Historia de un arboricidio III. (15 Nov. 2011)
Otras especies de árboles que rodeaban la ciudad, que ofrecían al menos refugio a los pájaros, han ido desapareciendo. Hemos perseguido con saña las cotorras argentinas, el mejillón cebra, la hierba de la Pampa y otras especies invasoras y hemos aniquilado sin piedad las especies autóctonas o los espacios naturales, cada vez menos naturales, cada vez más antropizados.
Días atrás, antes de las lluvias, numerosos colectivos se lamentaban amargamente del estado de sequía en que se encontraba el soto de Cantalobos, con muchos árboles en situación agónica, heridos de muerte o muertos ya. Los técnicos dicen que es natural, que el río cambia su cauce y por la misma razón los árboles de ribera se encuentran en situación más o menos precaria en función de su proximidad o alejamiento del cauce o la oscilación de la capa freática… que nacen, se desarrollan y mueren… otros responden diciendo que algo tendrá que ver la dinámica del propio río y en ella las obras públicas, el aporte o el movimiento de áridos para la construcción de puentes del milenio, azudes o pasarelas del voluntariado, el drenaje para la navegación de los barquitos, etc., etc.
No hemos terminado de asumir que el Ebro es un río mediterráneo con grandes diferencias de caudal, crecidas y estiajes__ que permiten incluso la utilización como arma arrojadiza entre comunidades políticas y comunidades de regantes__ y aunque su curso esté regulado, no deja de ser caprichoso e imponerse a los designios de los ribereños.
Pero volvamos al tema de los árboles, los que quedan, árboles de especies frondosas chopos, álamos, alisos, pinos, algunos de gran porte que van desapareciendo poco a poco, a ojos vistas de los que paseamos las riberas del Ebro, el Huerva, el Gállego o el Canal, pinos carrascos , algún almez o latonero que dibujaban los límites de antiguas parcelas o jardines, son solo testimonios de lo que fue y en una gneración han sido engullidos por la ciudad o por las nuevas urbanizaciones surgidas en los “acampos” donde otrora pastaban las ovejas…
Igual es que nos hemos convertido en testigos y cronistas de un mundo que desaparece, que se agota… y no legaremos a nuestros descendientes más que una sucursal del desierto.
NOTA: Como contraste con la imagen anterior y no muy lejano, "pinus halepensis" o pino carrasco en el parque de la Urbanización Montecanal que se muestra espléndido y vital... ¿hasta cuándo?