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DESDELDESVAN

DE LUZ

ÁNGEL... PARA SIEMPRE...

ÁNGEL... PARA SIEMPRE...

ÁNGEL PARA SIEMPRE...

 

Ángel, para siempre...

abre las alas

en último vuelo

a la eternidad.

 

          Dedicado a Angel Fajó, SIDER, que nos dejó un día de mayo...


REGALOS DE NAVIDAD... 5

REGALOS DE NAVIDAD... 5

Una invitación de boda para celebrar el próximo año...

MANUEL VICENT

MANUEL VICENT

MANUEL VICENT

"Cacería"

En el museo de Jorge Oteiza, en Alzuza, se exhiben varias de sus cajas metafísicas, unas esculturas que están entre el cubismo, el constructivismo y la abstracción. Una de ellas es un homenaje a la Anunciación de Leonardo da Vinci: dos paralelepípedos de acero crean un claroscuro en su interior, que es el espacio negativo, según Oteiza. El museo estaba desierto aquella mañana. Después de una detenida observación descubrí que desde el ángulo de una de aquellas cajas metafísicas, precisamente la dedicada a Leonardo, se elevaba un hilo casi imperceptible, que después de cruzar verticalmente toda la sala, quedaba prendido de uno de los focos de luz cenital en el techo. Puesto que me encontraba en un museo de escultura, sin abandonar la emoción estética, podía considerar que aquel hilo tan sutil era una obra maestra de arte mínimal, incluso el último estadio espiritual antes de alcanzar el vacío, pero en realidad se trataba de una simple telaraña, una creación elaborada con la baba de este arácnido para cazar insectos, un arte para matar. La araña permanecía en estado de alerta en un extremo de su obra y era casi milagrosa la velocidad con que se deslizaba por aquel hilo de luz y la precisión matemática con que se abatía contra cualquier insecto que había caído en la trampa. Por un momento tuve la tentación de admitir que era más artista la araña que el propio Oteiza. Una caja metafísica era un trabajo muy rudimentario frente a la sutileza con que aquel hilo de baba luminosa creaba un espacio zen a su alrededor. La caja metafísica no tenía ninguna finalidad; en cambio la telaraña estaba al servicio de la vida y de la muerte. Dejé de lado estas disquisiciones, absorto en la contemplación de una acción mucho más fascinante, que era la propia cacería. La araña no solía fallar. Su instinto de supervivencia dejaba atrás toda clase de belleza. En esto, un mosquito diminuto quedó prendido en la trampa y desde la luz cenital la araña se precipitó en su captura, pero antes de ser atrapado, el mosquito logró zafarse y buscó refugio en el interior de la caja metafísica dedicada a Leonardo. La araña se quedó confusa y desarmada ante aquel espacio negativo. Pensé que el arte o la metafísica servían para algo si acababan de salvar la vida de un mosquito.

http://www.elpais.com/articulo/ultima/Caceria/elpepiult/20111211elpepiult_1/Tes

DE LUZ

DE LUZ

                     Y...  FINAL

    

                               37

 

he cerrado los ojos,

he cerrado las manos,

he cerrado el corazón

y he encerrado en mí mismo

toda la luz

que alumbra tu mirada:

te tengo conmigo

y me basta

                       para despertar.

 

                                               Mariano Ibeas

DE LUZ...

DE  LUZ...

                                        Y final...

                                 Dedicado a todos los que viven con nostalgia

                                  el final de la EXPO Zaragoza 2008

                                     

                                                   36

 

           

                                   nunca te dejará solo;

el  silencio te acompaña,

es tu luz

tu piel

tu compañero,

el envés de tu voz

el eco

el hueco de tu cuerpo:

cuando tú te calles

gritará el silencio

y en tensas cuerdas de conciencia

vibrará densa

su música callada

no apagarás su luz

no olvidarás su acento

su curso enfebrecido te sigue

como un río,

en torno a tu cintura

se ciñe en cinturón,

en soga y  en dogal al cuello

 

te sobrevivirá

después de muerto.

                                              

                                               Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

             35

 

volverán tras de ti

con todos sus colores

las hojas del otoño:

nada se pierde,

todo regresa de nuevo;

con la gloria del ocaso

se encienden las tinieblas

y regresan de nuevo

_ otra vez _

en esplendor de primavera,

las hojas tiernas.

Devuelven el oro a la tierra

trasmutado el mineral surgente,

de polvo, tierra y cieno,

en vida.

La tierra es generosa

y nos regala

el árbol en flor,

la flor en polen,

el insecto en vuelo,

sólo el hombre encierra

la mezquindad en su cerebro

y paga con odio

­_ es su moneda _

siembra odio y la cosecha

surge de la tierra en vaharadas

de dolor y llanto

_ mala cosecha _

sólo el hombre cultiva la muerte

a manos llenas

en los surcos de la tierra,

y la tierra le devuelve,

generosa,

a manos llenas

           los frutos de la vida.

                                                                      

                                                                       

                                    Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

                              34

 

 

sólo la soledad

del que se va

iguala

la soledad del que se queda;

no parte el tren,

parte el corazón;

se siente desgarrar despacio

los pliegues de la carne

y no chirrían

las ruedas sobre el hierro;

sobre las lágrimas caídas

funde el polvo

el latido atronador del eco

 

                    Mariano Ibeas

DE LUZ

DE LUZ

      

                               33

                Dedicado  a los  fieles de la

                         "Tertulia del Van Gogh"

voy a la luz

por las sombras

cegado por tu mirada:

Orfeo no sabe volver,

erró el camino

y no supo rescatar

de entre las sombras, los ecos,

la música de tu voz

que le llama desde lejos...

desde entonces vaga

orillas del Leteo,

buscando entre las sombras,

sordo y ciego.

                                       

                                   Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

31

 

inunda de luz

el hueco

en el vacío

de  tu hosca soledad,

vuelca las sombras

en el pozo sin fin

de los fracasos,

duerme en paz

_ si puedes –

mientras estalla

la luz bajo tus párpados,

riza el rizo

de caracol-nautilus

y estalla hacia dentro:

no podrás nunca

esconderte

           de ti mismo.

               Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

                                        30

 

lunes de Pascua,

resurrección:

sólo la muerte es más larga

que la vida

y los muertos que mueren

d e f i n i t i v a m e n t e

sólo resucitan una vez.

 

Responde a mi pregunta;

¿La vida, después de la vida,

merece vivirla otra vez?

                         Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

                                    28

 

que nadie me detenga,

ebrio de mí,

perdido en el vacío

golpeo con los puños

los límite estrechos

del cuerpo de ataúd

que me habita por dentro

 

soy muerto vivo:

he recibido

como todos los vivos

el don

de la ebriedad:

_(en palabras de Claudio

Rodríguez) _

cada día me emborracho

de mí mismo

 

y me duermo en los rincones

estrechos de la existencia,

me basta un abrigo

del cierzo,

unos cartones,

un reparo

contra las lluvias de palabras

y las miradas

que me taladran

con desprecio:

no quiero dormir

por miedo a despertar

y encuentro cada día

desgarrada

entre las zarzas

la vieja piel de culebra

que me cubrió un tiempo.

                                Mariano Ibeas

 

DE LUZ

DE  LUZ

27

 

                                   (Borrador)

 

como gotas  de sangre

 sobre la nieve

como rosa blanca

                                   sobre el zarzal

como bocado de espina

                                   traicionando la piel

como amapola

                                   sobre el trigal

como atardecer de lacre

                                   que sella el horizonte

como piedra

                                   en el agua

como gota  de leche

                                   en seno breve

como el rubor íntimo

                                   de la novia

como la rosa roja

                                   virginal

como la tinta fresca

como la lágrima,

                                   como el puñal

como la herida

como el algodón

                                   de los álamos

sobre el río

como agua sobre el carbón

                                   ardiente

como ceniza

                                   sobre la brasa

como la espuma

                                   como la llama

como el dolor

                                   tendido en la conciencia

como la niebla

como el sabor

                                   de nata y fresa

como los labios

                                   tu boca sobre su boca

como recién nacido

                                   sobre las sábanas

como el amor

como la semilla

                                   sobre el surco

como el amigo

como la muerte

                                   y su sudario

como vino derramado

                                   ofrenda de los dioses

                                               “nieva sobre el rubí”*

 

                                                                      

*Último verso:

Ángel Guinda, Del libro"Toda la luz del mundo" .

DE LUZ

DE  LUZ

                                                      26

 

Te acercas por la tarde

apacentando sombras

y ocupas mis silencios

como niebla sobre el valle;

me cubres con tu cuerpo

y sellando mi boca

al candado de tus besos

me abismo en el vacío,

me llenas

desde dentro

tú me acoges en el cuenco

de leche de tus senos

en el remanso firme

de tus muslos

entreabiertos...

tus olas son mi playa

y el rumor del viento

se entretiene

enredando tus cabellos,

 

mis dedos ya despiertos

encienden en tu piel

el fuego de deseos.

                  Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

25

                                              

                                              

 

                       Territorio tu piel:

mi geografía física

y  humana

tu ausencia se dibuja

en oquedades:

el sillón, la almohada, el libro abierto

los zapatos...

desciende en humedades los valles

las colinas

el agua de la ducha, el albornoz,

el secador,

asciende el vaho enredado en los

cabellos, colonia, acondicionador,

desodorante,

profundidad del perfume fresco y suave

el álgido trepar por los senderos

hasta el suave atardecer de la ensenada

gira la llave,

el eco de tus pasos

tan solo te alejan para volver,

y puedo dibujarte

lentamente en el blanco en la pared

recuerdo,

y es casi un sueño,

el torpe explorar de las caricias:

me queda estremecido

un temblor en la yema de los dedos

y un calor encerrado en el eco de tus pasos

al fondo, en el pasillo

adivino tu silueta y una sombra en el espejo;

haz que te sienta cerca

quiero regresar a tu cintura,

a los pétalos abiertos de tus brazos,

a tus labios mojados y tibios

por el tiempo y la fruta de los besos,

al hueco protector de mis deseos,

al pausado desgranar

de los silencios,

a las palabras quedas,

al fluir eterno

de tus ríos

a la luz de tu piel

_ la vida al fin,

al fin la vida _

al alba de tu luz

                       estremecida.            

                                                          

                                  

                                               Mariano Ibeas

DE LUZ

DE  LUZ

24

 

 

                       

grita el vencejo

mientras traza

en torno de la torre

su tela sutil cual las arañas

que atraparán mis sueños

 

tiembla en el aire

el último perfume

que no borrará las sombras

ni el perfil de los cerezos

 

cruza el umbral

de lacre derretido

del horizonte el sol:

un homenaje  a la luz

que deposita en polvo

tras los visillos

los últimos

suspiros de la tarde.

               Mariano Ibeas

DE LUZ...

DE  LUZ...

23

           

                                   he salido para labrar

                                   el campo yermo,

                                   he esperado con paciencia

                                   las lluvias

                                   _ hay tempero_

                                   el primer surco de hoy,

                                   la besana,

                                   será recta y limpia,

                                   lo prometo

                                   y mantendré firme

la mano en la mancera

el arado abre la herida,

seminal del primer surco,

enciende la promesa

perdida en los baldíos

en tierras de pan llevar

ahítos de sequía

que mueren y esperan,

espera la semilla

la bendición del agua

y nace envuelta en esperanza

de espiga cereal

de canto y caudal

de agua en las aceñas

de harina candeal

pura y mohina

muñida con amor

cocida,

hecha pan

pura promesa:

            “el primer surco de hoy

                                   será tu cuerpo”

                         Mariano  Ibeas

DE LUZ

DE LUZ

22

a Manuel Carrión, in praesentia

 

El primer surco de hoy, será mi cuerpo

                                                                       Claudio Rodríguez

 

                       

 

                                  

            compañero del alma,

            compañero

            que me acompañas

            desde siempre,

            _ desde el comienzo,

            antes de nacerme, creo _

mi cáscara, mi voz, mi máscara

mi “prosopon”, mi entraña

mi cárcel en que me encierro,

fiel, siempre fiel,

hasta la muerte... espero.

 

desde lo vivo vivido,

próximo, extraño, expósito:

un traje a la medida

urdido sin cesar

en lenta y afanosa espera

de Penélope,

ajustado al día a día

mi perro fiel, mi fiel porquero

que me reconoce a mi llegada

en el mar de Ítaca...

 

me he hecho a su calor,

su olor, su tacto

su pesadez cansada,

su porte vertical

su duda ante el espejo,

y su dolor a veces,

me lleva y me trae

cuantas veces solicito,

le llamo a la tarea

y se me queda dormido

y sueña con crecer despacio

o de despierta sin mí

lejos de mí, enajenado...

 

noto que me tira la piel,

que encogen las costuras

que se retuerce con temor

que responde con odio

y se me niega:

sufre y siente,

goza y disfruta

y no me da tregua ni respiro,

mi otro yo

compañero, mi sombra viva,

vivo entero,

alter ego, mi cuerpo

                                   compañero.          

                       

                                  Mariano Ibeas

DE LUZ 21

DE  LUZ  21

21

 

"No imites la ceguera del río que no conoce pausa".

                                                                       Clara Janés

                                  

corro y la vida me persigue

¿ o es tal vez la muerte?

no puedo desatarme:

como en sueños

caigo vertiginoso

en lo hondo sin final

del tiempo,

en un túnel de luz

__ yo envuelto en sombras__

 

para cerrar de golpe

la puerta de los miedos

medito al despertar:

no ser,

no vivir,

no haber sido...

 

y encierro en un puño

mis deseos:

 

ser sólo un árbol

           al borde del camino,

vigilar las sombras

atrapando la luz

a ramas llenas,

beber ávido

en las raíces

el agua de nieve

generosa del invierno,

 

acumular paciente

bajo la piel de la corteza

la crónica veloz

de las sequías,

las heridas del rayo,

los desgarros del viento,

 

y ofertar  exuberante

tal vez

algunas flores o frutos,

o semillas,

la leña del hogar...

 

poder soñar alguna vez

al borde del camino...

 

en palabras de Rubén:

 

           “dichoso el árbol que es apenas sensitivo

y más la piedra estéril

porque ésta ya no siente..."

                     Mariano Ibeas

 

DE LUZ 20 ( y IV)

DE LUZ   20  ( y IV)

                    (IV)

 

 

¿pudo por fin,

el poeta,

apartar de su camino

o alejar un tanto así

los pasos de la muerte?

 

se quedó en blanco

no encuentra respuestas

y las últimas preguntas

se repiten como un eco

y sigue buscando

en los rastros de tinta

en el papel

en el torpe vuelo de los dedos al teclado

_ la nueva bola de cristal _

las últimas respuestas...

 

y a veces sólo le queda

como último recurso

            un espacio de papel

                                   en blanco.

                                                          

 

 

 Mariano Ibeas

DE LUZ 20 ( III )

DE  LUZ  20  ( III )

                 (III)

 

                        (Segunda versión)

 

 

el poeta

no sabe, no contesta,

no tiene recetas:

ni para el amor

                        remedio de enamorados

ni para la muerte

                        consuelo de los vivos

ni para el dolor

                        lenitivos

ni para el tiempo que pasa

                        palabras inmortales

 

no resultó perito en lunas,

experto en amaneceres,

técnico en colores del ocaso,

contador de nubes o de rayos,

escrutador de lluvias

                                   o de sombras,

práctico en sentimientos

cobrador de emociones

remediador de soledades...

                        Mariano  Ibeas