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DESDELDESVAN

DE SAL...

           I

Las pequeñas elegías:                              

el territorio de la infancia,

 

el olor de tinta, el roce del pupitre,

el vuelo de las moscas...

 

el color y el sabor del pan

 

recién cocido,

 

las moras agraces, las peras de San Juan,

los sabañones en invierno, 

 

las tardes de tormenta

 

          y de aburrimientos infinitos...

te llegan en tropel y te aplastan contra el muro

de  la tarde;

los viejos buenos días

 

perdidos por las esquinas

 

se estrellan contra las paredes

 

                        del tiempo ido;

 

se revuelven,

 

se enrollan

 

como la cuerda del trompo

en el bolsillo, 

y ya no son

 y ya no vuelven.

                                   Mariano  Ibeas

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