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DESDELDESVAN

HORMIGAS

 

En la acera un perro diminuto, inquieto y chillón, se afana tras el rastro oloroso de un colega, o también de su propio rastro, impreso dos veces al día, semana tras semana, al pie del mismo árbol o sobre el tronco miserable de los aligustres de la esquina.

El dueño tironea de la correa; está impaciente también, intenta marcar una y otra vez un número de teléfono en el móvil y al final hace una llamada perdida y luego cuelga.

El perro no hace cacas hoy, sin embargo la bolsa de plástico está dispuesta para recogerlas...

Un hilera de hormigas sigue en su faena, cada insecto no parece dudar demasiado para seguir la huella química de sus congéneres; en el ejército de hormigas el desfile es siempre en línea de a uno; cada una sigue a la anterior con decisión y firmeza, con obediencia ciega.

Debe ser difícil seguir un rastro entre tanta confusión de olores, debe ser difícil identificar a la perrita del vecino entre tanta confusión de rastros, es difícil localizar a alguien en el ejetreo de las comunicaciones inalámbricas.

El hombre piensa en regresar de inmediato, comprueba si en el buzón del portal hay algo nuevo; nada, cartas de los bancos. Sube al piso, acude presuroso al ordenador, al buzón del correo electrónico, por si hay algún mensaje de última hora; nada, "spam", correo basura, nada nuevo.

El hombre deja un mensaje en el contestador telefónico, coloca un "post-it" en la puerta de la nevera; no volverá para comer y que su mujer no se olvide de los niños, ni del perro para el paseo de la tarde.

El hombre cierra la puerta de golpe y se va; el perro gime tras la puerta; en el ascensor un rastro de perfume indefinido; no logra asociarlo con ninguna de sus vecinas; en la puerta un olor insistente a tabaco; ya en la calle un auténtico fumadero de tabaco en horario laboral y por el suelo un montón de colillas...

A la entrada del metro una hilera de personas sin rostro definido, sin rastro oloroso definido, todo común, todo de gris, todo mezclado, inidentificable e irreconocible... siempre huele igual en los pasillos del metro.

Alguna ventaja tienen que tener las hormigas.

 

Mariano Ibeas

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