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DE SAL ...
52
en el tiempo
reposan las palabras;
revuelta en torbellino
la memoria queda
en fúnebres cenizas;
vuelve el rostro
a la verdad entera
y sus sombra
me revela la mentira:
no nacer,
no vivir,
no ser,
y habiendo sido
tan solo lo soñado,
el tormento de amanecer cautivo.
“En el tiempo reposan las palabras;
la poesía necesita honestidad y calma”
Mariano Ibeas
DE SAL...
51
a voz en grito
fue taladrando las sombras
hasta despertar la luz
luz azul
en los senderos
fue un sordo dolor primero
quedo y suave
agazapado en las entrañas
y pudo silenciarlo
a golpe de caricias
hoy ya no,
a dentelladas
se le fue la vida.
Mariano Ibeas
DE SAL...
50
me cercan por doquier
y estrechan mi cintura,
tus manos son la cárcel:
y yo,
con el temblor del pájaro,
vuelo libre
entre tus dedos.
Mariano Ibeas
DE SAL
48
no limpian las sombras
el torrente de luz de las estrellas,
no siembras en el aire
el caudal sin fin de las palabras;
en algún lugar
el eco
te devuelve duplicados los silencios
eterna como el agua fluye
con el flujo y reflujo del mar
en las orillas
la canción eterna:
deja reposar el tiempo en las arenas
rompe el círculo
de niebla de tus miedos,
abre los ojos
y deja entrar el universo.
Mariano Ibeas
DE SAL
47
estos que veis aquí
calcinados huesos
son los restos de mi cuerpo
__ poco queda __
nacieron para sostener en vida
la carpintería frágil
de mi ser erecto,
se rodearon de músculos
ávidos de acción
y de reposo luego
y ya no son
cobijo de nada;
quise una vez enterrarlos
bajo la piedra dura
reclinados
al salir del sol
en las mañanas
mas no hubo tiempo:
los dispersó la lluvia, el viento
y las cenizas de otros huesos
innombrables
no esperan siquiera la resurrección
un día:
no admiten ni coyundas,
ni composturas,
ni componendas
__ poco espíritu __
son materia, escasa, insuficiente
de poco podrán servir,
tal vez un poquito más de cal
para esta ácida tierra.
Mariano Ibeas
DE SAL
46
“La tumba es todavía un sexo de mujer
que atrae al hombre”
César Vallejo
aguda fue la hoz
y la guadaña
que segó como la noche
las luces de la tarde;
aguda fue la voz
__ a voz en grito__
que rasgó las sombras
y se fue alejando
lentamente
fundida con la nada
aguda fue la luz
de madrugada
que cercenó el hilo tenue
de su vida...
y me vuelve siempre
aguda con la noche
arropada en sombras
el eco de su voz
desesperada...
Mariano Ibeas
DE SAL...
45
en un cerco de plata
se tiende la moneda
sobre el césped
una cara
y una cruz a sus espaldas;
retozan sin prisa
los amantes,
no hay aristas:
rueda el tiempo
disuelto en calderilla
en los instantes
la eternidad se adensa:
punto
y aparte.
Mariano Ibeas
DE SAL
43
y dime
si es verdad
que la surcó el tiempo
o fue sólo la lluvia de los días
y el arrastrar del viento
en los postigos
y todo en su final
como un mal sueño
dime si queda aún
el temblor de las caricias
en sus dedos
si los ojos están secos
de tanto llorar
un tiempo
dime si no dibujan sus labios
las sonrisas
ni peinan ni acarician ya
torpemente
sus cabellos
dime si es verdad
pues así fue un tiempo.
Mariano Ibeas
DE SAL
42
anuda el hilo
tenue de los días
y mientras la aguja terne del reloj
devana su madeja de minutos
tal vez se queja
y el toque de las horas
lentamente despereza,
levanta al aire
orgulloso la cabeza
y en ávida voz
la voz antigua
devuelve su ración
de sombra a las sombras
y recoge
cruel devanadera
que en vano se devana
la sesera
intenta, entiende y sin cesar
desvela
el universo – alondra
enamorado del espejo
que en narcisos bebe
el agua breve
de la luz que besa
un momento de luz
para entrever la gloria.
Mariano Ibeas
DE SAL III
III se fundió en el aire y suenan cada tarde los violines entre los brazos arbolados del jardín o se calma suave contra el muro – enredadera o refresca en sombras en alas de abanico y vaivén de mecedoras... Mariano Ibeas
DE SAL II
DE SAL II
IIse fundió en la luz
y se durmió
en el aire de los sueños
de azúcar y algodón
y fue profunda
la soledad tan queda
velaron los párpados la cárcel
de sus ojos
y los labios el manantial
de su boca dulce
enamorada...
Mariano Ibeas
DE SAL...
I
se fundió en el agua
y desapareció
bajo la piel del río
y no se acaba
la corriente de su cuerpo
y no terminan
ni el fluir de sus caricias
ni su risa de agua
o su mirada...
Mariano Ibeas
PRIMERA DEDICATORIA....
A Montse Grao (Desde el silencio)
... de Paco Peco:
38
porque hieren
porque matan
porque ordenan matar...
por eso duelen tanto
las palabras porque son armas
cargadas de pasado
y a veces sin futuro
porque pudiendo salvar
no salvan
las palabras no salvan de la muerte
por eso mueren también
con nosotros
las palabras por eso duelen tanto
y pugnan por salir
de dentro
cargadas de semillas
tiemblan en el aire
y se dispersan
como vilanos leves las palabras
por eso mueren a veces
antes de nacer...
algunas florecen en silencio
en primavera,
en silencio florecen las palabras.
De Mariano Ibeas
y también para Inma y Miguel Ángel Marín, que el jueves presenta su libro.
HOY VIERNES... POESÍA
35
en el filo de la hoja
en la hoja del cuchillo
__ ni haz ni envés __
la afilada esquina del tiempo
el ángulo
el gozne
la bisagra
el punto cardinal
la raíz del nacimiento
el núcleo cenital
el nadir
el giro sin remedio
el canto en la doblez
el pliegue primigenio
el ya no hay más
y sin retorno
el tacto en el azogue
al fondo del espejo
parteaguas primordial
en la distancia
entre el cero y el infinito
¿dónde estás
ciego ratón de laberinto?
y descubres con horror
el fondo de ti mismo.
Mariano Ibeas
HAY VERSOS... II
Hay versos II
hay versos que se esconden
en el roce del aire,
que peinan las ramas
de los árboles
en el temblor de la hojas
y la curva tensa
de los juncos en la orilla
y que suenan como música
en la caña de alcacer
al oído del poeta
hay versos que no nacen,
que mueren sin nacer
tributo de la nada;
no fue dado al tiempo ni a la historia
recorrer el torpe pentagrama
de los signos:
su efímera concepción,
su inexistencia misma
justifican el oficio de poeta,
el tributo vano de la gloria.
Mariano Ibeas
ALERA II
35
Hay versos I
hay versos que se escriben sobre la carne misma
... otros vuelan libres
como el polvo en el aire
y esperan las lluvias
para hacerse barro,
y esperan el soplo del espíritu
para hacerse carne,
carne y sangre de poema
hay versos que se escriben
sobre la piel del agua
y vuelven mansamente
en el regazo de la playa
su lento desgranar
en las arenas,
hay versos que derrama
a manos llenas
la generosidad del mar.
Mariano Ibeas
DE SAL ...
32
debajo de la luz
se alzan los muertos
no ya perdidos
huidos,
rendidos
al reino de las sombras;
te llaman desde dentro
__veo que se acercan
como cada año y me traen
flores de plástico__
en el fondo del fondo
mi calavera rueda:
hay que hacer sitio,
__ “reducción” la llaman
en el cementerio a esta figura __
y veo la luz de nuevo
un rectángulo sucio de azul
en el crepúsculo
y mis cuencas vacías se beben
el paisaje
de cabezas curiosas que miran
desde arriba:
__ “esperadnos mucho tiempo” __
murmuran con respeto,
e insisten en que descanse en paz
y tengo que hacer sitio
en el mismo hueco
__ compañero del alma, compañero __
hízose la luz
y se resolvió en polvo.
Mariano Ibeas
ALERA II
31
y ya no estás
no me habitas entre sueños
ni te siento cerca
en la costumbre inhabitada
y el calor del lecho,
oigo correr el agua de la ducha
y me despierto
y te imagino
__ no te veo__
no te toco ni te siento
me llega el ruido de los platos
y el olor del café
recién hecho en la cocina;
ya no estás
sólo entre sueños te contemplo
a veces, como entonces
y despierto de repente
con el ruido de la puerta...
ya no estás.
No sé si has estado alguna vez
o siempre has sido un sueño.
Mariano Ibeas
LAS PEQUEÑAS ELEGÍAS... III
Las pequeñas elegías
III
te cegaron la puerta, tapiaron las ventanas,
el cura y el barbero
se dieron mucha prisa en quemarte
los libros y las naves
y ya no pudiste regresar;
te hiciste náufrago, huérfano, caminante
y pordiosero
desvalido...
nada valía ya para el regreso,
desnortado y ciego te hundiste en el refugio
de los convencionalismos;
te dejaste crecer:
creció por dentro
y por fuera tu piel de niño.
Mariano Ibeas
DE SAL ...
Las pequeñas elegías
II
te expulsaron una vez
del territorio de los sueños,
te quitaron de las manos los libros
transparentes,
los que te permitían viajar entre las líneas
más allá de las fibras de papel
y las manchas de tinta
en los espejos del tiempo fundido,
__ confundido el presente y el pasado __
tiempo – territorio ido.
Mariano Ibeas
DE SAL...
I
Las pequeñas elegías:
el territorio de la infancia,
el olor de tinta, el roce del pupitre,
el vuelo de las moscas...
el color y el sabor del pan
recién cocido,
las moras agraces, las peras de San Juan,
los sabañones en invierno,
las tardes de tormenta
y de aburrimientos infinitos...
te llegan en tropel y te aplastan contra el muro
de la tarde;
los viejos buenos días
perdidos por las esquinas
se estrellan contra las paredes
del tiempo ido;
se revuelven,
se enrollan
como la cuerda del trompo
en el bolsillo,
y ya no son
y ya no vuelven.
Mariano Ibeas
DE SAL...
29
te aplasta
el fulgor en las entrañas
y roe en silencio tu rutina
hasta el tuétano del hueso.
Vuelve sin cesar espeso
el triste atardecer sediento,
no logras saciar la sed,
enfermo de soledad, enfermo,
triste, harapiento,
mendigas las monedas
y el eco de tu voz antigua. Gritas
y nadie te responde,
tan solo la oquedad preside
el fondo del templo:
se fueron una vez tras la carcoma
las imágenes de palo y escayola,
policromas vestales de hornacina
que dispersa el viento
y el sol de justicia
con implacable impiedad, calcina.
Mariano Ibeas
DE SAL...
28
sola en la sombra
la soledad escapa,
en el párpado nítido
de fúlgida amapola
__ roto cascarón de
hierro en el costado __
en la raíz informe
de prístinas batallas
saborea la derrota;
el hondo fulgor
de pesadumbre y sueño
cede al empeño
de calentar la lumbre:
no hay cumbre,
ni valle,
ni torrente,
no hay nube,
ni niebla, ni alborada
que inunde con su velo
la sed de la llanura;
nada hay, ni nadie clama
en tan vasta soledad,
en tal empeño,
que no dibuje
ni centro, ni horizonte,
tan sólo cubre el vacío
donde esconde
su voz ronca de tormenta,
el triste y seco latido de la sangre,
lanza el grito primordial
como un reproche:
"no merecías haber vivido".
Mariano Ibeas
DE SAL...
en el vuelo veloz
de la piedra
está la honda
y la rabia del muchacho
que no sabe matar...
que muere
sin saber por qué.
Mariano Ibeas
DE SAL II ...
26
ya es tarde
para decir: “lo siento”
debiera haberte amado más,
y más intensamente...
pero ya es tarde;
y, sin embargo,
todavía te recuerdo,
y en mis labios queda
fresca la huella de tus labios
y en mi mano
el peine de tu mano
y en mi piel
el temblor de tus caricias...
pero es tarde ya
para seguir soñando
y no puedo decir: “lo siento”
todavía.
Mariano Ibeas
DE SAL II
24
no vuelan
con zumbido
en el aire las pavesas
he apagado los troncos
con el agua del cántaro
y he regado los geranios
del alféizar;
he cerrado la puerta,
atrancado los postigos;
__ que no silbe el aire
en las alcobas vacías__
queda el calor del hogar
en las últimas cenizas,
y sólo bajan las huellas
de mis pies
las escaleras;
en el umbral
he sentido el hueco
de muda despedida,
me he alejado despacio,
y, al volver la vista,
me parece que la chimenea
humea todavía.
Mariano Ibeas
ALERA II
23
diluida en sombras
grises, fugitivas
de la luz huidiza
y nacarada,
reflejos arcoiris
sobre la piel del agua
y en la orilla
un resplandor
de pájaros cenizos
robando sombras
a la tarde,
una hoguera el sol...
en tus ojos
nace el sueño
como nace la muerte,
a su manera.
Mariano Ibeas
ALERA II
22
en el umbral de sombras
la sombra de un hombre
se detuvo:
quiso marcar
con su mano
un trazo de ceniza,
dejar tras de sí
el rastro de lo ido
y no volver ya
sobre sus huellas;
y no esperó las lluvias
ni estrenó la primavera...
tan solo volvió el rostro
y ni rastro vio
de humo
en ninguna chimenea.
Mariano Ibeas
ALERA II
21
no mantiene la piel
de terciopelo
el río en su ribera
y riza sin cesar
el viento los eriales;
se han ido para siempre:
el río no canta tu niñez
entre las rocas.
Se apagaron los leños
en el fuego,
y ni rastro de cenizas
dejó el viento.
Huiste para siempre
de allí,
pero nunca te fuiste del todo,
siempre regresas,
regresas otra vez
al río y las hogueras.
Mariano Ibeas
ALERA DOS... EN EL 2º ANIVERSARIO DEL BLOG...
20
toda mi frente
se seca sin remedio
y nada más fluye
tu cintura no se pliega
a las caricias;
agotada
la mina de los sueños
tan solo la ganga,
la escoria,
las cenizas,
nada.
Mariano Ibeas
ALERA ... DOS
18
ya ves que te escribo
en rojo y sangre
el último atardecer desde mí herida,
y, al alba,
en tinta desvaída,
borran mis lágrimas amargas
las últimas palabras,
y ves que suenan
de golpe las alarmas
y el estampido seco
de la puerta que se cierra;
no temas tal vez
otra tormenta,
que luego, como siempre,
escampa.
Mariano Ibeas
ALERA II
17
también es cómplice
mi silencio
y es testigo falso
que esconde mi traición,
mi cobardía,
y no puedo desplegar
los labios;
aunque los gritos me
rompan las entrañas
y pugnen por salir,
yo callo
y callan los fantasmas
que me corroen
lentamente por dentro.
Mariano Ibeas
ALERA ... DOS
así yo, por tu voz
tiemblo y espero
y es tan solo un gesto
la promesa
que me das,
me tiendes la mano
generosa
y yo temo rozarla,
como si rompiese el cuenco
de los últimos deseos,
el agua que atesoro
para poder seguir
viviendo.
Mariano Ibeas
ALERA... DOS
15
no dobla la cerviz
ni se resigna el buey
a su condena,
ni conoce el toro
las artes del engaño,
tan solo el hombre
en sudor y sangre
entierra su poder;
siembra la muerte
en el surco
de la tierra estéril,
y nace el odio:
en la arena de la plaza
escribe los renglones de su orgullo
y su reto con la muerte:
de una parte
lo llama trabajo, o faena
y , mediando el afán o la suerte,
de otra parte, arte.
Mariano Ibeas
ALERA DOS .... DE SAL
DE SAL
En homenaje a Ada Salas y el libro de poemas “La sed”
Y también a Desideri Lombarte, César Vallejo
y tantos otros.
Ada Salas...
Salada soledad
salada soledad
que se inicia
__ cap i cùa __
y se acaba con espumas
palíndromo del mar
ida y vuelta desalada
alada claridad
de rumbo en el vacío
nada de la nada
silencio y desvarío
Ada Salas, hada de sal
en el giro sin final
del fatum
en la rueda de la ebriedad
sabor de soledad.
Amarga sal.
Mariano Ibeas
ALERA II
13
Desde lo alto
desde lo alto
del cerro
me alzo vertical
y trazo
con la vista un círculo;
soy el centro
de mí mismo,
y cierro alrededor
en laberinto
el horizonte en sombras;
en fértiles minutos
me cerco en soledad
me abismo.
Mariano Ibeas
ALERA II
12
La fértil sementera
la fértil sementera
de huesos blancos
se extiende en la llanura,
no espera el despertar
de las trompetas
ni el juicio de la historia,
tan solo escoria
carne de cañón
__ “daños colaterales”__
y en su memoria
un general americano
se cuelga una medalla.
Mariano Ibeas
OTOÑO II
11
Yo nunca te quise
yo nunca te quise,
siempre amé a una sombra,
un fantasma, quizás,
una alegoría de carne y hueso,
sólo el eco de tus pasos
me devuelve la verdad
de tu existencia;
y también dudo
si soy yo
o sólo la sombra de mí mismo
y todo lo que amé
se lo llevó el vacío.
Mariano Ibeas
ALERA II
bajo la piel del mar
en duermevela
los viejos sueños del marino
se agitan
__ eterna pesadilla
mecida, estremecida
al vaivén de las olas__
y solos en la orilla
no temen despertar
una mañana
en rotas caracolas...
y nacen de nuevo
en los oídos de un niño
como murmullos del mar.
Mariano Ibeas
ALERA II
9
acaso en el silencio,
o sin sentirlo apenas,
te acercas a mí
como entre sueños
y tu cuerpo de algodón,
como una almohada,
se abraza a mis espaldas,
y yo que me despierto
acaso,
no digo nada,
nada.
Mariano Ibeas
ALERA II
8
te das a mí
como moneda de oro
y yo, a cambio,
en calderilla, devuelvo
tus caricias,
en avaro desvarío,
lentamente te das a mí,
y te entregas toda,
toda tú y yo,
a cambio no puedo darte
nada, casi nada,
no poseo más que lo que tú
me das:
Todo.
Mariano Ibeas
ALERA II
7
tendido al viento
un vuelo de torcaces
rompe la soledad
en mil cristales...
vierte su caudal oscuro en la ladera
la sombra de guadaña:
el buitre cenital otea
calma gris de encina milenaria
pasa el río
... y no se queda.
Mariano Ibeas
ALERA II
5
fue canto su dolor
a voz en grito
y sangre fue la tierra
en herida mortal desencajada
y no hubo sombra ya
en sombra derramada
sólo encierra
en el hueco de su seno
un desgarro de soledad
renacida
¡herida de muerte está su vida!
Mariano Ibeas
ALERA II
3
y nada acaba
y nada nace
tan sólo se enlazan el tiempo
un eslabón de sucesiones
la cadena del vacío,
un escalón tras otro,
la condena de estar viviendo
condenado a muerte.
Mariano Ibeas
ALERA II
1
Sólo dijo:
"tengo sed"
y de su boca, la surgencia
de hiel y miel
a un tiempo concedidas:
la hiel de la vida
la miel de la muerte.
Mariano Ibeas
POEMAS A LA CONTRA ...
Contrapartida
Quiero partir contigo
el pan en el silencio,
compartir las palabras
apenas salen de tus labios
saborear despacio
el sol de atardecer
y la caricia del aire
aflorando en la piel
sabiendo que estás cerca,
que sientes y consientes
conmigo.
Quiero que partir
no tenga ya el sentido
de partirse sin más
y ya no estar
roto y partido, dividido,
que el sabor amargo del adiós
no rompa el aire
y los gemidos,
que nadie quiera quebrar
los claros del silencio.
Quiero partir sin más
sin ruido
y acarrear las sombras
del miedo y de la duda
y quiero partir contigo.
Mariano Ibeas
POEMAS A LA CONTRA....
“No, si yo no digo
que no estén bien donde están:
¡Estos claustros!
José Hierro
¡Estos Claustros.!
No, si yo no digo,
No, si yo no sé dónde están…
estos claustros
si no los he visto nunca!
Sólo conozco un lugar
donde estuvieron
unas puertas: Uncastillo,
donde sólo queda el hueco
y la cicatriz lacerante
en la fachada…
media iglesia,
junto a la Plaza
del Mercado __ habitada__
y la otra media,
y la portada
el hueco, el vacío y la vergüenza,
la huella de lo que fue
son ahora ya recuerdo
y pesadilla,
ya son nada…
no, si yo no digo
que no estén bien donde están,
yo sólo cuento el vacío.
MARIANO IBEAS
Nota: Este "contrapoema" nace de otro de Hierro de "Cuaderno de Nueva York", al contemplar el "Museo de los Claustros"... y yo recuerdo Uncastillo en Zaragoza, un capítulo más de la incuria y el expolio en Aragón
POEMAS A LA CONTRA ...
“ese, al que veo y al que escucho
desde el lado de acá del espejo
¿dónde, con quién estará hablando?
José Hierro
En el claro de la luz
pasa un perro, renqueante
ciego el sol pausado
cíclope horizontal sanguinolento
se oculta en la caverna,
la sombra avanza
rodando entre los pinos
_ hay un olor
de estiércol removido_
el trueno de una moto
estalla en un segundo
__ mosquitos
y hormigas de vuelta del trabajo__
un oro cereal
tiembla en la brisa…
__ ése,
al que leo
y al que escucho
de este lado del libro,
José Hierro, ¿dónde estará?
¿ con quién estará hablando?
Y es su libro el fondo del espejo
y soy yo, a contraluz,
al tiempo.
MARIANO IBEAS
POEMAS A LA CONTRA...
“Las nubes puestas a secar al sol”
José Hierrono hay cielo, casi nada
un leve trozo marcado de horizonte
bancos de parque, __ escasos __del suburbio
y unos cuantos árboles,
álamos blancos, álamos temblones
el aire no mueve ni una hojanada.
Mariano Ibeas
RURALIA
Pozo
" A Sider ^*^ en homenaje a las raíces rurales
que casi todos llevamos dentro,
a la sed secular de los Monegros,
y en agradecimiento a la pasada "paella monegrina".
Del huerto al pozo
y del aro al brocal
al puteal círculo
de piedraverde de verdín
oscura hiedra
hondo en el fondo de oscuridad
eterna cueva vertical húmeda y sonora
caída de la piedra
lágrima viva
el canto cantarín
piedra de David en el ojo del cíclope
llanto de piedra cenital
recto y profundo
un chapoteo seco
y luego también armónicos goteos
de llanto en la pared
orlada en jaramagos
la piel de telarañas
en el ojo vertical
tejen su tela las arañas
y son de siglos
en el rechinar de la roldana
restos de otoño
sonora la hojarasca…
y un vuelo de vencejos
siega el atardecer
tejiendo y destejiendo
el aire azul
asaetean la torre de la iglesia
piedra sobre piedra
vuelve el oro de la tarde
arden en el monte las encinas
y en la sierra el manto gris de anochecida
pide una tregua…
vuelve la vida.
Mariano Ibeas
A Arcángelii
RURALIA
Ruralia
“Y también había leído en algún libro
que la infancia no es una edad,
sino un estado de inocencia y sabiduría ciega
que alimenta el sufrimiento más benigno de la memoria”
(Luis Mateo Díez “El pasado legendario”)
Huerta / huerto
Llévame,
llévame al huerto
donde crecen las ortigas
donde nacen y mueren los cerezos
llévame al huerto
al huerto y a la higuera
y a la sombra dulce, verdecida
de la tarde de abril,
y al agua dulce de mayo
y al temblor de la espera
a la hora de la siesta
_ tiempo moroso de los besos_
ardor del sol
al amor de los grillos
y las chicharras
una línea negra de hormigas en hilera
dibuja un horizonte
tras las piedras.
Llévame,
llévame junto al pozo
y dame de beber
a tu manera,
sedienta espera mi piel
tu lluvia de caricias
llévame al huerto
al tiempo de cerezas,
al aroma dulce de las claudias
y al seco crepitar entre los dientes
las peras de San Juan…
llévame al huerto
en otros tiempos viva
la cerca derruida
celados los bardalesde zarzas y de endrinas
ya no encajan en sus goznes
las puertas abatidas
la llave de madera
marca una cruz de cementerio
llévame,
llévame de aquí
el huerto… ha muerto.
Mariano Ibeas
DIECIOCHO
Suaves colinas II
“Son de mar”
Manuel. Vicent
Uno, dos,
son de mar,
son de sal,
uno, dos, uno;
las colinas son de mar
las olas son de sal
Dos, uno, dos,
las espumas son de luna,
son de luz, de sal, de sol,
de mar, de agua,
suaves colinas
enhiesto el horizonte
sol poniente
en la cima, en las colinas
uno, dos,
son de sol, de mar, de espuma,
son soles las dos
al sol poniente en las colinas
al roce de mis dedos
son de sal
tus dos colinas
Mariano Ibeas
DIECISIETE
“Colinas”
Suaves colinas I
suaves colinas
de luces encendidas
oro rojo en el cristal
amanecida
tiembla enfebrecida la luz
algas
líquenes
sargazos
jugando en los cabellos
naufragios
derrotas
conquistas
una sombra apenas
un guiño de puntillas
guijarros al sol
una roca lustral
ofrecida
al embate de las olas
empujando la arena
una vez más a la orilla
__¿anochecida
o amanecida?__
suaves colinas
geminadas
doradas por la luz
levemente asombradas
un momento ofrecidas
de sal y de sol
__¿al orto
o al ocaso?
Siempre amanece por el Este
islas desiertas
rehusada luz
vencida primavera
muerte triste de Venus
en la concha de las olas
Mariano Ibeas
DIECISÉIS
“Isla”
En la fría losa,
piedra primordial,
oscura roca,
el círculo primigenio
de tu cuerpo
dibuja el elipse
elemental del huevo,
la curva que sustenta
el firmamento
la aguja que dirige
el rumbo de los astros
y el brillo de la luna
siempre fiel _ a la cita_
gira en su centro
fecunda fuente
en tu frente la luz de las estrellas
trazó
el círculo mágico de tiza
en fuerte trazo
eternizado instante
del orto hasta el ocaso
quedó rodando
como eterno firmamento
el curso de las aguas
y no las separaron
ni el dedo de dios
ni su voz de artesano en el vacío;
se quebró el viento
doblando sin parar
(en las esquinas)
en torbellino ciego
y se congelaron las estrellas
antes de estallar en polvo
de hielos desbocados
y colocaron la primera piedra,
la del escándalo en un punto
equidistante
que terminó siendo
el gozne de la puerta
la clave del arco
en el edificio de tu cuerpo
el punto inicial
el parteaguas
la piedra del pretil, los tajamares
donde confluyen
los ríos de la vida.
MARIANO IBEAS
QUINCE
QUINCE.
“Mar”
CONTRAMAR
“El mar, y nada más…
… ¿quién podría vivir en la tierra,
si no fuera por el mar?
(Luis Cernuda: El joven marino)
“este mar lleva dentro mucha música,
mucho amor, mucha muerte, y también mucha vida”
(José Hierro: Cuaderno de Nueva York)
Más allá del mar
está la muerte
del tiempo
y su correr de olas y suspiros
que se hunden en la nada.
Más allá del silencio
está el abismo del no ser
sintiendo
el amargo sabor de las arenas.
Más allá del amor
que llevo dentro,
se ocultó el poeta
tejiendo y destejiendo versos
en una puesta de sol.
Más allá de la música
que me llama
hay un islote de palabras
y sirenas
y yo en medio
náufrago de derrotas
y de sueños
a los que me arrastró el viento.
Mariano Ibeas
CATORCE
La sombra
(Homenaje al cine… hace ya más de un siglo)
La sombra
que me nombra
que danza a mi alrededor
y me fija a la tierra
es un rayo de luz
congelado de la noche,
el despertar de un sueño,
un sueño azul, eterno,
destilación de sombras.
Estalla de nuevo en el cemento
el baile de Arlequín:
Picasso redivivo
vuelve en sombras, aturdido;
un tridente de pinceles en la mano
acosa en el vacío el lienzo
“mujer de saltimbanqui”
“extraña familia”
humana y animal al tiempo;
al soplo de la brisa
Salomé se desmelena…
Y el círculo de sombras
frenético y cambiante
dibuja sueños excitados;
manchas de humedad en la pared
sueños húmedos,
sábanas de sangre, de lluvia,
de rocío, flujo seminal
volcánico y cautivo,
congelado en vida
sudor y sangre por la herida abierta
a todos los vientos
y los sentimientos,
la imaginación, el gesto en la palabra
y un leve viento
que levanta polvo de la historia
entre las ruinas
y un temblor de gritos y de llantos
vuelven las sombras
por las esquinas
y al final la luz
que mata el sueño.
Mariano Ibeas
TRECE
“Cueva”
“Un ojo, una mirada…
“Polifemo”
el ojo es una isla
en medio de la frente
una suerte de boca
abierta al infinito
un sexo horizontal
apenas ofrecido
al asombro de la luz
un ara en la colina
en busca de la ofrenda
el ojo es una sima
sin fondo y sin entrañas
una puerta de entrada
al misterio de la cueva
las sombras infinitas
el jardín perfumado
de las últimas lluvias
al correr de las cortinas
cegado por el sol
el ojo es una estrella
inscrita en el azul
temblando en el pozo
de todos los deseos…
el ojo es una llaga
colmada en el vacío
supurando sombras
y aguas estancadas
el ojo es una fuente,
fuente y manantial,
alfaguara,
río lanzadosin rumbo hacia el vacío
palor indefinido
amanecer de añil
el ojo es una herida
poblada de infinitos
universal incendio
y fuego sin cenizas
un bosque sin salida
un laberinto espeso
la huella a cielo abierto
del paso de Luzbel
el ojo es lo que queda,
la huella de los pasos
en la arena de la playa
que llenan de conchas
los últimos naufragios
el ojo es la batalla
feroz y en campo abierto…
etc. etc.
Mariano Ibeas
DOCE
“Tierra” Mira mis manos
Mira mis manos
vacías;
mira las cuencas de mis ojos
vacías;
mira las nubes en el cielo;
no llueve
desde hace mucho tiempo
la tierra reseca
rezuma de sol al mediodía
nada en sombras
sólo el alacrán entierra
bajo las piedras calcinadas
su impávido aguijón
_ la muerte acecha_
mira mis huesos
de cal y sol de piedras asombradas;
tierra a la tierra,
sólo el ojo cenital
sin párpados,
alerta,
vigía
silencio mineral
cautivo intento por vivir
ahogado en el vacío
en algún lugar
tenso el aire
un estallido
…/…
paso la página,
despierto
desierto
un estridente concierto de chicharras
sierra las ontinas:
era un sueño
el sueño de la tierra
que se soñó desierto
y que no quiere despertar…
lo entiendo.
Mariano Ibeas
ONCE
Bajo el signo de tierra I
Páramo yerto
La nieve febril de los cerezos
febrero cela
un ascua inflamada
enciende atardecer
en las colinas
_viejas arcillas viejas
en tierras de Teruel_
afila el cierzo
su peine de cuchillas
rizando de cenizas las encinas
vuelo augural de pájaros cenizos
y sal en la piel
surcos de sudor al frente
y detrás
la tierra estéril,
ahíta de sequías,
no duele sin más el golpe seco
del azadón en los terrones
hay miles y miles
de causas y razones
para maldecir la tierra
que lleva la muerte cereal
en las entrañas
y entierra,
vida tras vida,
como suplicio de Tántalo
interminable,
en el páramo eterno
páramo yermo
páramo yerto
Mariano Ibeas
DIEZ
“Sueño”
Mi mano, tu mano…
En el hueco de mi mano,
en la curva de tu seno
mi frente compartida
en el hueco de tu almohada
tus labios
en el hueco de mis labios
tu lengua
prisionera en la caverna
tus ojos
en el fondo de mis ojos
mi cuerpo tras tu cuerpo
tus manos enlazadas
en el hueco de tu sexo
en el hueco de mi sexo
tu cuerpo denso
espeso monte, monte espeso
húmedo
y cálido
y tierno…
En tu cuerpo, mi abismo,
me abismo
sin fondo y sin deseos,
y son deseos de perderme
en el fondo
rocoso
tembloroso y lento
Mi cuerpo tenso,
me llamo vacío
tembloroso y dentro
me tienes a tu merced
a voluntad
mi corazón de barro
entre tus dedos
savia nueva, sangre nueva,
cera, pasta de pan, manteca
en horno nuevo,
como un embrión
de nuevo.
Mariano Ibeas
NUEVE
Bajo el signo de fuego 2
El profeta
Tronaba la voz,
la voz hueca del profeta
mensajero de los dioses:
traía la luz
y el fuego…
Recaló en el desierto
y su voz
quebrantaba las peñas
y devoraba las zarzas
y cambiaba las piedras
por rosas de sal
y el sol por sombras
en pleno día,
en la frescura de la tarde
el agua es polvo de oro
y el viento
tormentas de arena
navegando entre las dunas
Un día cambió su voz
por el silencio…
se fue despacio
a la caída de la tarde,
recogió algunos matojos,
una piedra,
y al abrigo de su mano
se encendió el fuego:
oscilante brilla aún
de día
y de noche es un signo
interrogante en el vacío
de las sombras.
Desde entonces, ya no hay duda
hay luz y sombras
y fuego al despertar del sueño
y luego entre los leños
un vuelo de cenizas
de pavesas al viento:
se fue el profeta,
y se llevó la voz
y nos dejó el silencio.
Mariano Ibeas
OCHO
Bajo el signo de fuego I
El ángel ciego
Tan sólo por volar
el ángel ciego
formuló un deseo: ver amanecer
un cielo limpio y terso
hasta el horizonte en llamas.
Y sintió el vacío bajo sus pies
y la angustia de la tierra,
a no se sabe qué distancia,
en caída a pico,
mas no cesó en su empeño:
aprestó el oído_
abajo el mar
y las rompientes en las rocas
y luego el grito
de gaviotas asustadas_
y sintió el vacío
como negra nube a sus pies,
luego un torbellino
de ráfagas de viento desatadas
y un olor fuerte y acre,
sofocante,
de plumas chamuscadas.
Se arrastró como pudo
en la arena de la playa
en un rastro de tortugas
tras la puesta.
Lo encontraron al amanecer
del siguiente día
cubierto de algas
y de escarcha,
sucias las plumas remeras,
requemadas,
y apenas un rastro de espuma
en los labios…
Alguien intentó saber quién era:
dedos sin huellas,
rostro sin ojos,
no calzaban sandalias
sus pies desnudos,
tan sólo el cinturón apenas
sujetando el jubón de escamas
y jirones de seda
en la desnudez del alba.
A la salida del sol
un viento suave
barrió las últimas plumas
de la orilla
escamando la sal
en gotas desprendidas;
y luego las olas
borraron suavemente
una tras otra,
las huellas de sus plantas
encendidas.
Mariano Ibeas
SIETE
SIETE
“Bajo el signo del aire” 2
Sólo sombra, Ángel
sólo sombra,
ni cuerpo ni presencia
sólo ausencia
ágil y danzante
sombra alada
en la pared de la caverna
sombra eterna
al pábilo tenue de la luz
de amanecer,
teatro de sombras
en la pared
lavada de la infancia
estancia vacía
y la sombra asombrada
por la luz
desangelada
danzando al ritmo
del candil del día:
el ojo vago y lento
al despertar
alarga el sueño en la pared
inasible el aire
golpea la luz en el cristal
baile de sombras,
que siga el baile, ¡que siga!
Mariano Ibeas
SEIS
1.- Aire, Sombra, Ángel”
Alado
vino el ángel a mi ladoal otro lado de la luz
al lado de las sombras
látigo del viento
y encendido a veces
ondulado suavemente otras
a la luz de atardecer
besó mis labios
cerró mis ojos
selló mis párpados
y ya no está…
envió luego el viento de la tarde
a desenredar mis cabellos
vistió su armadura de luz
cabalgó luego desbocado
y sentí su espada:
un golpe seco, hendido
un rayo de dolor en mi costado
y se alejó de nuevo…
en el hontanar del sueño
quedó el hueco de sus pasos,
en mi frente una caricia
y en mi mano
la forma del pomo de su espada
_________
el ojo en sombras
se abrió a la luz
__la ventana al fondo amanecía__
y un resplandor de sábanas revueltas
dibuja las últimas colinas
los íntimos valles
el abismo en sombras
__bosque, lluvia, hierba y limo__
se agolpa en las orillas
y lucha con las ondas
suavemente…
la arena infinita de las rocas
excava paciente la caverna
cámara, vaso, útero primordial
abismo de ternura
pozo sin fin de los deseos,
prisión oscura…
_________
el ojo vago
volvió a la luz
horizontal del día
al lado del ángel de los sueños
volvió a soñar
la sábana revuelta y las colinas.
Mariano Ibeas
CINCO BIS
NACIMIENTO II
“Cosmos”
cosmos
somos cosmos
polvo, piedra, lluvia, sol
somos cosmos
y vivimos al límite
de una estrella.
somos polvo
un momento, un destello
un instante
un silencio
en el inmenso concierto
del tiempo y las estrellas
polvo, humo, agua, barro,
somos barro
barro y agua
quebradizo
barro y humo y agua
cuarteado
somos barro al sol
recocido
en millones de soles
millones de veces
en la historia de la nada
cosmos somos
agua
aire
tierra
fuego … y luego, nada.
Mariano Ibeas
CINCO
“Nacimiento” I
Creación … o recreación
Creación:
de la materia de los sueños
haremos un velo que nos cubra
a los dos,
haremos un cielo
con un velo azul
y el agua con las sombras
del lado del mar…
haremos el aire
suave de la tarde
y el frescor de la mañana
con la luz del amanecer
al trasluz de la niebla,
botaremos una barca sin remos
con un gobernalle
y una vela al viento
dejaremos la tierra
con sus dos orillas,
y las arenas infinitas
arrojadas al aire
serán las estrellas,
haremos el fuego
con polvo de piedra,
convocaremos
a todas las aves
… (sin concluir)
.... ( tiempo más tarde, sin concluir todavía)
Mariano Ibeas
TRES (PARÉNTESIS II)
Paréntesis II
Buscadme entre los libros,
ahí está mi vida
temblando en las caricias
de dedos silenciosos ;
mi vida está en las huellas
de todos los caminos
que tejen en mis versos
los pasos de mi vida.
Aquí estoy
vivo en mis versos
al claro de las noches
las sombras de los días…
Explorad conmigo
en la isla del desván
los sueños más antiguos
en viejos pergaminos :
« dado en Aoiz, a tantos de
tantos
de mil ochocientos tantos… »
Recitad conmigo :
« Una tarde parda y fría
de invierno… »
siguiendo en el cristal
las gotas con el dedo,
y luego, rectamente
labarando la besana
en el páramo yermo
y sembrando luego en el
barbecho
el pan de cada día…
Delinead conmigo
bajo los surcos del saber
antiguo
una frágil estela de grafito
recordando el sabor espeso
y amargo del café
ahogado en nicotina…
Gozadme en la alegría
de los amores nuevos
y en rosas encendidas
sepultas en papel, efímeras,
en páginas borrosas
cerradas al dolor,
abiertas al abrazo del sol
y a la pasión de un día…
Convocad en la pizarra,
en círculos de tiza,
a todos los espectros
y, a renglón seguido,
en turno abecedario,
seguidme a las orillas:
_ entre Juana de Ibarbourou
y Al Mutamid Ibn Abbad_
en medio está el océano
abierto
a nuevas singladuras.
Llenad este vacío.
Estoy en vuestras manos,
lector, amigo.
Mariano Ibeas
TRES
Paréntesis I
_ ¿me buscarás alguna vez?
_¿dónde?
¡dónde vertical te escondes?
_¿Quiénes duermen a tu lado
la piel contra la piel? Sentirás
el roce hosco de unos dedos
luego el choque
y la caída
y luego retornan en silencio
los chopos a la orilla.
Tuerce el río en la umbría
el barboteo de palabras.
_ ¿Dónde te escondes?
_ ¡Búscame!.
_ en los estantes ciegos de la noche
en los surcos del verso
en la llama tenue
de la hoguera:
a mi izquierda Juana (de Ibarbouru),
a mi derecha una tribu
de ilustres,
Al-Mutamid, Ibn Abbad
Ibn Quzman; Mosher Ibn Ezra,
tal vez a su lado Ibn Zayddun
… a su lado tal vez
encontrarás mi tumba.
Mariano Ibeas
DOS
Mujer, dime...
mujer, dime,¿cuál es tu secreto?
dime, ¿cuál es tu secreto, di?
¿dónde reposa el eco?
¿dónde reside la voz?
¿de dónde surge el fuego?
¿quién encendió la luz
y dispersó los vientos?
¿cuándo iniciaron su curso
el sol y las estrellas?
¿quién convoca a la luna
cada noche?
¿quién le da su fuerza al mar
y firmeza a las orillas?
¿son los dioses, dime?
¡no son los dioses!, ¿verdad?
están sordos
no me oyen,
pregunto
y tampoco me responden
me remiten al origen
al principio y al fondo
a la piedra primigenia
a la luz de la caverna
al centro originario
de donde surgen las preguntas
al tiempo que enseñoreó la nada
silencian las respuestas
y solo me devuelven
el eco de mi voz;
me remiten a las sombras,
me arrojan a la arena
de las playas
y al polvo del camino,
me ciegan con el sol
me ahogan en las olas
y no tengo respuesta
no son los dioses, ¿verdad?
están ciegos,
no me ven,
son para mí
un nuevo Polifemo
… y vago noche y día
lanzando mis preguntas
cual piedras al estanque
y no hay respuesta
¿no hay respuesta?
¿cual es el secreto, di?
Mariano Ibeas
MUJER
Uno. MUJER
(en homenaje a ti, mujer)
nada es nada es un punto fugaz
mujer , ¿dónde está tu secreto?
__ en lo esencial
el secreto está en las formas
en la nada.
__ la negación de la nada
es el todo
la negación de las sombras
es la LUZ
la negación del espacio
el vacío
la negación del silencio
la música
la negación del tiempo
el MAR
la negación de mí mismo
el AMOR
la negación de la vida
la muerte
la negación de la suerte
el azar…
barrida por el polvo
y la ruina de la historia
un suspiro
un respiro
(entre dos alientos
creativos)
un sueño
sin dueño conocido
y nada más.
Mariano Ibeas