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DESDELDESVAN

TREINTA Y OCHO GLOSAS

LE DOY GRACIAS AL TIEMPO

LE DOY GRACIAS AL TIEMPO

  y... XXXVIII

Le doy gracias al tiempo

A "Rosadilo", que ha descubierto mi blog... y mi poesía.

        "Le doy gracias al tiempo,

        que me toma en sus brazos

        y borra tras de sí el camino"

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano)

 

Gracias le doy al tiempo de la espera

y el reposo en el andén:

eso me permite estar un tiempo

a salvo de mí mismo;

escucho el silbo de los trenes

y el aliento que acompaña

la niebla

y el frescor de madrugada

despierta mis sentidos:

sólo el viaje es lo que importa,

el destino es prescindible,

el tiempo que te toma entre tus brazos

y te acuna

no deja tras de sí ninguna huella;

las llevas contigo,

son tu fruto,

forman parte de tí mismo;

tu ruta y tu sendero

completan tu equipaje

y al final

__ si es que hay final __

te encuentras solo y desvalido,

desnudo delante del espejo;

luz o vacío, qué más da,

ser y tiempo,

al comienzo y al final

    sólo el rostro de ti mismo.

 

Mariano Ibeas

                   en abril de 2010



 

CADA DÍA EL SOL DEJA CARTAS...

CADA DÍA EL SOL DEJA CARTAS...

            XXXVII

 

Cada día el sol deja cartas    

  Cada día el sol deja cartas

en el borde de mi ventana. 

Sólo la noche puede leerlas.

   (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano). 

 

Lees cada día tu carta al sol 

de media tarde

y no te alejas;

te reflejas en el fondo como espejo

de tu otro yo que te contempla

en el envés del sueño;

sólo la noche sabe leer

y mostrar tus cartas,

sólo la noche puede leerlas,

no eres un jugador de ventaja;

la noche

teje con suave hilo

el cristal de los cendales

y no te cubre del todo;

emerge tras de ti,

como fantasma,

el perfil del aire

y la levedad del soplo vespertino

levanta como niebla

el sudario y las cenizas;

no valió la pena pelear

y la lucha con el ángel

hasta la luz de amanecida;

venciste quizás,

pero fuiste al final vencido

y entregas tu derrota como un trofeo,

como una maleta sin dueño

que queda al borde del camino:

no la necesitas,

para el viaje, no hay billete de regreso.

 

          Mariano Ibeas

 

          Nota: La foto es de Emilio Pedro y Maribel Poc, en San Martín de Veri.

TÚ NO HABLARÁS, OH MUERTE...

TÚ NO HABLARÁS, OH MUERTE...

           XXXVI

Tú no hablarás, oh muerte                 

 

  ¿Tú no hablarás, oh muerte?

Mira a tu hermana la vida: 

ella tiembla también por tu silencio.

   (Adonis. "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

 

mírate, hombre

mírate despacio y mira a tu alrededor

eres mirada,

la poesía es mirada

la filosofía es mirada

vivir es mirar…

Y dijo Dios:

“fabriquemos al hombre nuevo”

y  vio que el barro era bueno

y fue menester más barro,

el humus de la tierra,

amasado con barro y con arcilla,

con barro y cenizas de hombre

naturaleza  mineral

de todos los hombres que cayeron al borde del sendero

de los que quemó el fuego

de los que arrastró el agua

de los que azotó el viento y

dispersaron en el seno del tornado

tornaron a la tierra en vuelo de pavesas

cayeron con estruendo tronchados como árboles,

como arena,

como gotas de lluvia,

como cenizas, como légamo sutil,

como semillas,

brotaron luego

y se encontraron sin raíz ni patria,

sin costa, ni playa de arribada

sin puerto seguro

al albur de la tormenta.

 

              Mariano Ibeas

 

 

VA Y VIENE EL ÁRBOL...

VA Y VIENE EL ÁRBOL...

          XXXV

 

Va y viene el árbol

           (A José Ángel Lasa)


Va y viene el árbol, 

pero en su sombra.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano). 

 

Va y viene el árbol,

pero en su sombra únicamente;

no traspasa el círculo de tiza

ni el elipse que dibuja al sol,

se despereza al sur en el solsticio

y torna su curso como el astro

sólo el cielo limita su fatiga

y el viento a la violencia de sus ramas

trae a la tierra el cargamento de raíces

y busca sin cesar su centro

en el eje entre el cenit y el nadir

está su empeño

y su tropía...

 

           Mariano Ibeas

Nota:

La foto es de Emilio Pedro y Maribel Poc, en San Martín de Veri.

EL AIRE ES UN POETA ERRANTE...

EL AIRE ES UN POETA ERRANTE...

                   XXXIV

 

    El aire es un poeta errante 

  En nuestro pueblo el aire es un poeta errante.

Ahí están las ventanas que lo escuchan.

     (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

                              

Fías tu libertad al aire

y tu fuerza al vuelo de los pájaros;

el atardecer trae las sombras y el reposo,

sacudes tu ropa y tus sandalias,

trazas con tu mano un círculo

y con tu brazo extiendes tu capa en las arenas,

tu cuerpo es una sombra

y el aire un  poeta errante;

__se sienta entre los vendedores de la plaza

y extiende su mano a los extranjeros mercaderes__

abres tu casa a la calle,

descorres las cortinas de la puerta,

aprestas los postigos,

como el almuédano en la torre

que extiende

sobre las murallas y las cúpulas

el vuelo de palomas y torcaces,

lanzas tu canto y tu plegaria al aire

cantas y cuentas…

 

y apenas el sonido

rompe el silencio y la soledad,

tu voz se graba en el hondo del corazón,

en la piel reseca del tambor que canta;

el ritmo y el eco del sonido en la raíz del alba

pueblan la noche

y fluye

como un manantial en el bosque de las sombras,

y no quisieras que amaneciese tan temprano,

por prolongar un poco más

el eco de la vida,

por alejar un poco más

el aliento cercano de la muerte.

 

               Mariano Ibeas   

Nota: La foto es de Emilio Pedro y Maribel Poc, en San Martín de Veri.

EL PERFUME SE AGOTA...

EL PERFUME SE AGOTA...

             XXXIII

 El perfume se agota

  "El perfume se agota al salir de la yema. 

¿Por eso huye sin retorno? 

El tiempo olvida su lengua

cuando el cuerpo se pone a hablar".

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

  

El perfume se agota sin embargo,

vuela sin cesar,

como falena a la luz efímera,

ni siquiera  come

no lo necesita;

se reproduce y muere

sale de su capullo como hoja que extiende

sus alas desplegadas

partiendo de la yema…

no siente ni siquiera la leve caricia del viento

que susurra incierto entre las ramas;

scomo el perfume,

se agota tu vigor,

se olvida tu fuerza,

tu joven lozanía huye,

queda atrás un gusto a tierra entre tus labios

y una leve sensación de escombro en la corteza;

comienza la carrera loca sin retorno,

y no habrá vuelta atrás,

el tiempo olvida su costumbre

y la ruina se renueva cada día:

tras un nuevo despertar,

olvidas las palabras,

tu lengua se rebela,

tus labios no dibujan la sonrisa necesaria

para abortar el orto de la lengua;

callas

y el silencio es elocuente:

tu cuerpo se pone  a hablar.

    

         Mariano Ibeas

Nota. La foto es de Emilio Pedro y de Maribel Poc, San Martín de Veri

EL VIENTO GUARDÓ SUS MANOS...

EL VIENTO GUARDÓ SUS MANOS...

                   XXXII

 

 El viento guardó sus manos

  Toda una noche, el viento guardó sus manos.

  Posadas en el árbol frente a casa, 

como si el árbol fuera mi cuerpo, mis miembros.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

 

 

Te basta con la soledad del árbol

y su pedestal de ramas;

toman al asalto los pájaros

la sombra,

construyen sus refugios y sus nidos

y tú solo permaneces;

como árbol,

como estatua de sal frente por frente,

has edificado tu casa y tu refugio

a las sombra de sus hojas

y sus ramas se tienden frente a ti

como  los brazos alzados en plegaria;

los has techado con sombras

frente al latigazo del sol en el verano

y cierne el viento del otoño

el rumor de murmullo entre sus ramas,

duerme en blanco sudario la nieve del invierno

en su raíz

y surge con fuerza la vida en primavera;

hoy lo abrazas:

te aferras con dolor a su corteza

como un miembro más,

los miembros de tu cuerpo

en torno al árbol

y bajo su piel sientes el latido y acompasas

a tu viejo corazón el latido de la savia

y los frutos de tu cuerpo se confunden

con los suyos, tu semilla está latente,

tus miembros son la prueba:

su vida es tu vida, tu herencia continúa.

                Mariano Ibeas

 

LA NATURALEZA NO ENVEJECE...

LA NATURALEZA NO ENVEJECE...

                    XXXI

 La naturaleza no envejece

 

La naturaleza no envejece 

salvo en una cosa:  las palabras.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano) . 

 

La naturaleza no envejece,

se renueva cada día y surge                

generosa y lozana

y reparte sin tasa sus frutos abundantes,

alimenta sin cesar a toda criatura

y no pide nada a cambio,

tan solo respeto y paz;

desata los rayos y los truenos,

libera los vientos, las mareas,

sacude su corteza

y escupe lava y fuego;

reparte en los vientos las cenizas

eleva el agua al aire

y es como maná que cae del cielo,

que renueva y renace

cada día,

cede a la tierra los frutos con carga de semillas

con su ofrenda y su promesa…

no rechaza nada:

todo encuentra su lugar

en el seno de su seno y en lo hondo del abismo,

donde bullen las aguas

y su cargazón de vida,

donde nacen las corrientes y los ríos

que atraviesan los océanos;

apacienta sin cesar a sus rebaños

de estrellas en el prado de los cielos

y en las escaleras  de la montaña,

donde tiende su dosel,

extiende el manto de las aguas;

no ofrece reposo,

todo mueve al gesto y la mirada;

todo fluye, todo vuelve:

una cosa sólo se gasta y envejece,

                       la palabra.

 

           Mariano Ibeas

 

EN EL DÍA DE SAN JUAN...

EN EL DÍA DE SAN JUAN...

XXX                        

 Dame la cabeza que perdiste

             (Dedicado a Pilar Aguarón)

 

Dame, ¡oh tiempo!, la cabeza que perdiste 

y te daré el cuerpo que buscas.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano). 

 

Dame en tu bandeja la cabeza

que perdiste,

el rostro de tu cuerpo que celabas,

el perfil de tu sonrisa más cautiva,

el fulgor de tu mirada;

dame el amor de tus labios apretados,

la respiración pausada,

los golpes de tus sienes,

el rielar de tu sudor

en la frente despejada;

dame el color de tus mejillas

y el abanar de tus párpados,

la cortina que se cierra en el sueño

al temblor de madrugada

y la fatiga de tus paz que dibuja

la huella en las almohadas,

tus intentos por no parecer despierto,

tu peso sobre mí,

la gravitación del orgullo

sobre el eje de tu cuello…

dámelo todo;

             a cambio, yo te daré el cuerpo

                             que buscabas.

 

             Mariano Ibeas

 

UNA SEMILLA QUE SE ELEVA...

UNA SEMILLA QUE SE ELEVA...

         XXIX

 Una semilla que se eleva

 

        El día, una semilla que se eleva 

         en el campo de la noche.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

 

Ya que encierras en tu lecho la tormenta

y en el huevo la semilla de la muerte,

acepta la eterna paradoja,

la contradicción que sella tu raíz en tierra;

que tu tiempo se eleve como el fuego

que consume los arbustos,

como espina de fuego,

como abrojo,

que sepa cobijar

bajo su sombra

el silencio y la palabra,

el número y la música callada,

la canción que dice

y la que calla,

el tiempo y al eternidad,

las tiniebla y la luz

como campo de estrellas sembradas en la noche;

arroja lejos de ti todas las palabras

que no fueron dichas...

 

            Mariano Ibeas

 

EL POLVO DEJÓ PASOS...

EL POLVO DEJÓ PASOS...

XXVIII

El polvo dejó pasos 

         (Dedicado a los de la tertulia Van Gogh)

 

El polvo dejó pasos 

sobre una cima a la que llamo: mi infancia

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano). 

 

Amontono en mi memoria

el polvo y las cenizas de mi infancia, 

el escombro del sol al mediodía,

y no encuentro la salida;

yo quisiera volver

al punto de partida,

recorrer sobre la  huella de mis pasos

el sendero recorrido,

rectificar las sendas,

y no hay lugar;

debo descender la otra vertiente,

remontar el río hasta su fuente,

deshacer el tiempo de condena,

dibujar el espacio de la vida...

y no hay lugar;

el tiempo es mi herida y mi condena

y para mi muerte

no hay lugar...

           Mariano Ibeas

Todo se convierte para mí en tinta...

Todo se convierte para mí en tinta...

XXVII

Todo se convierte para mí en tinta.

                         (Dedicado a José Ángel Lasa)

 

               Todo lo que resta de lo que he conocido

                se convierte para mí en tinta. 

                     Podría entonces escribir mis escombros.

(Adons, "Polen" y sabre textos de María Zambrano). 

 

Toma el cálamo y escribe,

grava tu palabra en la tablilla,

toma tu cincel y esculpe

en la dureza de la piedra

la liviandad del aire, el soplo del espíritu,

el temblor apenas perceptible

del silencio que se cierra,

antes de que el pálpito arranque los sonidos

en el fondo de la cueva,

antes de que el ritmo repetido

se convierta en monodia, vibración o eco,

antes de que las notas

choquen con violencia en los vértices del aire,

antes de que surja de lo hondo la palabra...

déjate llevar

por al embriaguez de los sonidos,

apresta tus oídos a la lira

al reclamo de Dioniso:

surgirá de los abismos como mantra

de los infiernos como una profecía:

el ángel vendrá,

escucha su palabra

__ “Escribe__ dirá__ en este libro lo que veas”

            Mariano Ibeas

 

¡QUÉ DULCE ES ESTA VELA...! II

¡QUÉ DULCE ES ESTA VELA...!  II

 ¡QUÉ DULCE ES ESTA VELA...!  II

                        (II)

Se consume

tu tiempo de la espera,

la gestación termina;

arrojas de ti como una bomba

el tropel de las palabras,

el estallido del secreto,

la explosión del grito,

__el "big-bang" de la luz__

pero debes tender una red en el silencio,

aprestar las trampas

de cazador furtivo,

colocar los cepos

y esperar al acecho,

en vela,

enmudecido,

abrir los ojos,

aprestar tus oídos,

__“todos los sentidos suspendidos”__

y entonces, como un regalo,

surgirá la luz de amanecer.

 

            Mariano Ibeas           

¡QUÉ DULCE ES ESTA VELA...!

¡QUÉ DULCE ES ESTA VELA...!

          XXVI

 Qué dulce es esta vela

 

        ¡Qué dulce es esta vela! 

        Para dar sus adioses a la noche 

            debe siempre enjugar sus lagrimas.

(Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano.

  

                         (1ª parte )

 

No harás de tu rincón un silencio

inhabitado; la más dura de todas

es la compañía de ti mismo,

porque de ella no podrás escapar;

esconde tu secreto en lo más hondo

y vela como una sombra,

como ante un cadáver,

a la luz de tu secreto:

necesitas comunicarlo;

el poema es un río de lava

que surge de lo hondo

que pugna por salir

a borbotones;

no podrás sujetarlo,

en vano aprietas los dientes,

te quema en la garganta y en la lengua,

eres de la condición de los profetas,

no puedes resistirte,

como torrente desbocado en la montaña,

como tormenta de polvo,

como marea que arranca las arenas...

 

              Mariano Ibeas

 

EL ENEMIGO, TÚ MISMO...

EL ENEMIGO, TÚ MISMO...

XXV

 

Me gusta el buen enemigo

 

 

            Me gusta el buen enemigo. 

            No me despierto del todo 

                         más que en su cabeza.

           (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

 

El enemigo eres tú mismo,

víctima y verdugo,

tu otro y tu contrario

__ el otro del otro soy yo__

que te mira en el espejo:

nada llega a este mundo sin violencia

todo es ruptura, quiebra, desgarro,

separación;

la madre que te pare

y te echa al mundo

nunca más podrá volver a poseerte

no serás ya su hijo o su retoño,

echaste a rodar , solo y desnudo,

y nadie más te acogerá en su seno

ni siquiera los dioses que fabricas

que colocan en tus labios la plegaria

y en tu mente la palabra sagrada

no te acogen en su seno fácilmente

tienes que pasar sin remedio

la frontera de la muerte

las espinas de la culpa y el pecado

el juicio y la condena

el yermo y el vacío

la soledad sin tacha

y no serás libre ni siquiera cuando mueras

no te librarás de la locura y del delirio:

te visitarán, aunque sea en sueños

anidando en tu cabeza,

las ménades, leneas y bacantes…

toda expresión, toda palabra

requiere un nacimiento con violencia.

 

 

              Mariano Ibeas

MÁS TE VALE DECIR...

MÁS TE VALE DECIR...

XXIV

 

Más te vale decir

  

 

      Más te vale decir: “la luna es una cesta

      que mañana estará llena de pan y frutas” 

      y no “la libertad es una mujer

                                         que se divorcia”

 

               (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).


 

 

 

        En tus manos el tambor

llama a la vida;

golpea con insistencia el vientre de la tierra,

reparte generosa en las venas el agua de la vida,

respira al despertar el sol

en las llamas de fuego;

ama la vida

es una danza que se repite:

el tambor de la palabra

alumbra la creación al alba

y saluda al nuevo día;

acoges el sonido entre tus manos

recoges el fuego y la ceniza,

la vibración y el ritmo

dictan la medida de tus pasos,

el choque de tus manos,

el peso de tu vientre grávido

y alumbras la creación;

 

más te vale decir:

        “llevo el fuego en mis manos,

        es una cesta de frutos generosa

        que se reparte sin tasa”

y no la destrucción,

no te visitará el ángel de la muerte

eres uno con la vida, ritmo, luz,

medida necesaria,

un pacto sin fisuras creador y necesario

que te reconcilia con el amor

y te salva de la destrucción y de la nada.

 

 

          Mariano Ibeas

NO HE ABIERTO MI CORAZÓN...

NO HE ABIERTO MI CORAZÓN...

           XXIII

 

No he abierto mi corazón

                

                No he abierto mi corazón 

                a la hospitalidad de la muerte. 

                      Quizá sea que ignoro siempre la vida.

 

      (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano).

 

Es el aliento y el ritmo binario

del corazón

el que te alimenta en medio de las sombras

toma cuerpo y resucita

de entre los muertos;

uno, dos,…  abrir, celar… dentro, fuera…

la ola, la marea,

ínferos y súperos,

creación y destrucción:

es el tiempo del aliento

del soplo, el espíritu, el “atman” primigenio

cuando respira, le llaman aliento;

cuando habla, voz;

cuando ve, la vista y la mirada penetrante

que desvelan la doblez de tus entrañas;

cuando oye, oído, vibración,

latido de la tierra;

cuando piensa, mente…

la hospitalidad del sueño que te acoge

y que remeda las sombras de la muerte

no debe cerrar tu corazón

debe abrirse,

acoger la luz interior,

un nuevo alumbramiento que disipe

y trascienda el latido de la sangre

el mundo de las sombras

la vecindad y las formas de la muerte.

 

           Mariano Ibeas

Nota: la foto es de un "cardo mariano", "silybum mrianum".

SOÑAR NO BASTA

SOÑAR NO BASTA

XXII

 

Soñar no basta

 

              Soñar no basta;

                   además, hace falta que sepas 

                   cómo ofrecer a tus sueños un lecho.

                                 (Adonis,"Polen"

                            y sobre textos de María Zambrano)

 

  

Soñar no basta,

es necesario salir por tus pasos del infierno

recorrer de la mano de Orfeo

el reino de las sombras

romper las barreras del espacio

y las asechanzas del tiempo;

como los fieles de Dioniso

llegar al fondo del placer

o de las lágrimas

apurar las heces, la copa de amargura

conquistar tu espacio o tu vacío

dejar surgir desde lo hondo lo ignorado

lo que nunca fue dicho:

debe encarnarse en ti

como capa de místico

como máscara de renegado o de maldito

delirar

alcanzar el éxtasis

caer en la inconsciencia

bordear el filo de la muerte

expresar lo inexpresable

romper la voz en grito;

la palabra que surge de la boca del poeta,

un ignorante

que no sabe lo que dice,

te conecta con la muerte

y con la vida

deberás saber cómo ofrecer

a tus palabras un lecho

a tu corazón un soplo

a tu vida un sueño.


 

                Mariano Ibeas

EL AIRE, UN CABALLERO...

EL AIRE, UN CABALLERO...

                    XXI

 

El aire, un caballero

        El aire, un caballero.

        El polvo, el más vivaz de sus caballos

           (Adonis, "Polen" y sobre textos de María Zambrano)

 

Cabalgan en el aire

al ritmo de mis sueños 

los caballos de la noche

y arrastran tras de sí

el tiempo en tolvanera

busco en las aguas del Leteo

el fruto del olvido y mi memoria

cae suave sobre tierra como una lluvia

feliz en primavera

olvidar es ya morir un poco

por haber vivido;

el tiempo y su memoria me condena

el poeta llora

se aferra a la apariencia,

por querer capturar las sombras

por embridar el viento

por sujetar la tierra

por domeñar el fuego

labra su condena:

Orfeo no espera las nieblas de febrero

ni la espuma de escarcha

ni el tiempo de silencio

el zarpazo del sol barre las semillas:

no habrá cosecha.

 

         Mariano Ibeas                      

CADA NOCHE LA TRISTEZA...

CADA NOCHE LA TRISTEZA...

                        XX

   Cada noche la tristeza

     Cada noche la tristeza pone una lámpara

    en la cabecera de la alegría 

                  y descifra la historia del amor. 

 

Cada noche la tristeza

comparte conmigo su aposento,

enciende la lámpara

para conjurar las sombras,

parte su pan conmigo

y bebo de su vino amargo,

no aleja, tras de sí, su condición

destructora,

su rastro permanece

tras la noche;

la muerte comparte su morada

con la vida;

he querido escapar

por la escala de los sueños,

he querido saltar

las bardas de mi patio y laberinto

y no hay lugar;

apenas amanece

se inicia con la luz desasosiego:

convierto mi delirio

en burla,

he querido volar libre

y en mi condición de hombre

hambriento de los dioses…

 

no puedo desatar mis lazos

que me ligan a la tierra,

a la farsa triste de la máscara,

 

pues me sé mortal.

 

            Mariano Ibeas