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JAVIER PRADERA... IN MEMORIAM

JAVIER PRADERA... IN MEMORIAM

Unos cuantos testimonios tomados de aquí y de allá en artículos de El País:

"Pradera fue un estupendo polemista y un intelectual serio, un hombre que tiró siempre en dirección contraria a la catástrofe. Le gustó y supo mucho de historia: "Hace un siglo, el mundo decidió marchar en contra de sus posibilidades racionales y avanzar hacia el abismo", nos dejó escrito. Se fue en un momento horrible para la Europa civilizada y culta que él tanto defendió y que tan bien representó, pero nos ha dejado sus artículos y su pensamiento, los instrumentos que nos fue dando a lo largo de su vida para que no nos dejemos sumergir en las simas que él combatió."

                                                    Soledad Gallego-Díaz

"Siendo como era Javier Pradera un maestro de la ironía, de clara inteligencia cáustica, habrá que tomar como un sarcasmo el hecho de que eligiera para morir un 20-N, la misma fecha en que lo hizo Franco y la jornada electoral en que el partido socialista fue pasado por las armas de cristal, que son las urnas, para dejar a la Derecha la propiedad absoluta de todo este solar. Rafael Azcona, que era un optimista natural, decidió morirse un domingo de Resurrección por si acaso, pero el pesimismo lúcido de Javier Pradera no se permitió fallar en el último momento. Puesto que la muerte es un desastre, que lo sea hasta el fondo."

                                                            Manuel Vicent

"El día de la despedida de Pradera escuché muchos parlamentos; como es natural, me resultó muy conmovedor el de su nieto Juan, pues en este tiempo ya casi todos los que estábamos allí llorando la muerte del amigo estamos en la zona sagrada de la abuelidad. Juan dijo, con un candor que hizo saltar muchas emociones en el auditorio, algo que le dijo su abuelo una vez, comiendo ambos en una playa cántabra: "Los abuelos engordamos viendo comer a los nietos". Aquel hombretón que a veces gruñía al saludar, pues iba de su sabiduría a sus asuntos, y en el trayecto no quería distracciones, era también ese abuelo feliz que tenía en el nieto el nuevo tesoro. El primero era saber, seguir consultando, hasta el último instante, despejar las dudas para que sus artículos fueran esas piezas maestras que constituyen ahora una hemeroteca de la historia de España. Y el segundo tesoro, el que le dio más felicidad, fue ese nieto que ahí le dijo adiós como si estuviera representando a la época que viene con respecto a la época, toda una época, que allí se despedía."

                                                             Juan Cruz

"Tenía una figura de longitudes góticas, que se prolongaba en los gestos ojivales de las manos velludas. Hablaba bajo y deleitándose tanto en lo que contaba que era evidente que nunca se decidiría a escribir unas memorias, porque disfrutaba demasiado con su talento de narrador oral, que por otra parte era más bien pudoroso y oblicuo, porque tendía a borrar su propia figura de las historias que contaba. Mucho antes de llegar a conocerlo me eduqué gracias a él en aquella colección de bolsillo de Alianza Editorial en la que sin darse uno mucha cuenta descubría a Marx, a Kafka, a Faulkner, a Freud, a Chaves Nogales, a Proust, a Borges, a Clarín. Ya no podremos leer sus memorias, pero al menos que no se quede sin contar quién fue Javier Pradera, cuánto le debemos."

                                                     Antonio Muñoz Molina

"Unamuno y Semprún. Y Pradera. En el último artículo que publicó en la revista Claves ("La extraterritorialidad de Jorge Semprún"; julio / agosto de 2011) Javier Pradera relacionaba a los dos desterrados a través de su vinculación con Biriatou. Pradera era por el lado paterno oriundo de Sara, en el País Vasco francés. Hoy no podrá estar en la aldea donde los 11 vecinos muertos en la I Guerra Mundial y los dos que se añadieron a la lápida tras la Segunda nos piden que no les olvidemos. Que no tengamos contra ellos un corazón endurecido."

                                                    Patxo Unzueta

"Era una cabeza lúcida, desasosegada e irónica, que huía de fiarlo todo a la improvisación. Nunca opinaba, mucho menos si había de hacerlo por escrito, sin haber leído. Porque lo leía y lo subrayaba todo, con la dedicación del escolar que tiene que pasar examen. Tenía una aversión instintiva a la necedad. Y una atracción natural por el talento. Siempre permanecía atento a su descubrimiento para incorporar nuevos valores a sus proyectos intelectuales como el de la revista Claves de Razón Práctica. Fue la piedra de toque del diario EL PAÍS desde su nacimiento. La masa encefálica de su página editorial. Su camarada Jorge Semprún le dedicó su Autobiografía de Federico Sánchez por su valor temerario. Pero ni ese ni otros reconocimientos le indujeron a la vanidad a la que era por completo alérgico. Tampoco le impulsaron a la docilidad de ningún encantamiento."

                                            Miguel Ángel Aguilar

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