecen con el sol, se apilan
uno sobre otro,
los millones de habitantes,
los millones de ladrillos…
Shanghai de amanecer es oro
su cabeza es oro
su pecho de plata
su vientre de bronce:
sólo sus pies son de barro
__ o tal vez su corazón __
se construye y se destruye:
vida y muerte fundidas en el barro,
semillas y cenizas,
denso atardecer de barro.
Mariano Ibeas
09-08-07
LA GRULLA
La grulla
La grulla lanza su vuelo
planea sobre los arrozales
y desciende por encima de las cañas
a la orilla del estanque,
sus largas patas recorren el lodo pantanoso
de las márgenes,
otea la presa
su ojo inquieto vigila
__ no pestañea__
ahí abajo en el estanque bulle la vida…
la vida brillante o miserable
del fondo del estanque
se adensa quieta
o se mueve frenética
intentando escapar del pico agudo de la muerte:
__ será cuestión de número,
o de suerte __
a tiro de riñón, a golpe de pedal
y zapatilla
la vida huye
hacia delante…
bajo el ojo atento de las grullas
acecha sin cesar la muerte
bulle sin cesar la vida…
Mariano Ibeas
Shanghai, 12-08-07NUBES
NUBES
Lo veo claro
en las nubes de tormenta,
el transcurrir del tiempo…
tengo que recapitular despacio
volver las páginas de nuevo;
no, no hay espacio en blanco
está todo borroso,
fundido,
negro;
no sé si fue ayer
o es hoy mañana
no sé si soñé o viví
__“vigilante del sueño”__
o desperté temprano:
el tiempo se condensa,
se adensa o se disuelve
en líquido, en cristales
se estira o se retuerce
como cuerda en el bolsillo
y se deshace
como nubes de verano,
como lluvia de tormenta
como látigos de lluvia
como aletear de pájaros,
sólo las nubes,
sólo cielo gris,
aire gris
y cantos de chicharras
que taladran el vacío:
¡todo es río la ciudad!
Mariano Ibeas
Shanghai, 8-08-07
ALERA II
1
Sólo dijo:
"tengo sed"
y de su boca, la surgencia
de hiel y miel
a un tiempo concedidas:
la hiel de la vida
la miel de la muerte.
Mariano Ibeas
ALERA II
2
nacido para el dolor
inscrito en las entrañas
perdido en el tuétano del hueso
escondido quién sabe dónde
el hilo del ovillocuyo principio y fin no sabe.
Mariano Ibeas
ALERA II
3
y nada acaba
y nada nace
tan sólo se enlazan el tiempo
un eslabón de sucesiones
la cadena del vacío,
un escalón tras otro,
la condena de estar viviendo
condenado a muerte.
Mariano Ibeas
UN POETA DESCONOCIDO HOY...
DEL BLOG DE ANTONIO PÉREZ MORTE
EL HUECO DE SU AUSENCIA
(Recuerdo de Julio Antonio Gómez)

Julio Antonio Gómez Fraile, poeta y editor aragonés nació en Zaragoza el 27 de Mayo de 1933, en el seno de una familia pequeño-burguesa zaragozana que tenía fijado su domicilio en la calle Doce de Octubre. Estudió el bachillerato en el colegio de La Salle y a su término proseguiría su aprendizaje por sí mismo, de forma autodidacta. Para quienes no tuvimos la suerte de conocerle personalmente, los testimonios de sus amigos, Luciano Gracia, José Antonio Labordeta e Ignacio Ciordia, nos ayudaron a recomponer su retrato: el de un niño grande, bromista, caprichoso, juerguista y derrochador, pero también generoso e inteligente, culto, nostálgico y sensible, amigo de sus amigos. Homosexual perseguido. Protagonista de una apasionada vida de leyenda, llena de profundos y oscuros amores que le llevaron a vivir varios exilios voluntarios y forzosos, arrastrándole en dos ocasiones hasta la prisión zaragozana de Torrero.
Este magnífico bardo, autor de una obra personalísima, original y sólida, inició a mitad de los cincuenta su trayectoria poética introduciéndose en la tertulia de Niké, de la que pronto sería uno de sus miembros más activos y sin duda alguna, el mayor animador de la misma. De él partieron las fiestas más absurdas y las bromas más divertidas. A finales de esta década publica El cantar de los cantares (Zaragoza,1958) y Las islas y los puertos (Zaragoza,1959). Antes había escrito poemarios como Los negros (Zaragoza, 1955), inédito hasta 1992, fecha en la que fue publicado junto al resto de su obra por uno de sus mayores estudiosos: Antonio Pérez Lasheras. Este libro ganó el premio Doncel de Oro convocado por la Editorial Rumbos. Durante estos días, Julio Antonio se embarcó en la que sería su primera aventura editorial: la revista Papageno. Las páginas de su primer número (Primavera de 1958 albergaron firmas muy importantes: Vicente Aleixandre, Antonio Buero Vallejo, Ángel Crespo, Dámaso Alonso, Leopoldo de Luis, Juan Antonio Bardem, Pablo Picasso, Gerardo Diego, Miguel Labordeta, Manuel Pinillos, Guillermo Gúdel, José Antonio Labordeta... El segundo y último número (Invierno de 1960) estuvo dedicado a Miguel Labordeta, Oficina de Horizonte.
Con el inicio de la nueva década de los sesenta, Julio Antonio publicó un nuevo poemario, de largo y extrañísimo título: Al Oeste del lago Kivú los gorilas se suicidan en manadas numerosísimas (Zaragoza, Papageno 1960). Este libro fue reeditado en 1993 por la Institución Fernando el Católico.
En 1966 se abre un periodo en que nuestro poeta vivirá unos años dolorosamente intensos. Este año muere su madre. En 1967 es detenido por primera vez, acusado de corrupción de menores y condenado a cinco meses de cárcel y seis meses de destierro. Se marcha entonces a un lugar donde puede extraer el máximo provecho vivencial y cultural a su castigo, París. Allí convive con su amigo, el fotógrafo Joaquín Alcón y con el poeta gaditano José María Alfonso. En París permaneció hasta 1969, componiendo algunos de sus versos máws emocionantes, al tiempo que realizaba los trabajos más diversos: Formó parte del servicio de limpieza del Banco de Indochina y ejerció como contable en un restaurante del Barrio Latino, donde aseguró haber conocido a Leo Ferré.
En enero de 1969, vuelve a Zaragoza y funda junto a Eduardo Valdivia y Luciano Gracia, Fuendetodos, la más hermosa colección de libros de poesía que ha visto la luz en esta tierray una de las más importantes en la España de aquella época. Durante sus cuatro años de vida (1969-1973) publicó obras de autores aragoneses como: Miguel Labordeta, Luciano Gracia, Jose Antonio Labordeta o Ildefonso Manuel Gil, junto a otros de reconocido prestigio en el conjunto del Estado: Vicente Aleixandre, Leopoldo de Luis, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Luis Rosales o Gloria Fuertes. El propio Julio Antonio Gómez, incluyó en ella su poemario capital, que fue injustamente ignorado por la crítica, Acerca de las trampas (Zaragoza, 1970).
En enero de 1971, muere su padre, y en marzo es encarcelado nuevamente, acusado por no haber denunciado un robo en su propio domicilio. Su segunda estancia en Torrero no será larga, aunque le servirá para darse cuenta, definitivamente, de que no tiene nada que hacer en Zaragoza. Retrasará su huída hasta 1973, cuando parte con destino a Tánger. Allí compró una casa humilde y montó después un laboratorio fotográfico. Entabló una fuerte amistad con Choukri, autor de El pan desnudo y condenado por Jomeini.
Unos años después, en 1977, consiguió el premio Marruecos de poesía en español con su libro El fuego de la historia (publicado por Antón Castro en 1989). Poco después se supo que una situación económica precaria le obligó a marchar hasta Las Palmas de Gran Canaria. Allí acaabó su vida un día de abril de 1988, hundido, triste y derrotado, cansado de vivir. Víctima de su propio corazón desbordado fue detenido una vez más, esta para siempre, por un infarto. Trabajaba como contable en una casa de alterne. Llevaba mucho tiempo alejado de esos dos mundos que tanto amaba: el de la creación y el de la edición. Dos mundos que unidos al amor y a la amistad fueron siempre el motor de su vida. Una vida que, como escribí hace doce años, al conocer la noticia de su muerte, había concluído mucho antes de aquel paro cardiaco:
Deja que ahora te bese
la gran mentira de morir,
porque a ti te mató el amor,
porque a ti, te mató la vida.
(Antonio PÉREZ MORTE / Publicado el Viernes, 12 de Mayo de 2000, en el suplementoLibros de El periódico de Aragón)
ALERA II
4
tendió su manta al sol
cubriendo el horizonte
y la cal del aire
cerró sus párpados desnudos
miró hacia dentro
y ya no hubo día
tan solo en lo alto
el eco de su voz ardía.
Mariano Ibeas
ALERA II
5
fue canto su dolor
a voz en grito
y sangre fue la tierra
en herida mortal desencajada
y no hubo sombra ya
en sombra derramada
sólo encierra
en el hueco de su seno
un desgarro de soledad
renacida
¡herida de muerte está su vida!
Mariano Ibeas
ALERA II
6
sólo sabe de sal la roca estéril
y del lento gotear
de las arenas
vuelve en polvo el sol
a manos llenas
tan solo el mar
calma la sed
bajo la piel enferma.
Mariano Ibeas
ALERA II
7
tendido al viento
un vuelo de torcaces
rompe la soledad
en mil cristales...
vierte su caudal oscuro en la ladera
la sombra de guadaña:
el buitre cenital otea
calma gris de encina milenaria
pasa el río
... y no se queda.
Mariano Ibeas
ALERA II
8
te das a mí
como moneda de oro
y yo, a cambio,
en calderilla, devuelvo
tus caricias,
en avaro desvarío,
lentamente te das a mí,
y te entregas toda,
toda tú y yo,
a cambio no puedo darte
nada, casi nada,
no poseo más que lo que tú
me das:
Todo.
Mariano Ibeas