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UN BOTIJO

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Un botijo

 

            Tengo en el trastero un botijo sin estrenar, nuevecito, un modelo de los “de pega”, con cinco o seis pitorros por donde sale el agua, pero es de pega, ya lo he dicho, porque el truco consiste precisamente en no saber por cuál de los pitorros va a salir el agua, es cuestión de mojarse un poco … y de hacer unas risas, me cá.

El botijo debió ser uno de los últimos salido de las sabias manos de un alfarero de Magallón, Salvador.

            Salvador de apellido fue un fuera de serie; él inventó también el botijo chato para las neveras__ un adelantado a su tiempo__ porque además de enfriar se mantenía fresco en la nevera… y ya se sabe, en el verano; a él le copiaron el invento, nunca lo patentó a así funcionan estas cosas.

            Se nos acusa a los aragoneses de aferrarnos al botijo y no soltarlo... y para explicar por qué no es verdad o no es así exactamente, montamos una Expo.

Me dan ganas de coger el botijo y dejarlo toda una noche al raso con agua con anís, para que pierda el sabor a tierra… llenarlo después de agua fresquita y pasearme con él por la  EXPO, al mediodía si es posible; no ofreceré agua, pero daré a los  que me la pidan sin decir nada, tampoco para engañar, simplemente para dar un poquito de agua fresca… y claro, para echar unas risas.

            Ya veremos, que aún queda mucha Expo por delante.

            La rana advierte también que se tomará algunos días de vacaciones.

                

 

“Crónica de la rana”

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