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VALORES ETERNOS... (y V)

VALORES ETERNOS... (y V)

 

 

VALORES ETERNOS (Quinta parte... y final)

 

En un aparte le confesé a la autora de la tesis, o memoria de licenciatura… o lo que fuese,  lo que yo sabía:

 

Item más:

 

“ que todo ello, que había sido guardado y custodiado celosamente por los adictos al régimen, por los fieles guardianes de las esencias, por los predicadores laicos, por las damas de la sección femenina, por los funcionarios y funcionarias del servicio social, por los apóstoles de acción rural, por los ejecutantes de los coros y danzas… todo  ello terminó por los suelos después de servir de arma arrojadiza y munición abundante en las batallas campales que organizaban por las tardes los alumnos de la residencia… Habían sido felices durante unas horas,  habían tomado aquello como un refugio, un club particular de la memoria histórica, un salón social, donde también se fumaba…

         “yo sabía que le director de la Escuela, temiendo que las ideas disolventes o tal vez mejor, que allí pudiera surgir un día un incendio pavoroso, de proporciones gigantescas dada la profusión de materiales inflamables, y que amenazase todo el recinto,  tomó la decisión de llamar al servicio público de limpieza…

         “que el servicio público de limpieza procedió a vaciar la nave y posiblemente a incinerar el contenido en el vulgarmente conocido como “guano”, o sea, el vertedero público…

 

         Y terminé sentenciando “sic transit gloria…”

Creí un momento ver en los ojos de la autora apuntar dos lágrimas, pero continué diciendo:

         “Reconozco que es una catástrofe, pero no hay vuelta de hoja;  puedes, en la próxima edición, hacer una alusión a estos hechos, pero yo no he dicho nada, soy un simple confidente… no podía admitir, sabiendo lo que yo sabía, que continuases investigando inútilmente… ahora ya sabes el final de la historia”.

 

         Nunca me ha gustado contar el final de las películas ni decir cómo acaba una novela, por eso creí oportuno ofrecer una explicación; un investigador tienen derecho a saber, y la verdad, o lo que creemos que es la verdad, no siempre se hace patente. Toda aquella memoria desapareció para siempre.

         Si fue o no una muerte digna, el tiempo lo dirá.

 

                                             Mariano Ibeas

 

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