ÁNGEL... PARA SIEMPRE...

ÁNGEL PARA SIEMPRE...
Ángel, para siempre...
abre las alas
en último vuelo
a la eternidad.
Dedicado a Angel Fajó, SIDER, que nos dejó un día de mayo...
ÁNGEL PARA SIEMPRE...
Ángel, para siempre...
abre las alas
en último vuelo
a la eternidad.
Dedicado a Angel Fajó, SIDER, que nos dejó un día de mayo...
Una invitación de boda para celebrar el próximo año...
http://www.elpais.com/articulo/ultima/Caceria/elpepiult/20111211elpepiult_1/Tes
Y... FINAL
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he cerrado los ojos,
he cerrado las manos,
he cerrado el corazón
y he encerrado en mí mismo
toda la luz
que alumbra tu mirada:
te tengo conmigo
y me basta
para despertar.
Mariano Ibeas
Y final...
Dedicado a todos los que viven con nostalgia
el final de la EXPO Zaragoza 2008
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nunca te dejará solo;
el silencio te acompaña,
es tu luz
tu piel
tu compañero,
el envés de tu voz
el eco
el hueco de tu cuerpo:
cuando tú te calles
gritará el silencio
y en tensas cuerdas de conciencia
vibrará densa
su música callada
no apagarás su luz
no olvidarás su acento
su curso enfebrecido te sigue
como un río,
en torno a tu cintura
se ciñe en cinturón,
en soga y en dogal al cuello
te sobrevivirá
después de muerto.
Mariano Ibeas
35
volverán tras de ti
con todos sus colores
las hojas del otoño:
nada se pierde,
todo regresa de nuevo;
con la gloria del ocaso
se encienden las tinieblas
y regresan de nuevo
_ otra vez _
en esplendor de primavera,
las hojas tiernas.
Devuelven el oro a la tierra
trasmutado el mineral surgente,
de polvo, tierra y cieno,
en vida.
La tierra es generosa
y nos regala
el árbol en flor,
la flor en polen,
el insecto en vuelo,
sólo el hombre encierra
la mezquindad en su cerebro
y paga con odio
_ es su moneda _
siembra odio y la cosecha
surge de la tierra en vaharadas
de dolor y llanto
_ mala cosecha _
sólo el hombre cultiva la muerte
a manos llenas
en los surcos de la tierra,
y la tierra le devuelve,
generosa,
a manos llenas
los frutos de la vida.
Mariano Ibeas
34
sólo la soledad
del que se va
iguala
la soledad del que se queda;
no parte el tren,
parte el corazón;
se siente desgarrar despacio
los pliegues de la carne
y no chirrían
las ruedas sobre el hierro;
sobre las lágrimas caídas
funde el polvo
el latido atronador del eco
Mariano Ibeas
33
Dedicado a los fieles de la
"Tertulia del Van Gogh"
voy a la luz
por las sombras
cegado por tu mirada:
Orfeo no sabe volver,
erró el camino
y no supo rescatar
de entre las sombras, los ecos,
la música de tu voz
que le llama desde lejos...
desde entonces vaga
orillas del Leteo,
buscando entre las sombras,
sordo y ciego.
Mariano Ibeas
31
inunda de luz
el hueco
en el vacío
de tu hosca soledad,
vuelca las sombras
en el pozo sin fin
de los fracasos,
duerme en paz
_ si puedes –
mientras estalla
la luz bajo tus párpados,
riza el rizo
de caracol-nautilus
y estalla hacia dentro:
no podrás nunca
esconderte
de ti mismo.
Mariano Ibeas
30
lunes de Pascua,
resurrección:
sólo la muerte es más larga
que la vida
y los muertos que mueren
d e f i n i t i v a m e n t e
sólo resucitan una vez.
Responde a mi pregunta;
¿La vida, después de la vida,
merece vivirla otra vez?
Mariano Ibeas
28
que nadie me detenga,
ebrio de mí,
perdido en el vacío
golpeo con los puños
los límite estrechos
del cuerpo de ataúd
que me habita por dentro
soy muerto vivo:
he recibido
como todos los vivos
el don
de la ebriedad:
_(en palabras de Claudio
Rodríguez) _
cada día me emborracho
de mí mismo
y me duermo en los rincones
estrechos de la existencia,
me basta un abrigo
del cierzo,
unos cartones,
un reparo
contra las lluvias de palabras
y las miradas
que me taladran
con desprecio:
no quiero dormir
por miedo a despertar
y encuentro cada día
desgarrada
entre las zarzas
la vieja piel de culebra
que me cubrió un tiempo.
Mariano Ibeas
27
(Borrador)
como gotas de sangre
sobre la nieve
como rosa blanca
sobre el zarzal
como bocado de espina
traicionando la piel
como amapola
sobre el trigal
como atardecer de lacre
que sella el horizonte
como piedra
en el agua
como gota de leche
en seno breve
como el rubor íntimo
de la novia
como la rosa roja
virginal
como la tinta fresca
como la lágrima,
como el puñal
como la herida
como el algodón
de los álamos
sobre el río
como agua sobre el carbón
ardiente
como ceniza
sobre la brasa
como la espuma
como la llama
como el dolor
tendido en la conciencia
como la niebla
como el sabor
de nata y fresa
como los labios
tu boca sobre su boca
como recién nacido
sobre las sábanas
como el amor
como la semilla
sobre el surco
como el amigo
como la muerte
y su sudario
como vino derramado
ofrenda de los dioses
“nieva sobre el rubí”*
*Último verso:
Ángel Guinda, Del libro"Toda la luz del mundo" .
26
Te acercas por la tarde
apacentando sombras
y ocupas mis silencios
como niebla sobre el valle;
me cubres con tu cuerpo
y sellando mi boca
al candado de tus besos
me abismo en el vacío,
me llenas
desde dentro
tú me acoges en el cuenco
de leche de tus senos
en el remanso firme
de tus muslos
entreabiertos...
tus olas son mi playa
y el rumor del viento
se entretiene
enredando tus cabellos,
mis dedos ya despiertos
encienden en tu piel
el fuego de deseos.
Mariano Ibeas
25
Territorio tu piel:
mi geografía física
y humana
tu ausencia se dibuja
en oquedades:
el sillón, la almohada, el libro abierto
los zapatos...
desciende en humedades los valles
las colinas
el agua de la ducha, el albornoz,
el secador,
asciende el vaho enredado en los
cabellos, colonia, acondicionador,
desodorante,
profundidad del perfume fresco y suave
el álgido trepar por los senderos
hasta el suave atardecer de la ensenada
gira la llave,
el eco de tus pasos
tan solo te alejan para volver,
y puedo dibujarte
lentamente en el blanco en la pared
recuerdo,
y es casi un sueño,
el torpe explorar de las caricias:
me queda estremecido
un temblor en la yema de los dedos
y un calor encerrado en el eco de tus pasos
al fondo, en el pasillo
adivino tu silueta y una sombra en el espejo;
haz que te sienta cerca
quiero regresar a tu cintura,
a los pétalos abiertos de tus brazos,
a tus labios mojados y tibios
por el tiempo y la fruta de los besos,
al hueco protector de mis deseos,
al pausado desgranar
de los silencios,
a las palabras quedas,
al fluir eterno
de tus ríos
a la luz de tu piel
_ la vida al fin,
al fin la vida _
al alba de tu luz
estremecida.
Mariano Ibeas
24
grita el vencejo
mientras traza
en torno de la torre
su tela sutil cual las arañas
que atraparán mis sueños
tiembla en el aire
el último perfume
que no borrará las sombras
ni el perfil de los cerezos
cruza el umbral
de lacre derretido
del horizonte el sol:
un homenaje a la luz
que deposita en polvo
tras los visillos
los últimos
suspiros de la tarde.
Mariano Ibeas
23
he salido para labrar
el campo yermo,
he esperado con paciencia
las lluvias
_ hay tempero_
el primer surco de hoy,
la besana,
será recta y limpia,
lo prometo
y mantendré firme
la mano en la mancera
el arado abre la herida,
seminal del primer surco,
enciende la promesa
perdida en los baldíos
en tierras de pan llevar
ahítos de sequía
que mueren y esperan,
espera la semilla
la bendición del agua
y nace envuelta en esperanza
de espiga cereal
de canto y caudal
de agua en las aceñas
de harina candeal
pura y mohina
muñida con amor
cocida,
hecha pan
pura promesa:
“el primer surco de hoy
será tu cuerpo”
Mariano Ibeas
22
a Manuel Carrión, in praesentia
El primer surco de hoy, será mi cuerpo
Claudio Rodríguez
compañero del alma,
compañero
que me acompañas
desde siempre,
_ desde el comienzo,
antes de nacerme, creo _
mi cáscara, mi voz, mi máscara
mi “prosopon”, mi entraña
mi cárcel en que me encierro,
fiel, siempre fiel,
hasta la muerte... espero.
desde lo vivo vivido,
próximo, extraño, expósito:
un traje a la medida
urdido sin cesar
en lenta y afanosa espera
de Penélope,
ajustado al día a día
mi perro fiel, mi fiel porquero
que me reconoce a mi llegada
en el mar de Ítaca...
me he hecho a su calor,
su olor, su tacto
su pesadez cansada,
su porte vertical
su duda ante el espejo,
y su dolor a veces,
me lleva y me trae
cuantas veces solicito,
le llamo a la tarea
y se me queda dormido
y sueña con crecer despacio
o de despierta sin mí
lejos de mí, enajenado...
noto que me tira la piel,
que encogen las costuras
que se retuerce con temor
que responde con odio
y se me niega:
sufre y siente,
goza y disfruta
y no me da tregua ni respiro,
mi otro yo
compañero, mi sombra viva,
vivo entero,
alter ego, mi cuerpo
compañero.
Mariano Ibeas
21
Clara Janés
¿ o es tal vez la muerte?
no puedo desatarme:
como en sueños
caigo vertiginoso
en lo hondo sin final
del tiempo,
en un túnel de luz
__ yo envuelto en sombras__
para cerrar de golpe
la puerta de los miedos
medito al despertar:
no ser,
no vivir,
no haber sido...
y encierro en un puño
mis deseos:
ser sólo un árbol
al borde del camino,
vigilar las sombras
atrapando la luz
a ramas llenas,
beber ávido
en las raíces
el agua de nieve
generosa del invierno,
acumular paciente
bajo la piel de la corteza
la crónica veloz
de las sequías,
las heridas del rayo,
los desgarros del viento,
y ofertar exuberante
tal vez
algunas flores o frutos,
o semillas,
la leña del hogar...
poder soñar alguna vez
al borde del camino...
en palabras de Rubén:
“dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra estéril
porque ésta ya no siente..."
Mariano Ibeas
(IV)
¿pudo por fin,
el poeta,
apartar de su camino
o alejar un tanto así
los pasos de la muerte?
se quedó en blanco
no encuentra respuestas
y las últimas preguntas
se repiten como un eco
y sigue buscando
en los rastros de tinta
en el papel
en el torpe vuelo de los dedos al teclado
_ la nueva bola de cristal _
las últimas respuestas...
y a veces sólo le queda
como último recurso
un espacio de papel
en blanco.
Mariano Ibeas
(III)
(Segunda versión)
el poeta
no sabe, no contesta,
no tiene recetas:
ni para el amor
remedio de enamorados
ni para la muerte
consuelo de los vivos
ni para el dolor
lenitivos
ni para el tiempo que pasa
palabras inmortales
no resultó perito en lunas,
experto en amaneceres,
técnico en colores del ocaso,
contador de nubes o de rayos,
escrutador de lluvias
o de sombras,
práctico en sentimientos
cobrador de emociones
remediador de soledades...
Mariano Ibeas